Una escuela rural de Entre Ríos, una de las provincias afectadas por las fumigaciones cerca de los centros educativos. Foto: Pablo E. Piovano. |
Así
lo determinó un estudio que realizaron investigadores, docentes y
alumnos de la UNICEN. Muchos de los plaguicidas encontrados en las
muestras son genotóxicos, neurotóxico y carcinogénicos. En el
mismo momento que presentaban el estudio, estaban fumigando a metros
de una población rural.
La
presencia de los agroquímicos también llega hasta en las escuelas y
pone en peligro la vida de los más chicos. Así lo confirmó un
estudio encabezado por investigadores, docentes y alumnos de la
Universidad Nacional del Centro (UNICEN), quienes detectaron la
existencia de 16 tipos sustancias peligrosas para la salud humana en
15 escuelas rurales del partido de Tandil.
La
investigación se realizó durante dos años, recolectando pruebas en
diferentes zonas de la localidad. El resultado fue más que
preocupante: Todas las escuelas estaban contaminadas, algunas con
hasta 8 de estos productos.
“El
informe pone en evidencia el riesgo al que forzosamente está
expuesta la comunidad educativa rural del partido, que es la realidad
de las escuelas rurales de la Provincia de Buenos Aires. Muchos de
los plaguicidas encontrados en las muestras son genotóxicos,
mutagénicos, neurotóxicos, carcinogénicos y/o disruptores
endocrinos, capaces de generar abortos espontáneos y diversos
efectos nocivos a la salud a muy bajas dosis. La gravedad del asunto
no tiene precedentes, estamos hablando del posible daño genético de
los niños y su descendencia, que son el futuro" sostiene parte
del informe presentado el viernes mediante una videoconferencia.
Según
sucesivos estudios científicos, está comprobado que las personas
que se exponen repetidas veces a los agroquímicos tienen más
probabilidad de desarrollar enfermedades. Algunas graves: como cáncer
y enfermedades respiratorias.
En
resumen, el informe encabezado por la doctora Graciela Canziani,
Virginia Aparicio, Agustina Cortelezzi, Eduardo De Gerónimo, Soledad
Fontanarrosa y Adela Tisnés, comprueba otros elementos: con las
fumigaciones, los agroquímicos se difunden por el aire, se escurren
hacia ríos y arroyos y se infiltran hacia las napas subterráneas.
“Una vez liberados al ambiente, son incontrolables”, explican.
Esos
datos pusieron en duda a las llamadas “buenas prácticas”, que
aseguran que se puede fumigar sin dañar a las personas y al medio
ambiente, mientras se realice a buena distancia y con todos los
protocolos de salud e higiene.
Al
mismo tiempo, consideraron urgente la necesidad de realizar un
estudio epidemiológico hacia las comunidades rurales del partido de
Tandil, en especial enfocado a niños y niñas que asisten a las
escuelas fumigadas.
“Las
Buenas Prácticas Agrícolas son necesarias, pero absolutamente
insuficientes. Aun cuando se sigan al pie de la letra, no pueden, de
