por
Orlando Milesi
OVALLE,
Chile, 6 jul 2020 (IPS) - “El agua cosechada nos ha ayudado en
momentos críticos y los atrapanieblas nos dieron, además,
visibilidad. Hoy tenemos producción de cerveza y vienen muchos
turistas”, cuenta Daniel Rojas, presidente de la Comunidad Agrícola
Peña Blanca, en Chile.
Ubicada
en el sur de la región de Coquimbo y a 300 kilómetros al norte de
Santiago, Peña Blanca sufre una brutal sequía que amenaza con
incorporarla al desierto de Atacama hacia el 2050, alertó hace dos
años la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la
Desertificación (CNULD).
¨En
Peña Blanca hasta el 2000 el agua escurría superficialmente y los
comuneros tenían represas con turnos para ocupar esa agua”,
recordó a IPS el geográfo Nicolás Schneider, de la Fundación Un Alto en el Desierto, la oenegé que impulsó la instalación de los
atrapanieblas en la región.
El
registro oficial de lluvias en la comuna (municipio) de Ovalle, en la
cuenca del río Limarí, el principal de Coquimbo, indica un promedio
anual de apenas 102,6 milímetros en los últimos 30 años. Pero en
2018 cayeron 38,1 milímetros y el 2019 apenas 8,5 milímetros. En
junio, tres días salteados de lluvia fueron recibidos con júbilo
porque totalizaron más que en todo el año pasado.
En
Coquimbo habitan 771 085 personas y de ellas 148 867 lo hacen en
zonas rurales. Funciona como la frontera sur del desierto de Atacama,
el más árido y con más reflejo solar del mundo, que se disemina
por seis regiones del norte de este país alargado y estrecho, entre
Los Andes y el Pacífico, con 18,7 millones de personas.
“Soy
criancera y también me dedico a hacer eventos para delegaciones que
visitan los atrapanieblas en Cerro Grande”, contó a IPS Claudia
Rojas, quien a sus 53 años está migrando desde la crianza de
animales a microempresaria turística.
“Soy
nacida y criada en Peña Blanca y no cambiaría por nada vivir aquí.
Ahora tengo poquitas cabras (20) y ovejas (60). Tuve hasta 200 cabras
pero he ido reduciendo porque la pradera natural no da”, detalló.
“Mis
expectativas son seguir recibiendo delegaciones cuando pase la
pandemia. Les sirvo queso, cabrito y productos locales. En mi casa o
en la reserva”, dijo.
Lo
que más aprecia Claudia es la visita de cientos de niños “que se
sienten felices al ver la naturaleza plena”.
“Desde
arriba divisan la cordillera (de Los Andes) y para el otro lado el
mar. Lo más característico es la neblina. Y ellos quedan impactados
cuando la neblina llega al cerro y ven cómo se cosecha el agua”,
relató.
La
Comunidad Agrícola de Peña Blanca, con 85 familias, posee 6587
hectáreas, de estas 100 constituyen la Reserva Ecológica de Cerro Grande, adonde se instalaron los atrapanieblas hace 15 años.
Entonces muchos no imaginaron su impacto y sus beneficios.
“Nos
han dado a conocer y eso ha significado que la comunidad acceda a
recursos para otros proyectos”, dijo su presidente, Daniel Rojas,
de 60 años y sin relación familiar con Claudia y otras fuente con
el mismo apellido, común en la zona.
En
Chile, la comunidad agrícola es una figura legal para la propiedad y
usufructo colectivo de la tierra, en que a los integrantes o
comuneros se les entregas porciones para su actividad y otra queda
para el manejo y beneficio colectivo.
“Hemos
obtenido una cantidad de agua importante que ayudó en momentos
difíciles. Al comienzo para regar la vegetación y reforestar con
especies nativas”, indicó.
Posteriormente,
explicó, “para dar bebida a los animales. Construimos un bebedero
y el agua se llevaba dos kilómetros cerro abajo”.
“En
otro momento se instaló un estanque de 10 000 litros para acumular
agua para las personas que viven cerca y cuando el camión aljibe no
pasa”, relató.
Hace
ocho años comenzó la fabricación de cerveza PeñaBlanca, elaborada
con agua de niebla, más blanda. Sus versiones rubia (Scottish) y
morena (Brown) concursaron en la ExpoMilán 2015 y obtuvieron el
premio del público.
Mario
Alucema, de 59 años y también nacido y criado en Peña Blanca,
trabaja en la cervecería artesanal.
«Esta
cerveza 100 por ciento con agua de niebla es atractiva y exitosa.
Logró que la comunidad agrícola se vea mucho más. Yo atiendo cada
verano (austral) y recibo 30 turistas diarios. Argentinos, brasileños
y de otras nacionalidades”, dijo con orgullo a IPS.
La
producción alcanza a 2500 litros semanales y aumentará con una
ampliación de la planta.
“Cuando
llegaron estos emprendedores jóvenes yo me dije: ‘¿quién va a
entrar a buscar esta cerveza?’ Estamos lejos de la Panamericana
(autopista). Luego, ¿quién va a tomar esta cerveza? y, tercero,
pensé que era lavado de dinero. Fue todo al revés. Hoy, en medio de
esta pandemia mundial, igual la buscan” relató.
Daniel
Ogalde, de 47 años e igualmente originario de Peña Blanca, es desde
marzo el guardaparque. Se dedica al mantenimiento, el riego y a
replantar especies nativas en la reserva ecológica.
“Mi
idea es estar aquí bastante tiempo. Por lo del coronavirus están
suspendidas las visitas, pero en agosto pensamos recomenzar”,
relató a IPS, antes de asegurar que la reserva “es un orgullo para
la comunidad y están todos preocupados de cuidar y mantener”.
Guido
Rojas, de 58 años, vive en Peña Blanca pero trabaja en el cercano
mirador del Parque Eólico Talinay, de la empresa eléctrica ENEL Green Power. “Cosechar agua trae beneficios porque ha habido muchos
años secos”, aseguró. La experiencia “se ha mantenido por el
apoyo de la comunidad y de la gente que vive acá”, subrayó.
Un
salto cualitativo se concreta desde este mes de julio. El Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) otorgó 40 000 dólares
para renovar y construir atrapanieblas, instalar miradores, senderos,
señalética y baños. El programa culmina el 31 de diciembre.
Desde
su origen en 2006, la reserva ha tenido 24 atrapanieblas, con un
total de 216 metros cuadrados de malla raschel 35 doble.
“La
ampliación consiste en la reparación de 12 y la construcción de 16
nuevos atrapanieblas. Tendremos 28 totalizando 252 metros cuadrados
para cosechar agua”, contó Schneider, de Un Alto en el Desierto.
Ahora
se cosecharán 1537 litros de agua al día, explicó.
En
un año calendario la mitad de la cosecha de agua de niebla se
concentra en septiembre, octubre y noviembre. Entonces se han
obtenido 20 litros/día en un metro cuadrado, más de tres veces el
promedio.
Los
atrapanieblas fueron, de hecho, un inventó del físico chileno
Carlos Espinosa, en otras partes también conocidos como
captanieblas, cuya patente donó en los años 80 a la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Unesco), lo que permite que ahora se usen en diferentes países.
La
cosecha de agua de niebla se hace con un sistema de redes de mallas
finas de un entretejido de alambres y fibras, conocidas como raschel,
que captan las gotas suspendidas, que se canalizan por pequeñas
canaletas hasta tanques de acopio.
Los
nuevos sistemas tienen un diseño bautizado como «comunero» y
creado por Schneider y Daniel y Guido Rojas.
Son
estructuras individuales de nueve metros cuadrados cada una que
implican varias ventajas: son más baratas, fáciles de transportar y
de mantener y si alguna sufre un desperfecto las demás siguen
cosechando.
Se
estima que mantendrán su plena operatividad hasta 2028.
El
primer proyecto de atrapanieblas en Chile fue el del pueblo minero de
El Tofo, en una región al norte de la de Coquimbo, que tuvo 75 pero
fue abandonado en la década de los 90. En Coquimbo, hay otras
instalaciones para cosechar el agua de niebla, de uso individual y
colectivo, pero sin la resonancia y el peso de Peña Blanca.
En
Alto Patache, cerca de Iquique, en el extremo norte chileno, hay otro
con un rendimiento de siete litros/día por metro cuadrado, pero es
para la investigación científica. Mientras, en Chañaral, un
municipio de la región Atacama, hay otro cuya agua se utiliza para
embotellarla y la producción de aloe vera.
Según
Schneider, los atrapanieblas “se pueden replicar en toda la franja
costera entre Papudo (centro) y Arica (extremo norte), siendo esto
más de 2000 kilómetros”, de los 6435 kilómetros del largo
costero de este país sudamericano.
“Son
verdaderamente útiles para sectores aislados, caletas pesqueras y
poblaciones desconcentradas adonde no llega la inversión pública. Y
son muy importantes para combatir la desertificación debido a una
temporalidad alta en primavera que permite obtener agua para los
cálidos veranos”, afirmó.
El
problema para que estas estructuras se multipliquen, según Rojas, el
presidente de la comunidad, es la falta de financiamiento estatal
para esta tecnología y su implementación.
“Tenemos
gran cantidad de caletas que solamente se abastecen a través de
camiones aljibes (cisterna). Quizás los atrapanieblas no sean la
solución total, pero pueden ayudar muchísimo cuando el agua
escasea”, como sucede en el norte chileno, concluyó.
Ed:
EG
Fuente:
Orlando Milesi, Atrapa nieblas rescatan de brutal sequía a comunidad agrícola de Chile, 6 julio 2020, Inter Press Service. Consultado 10 julio 2020.
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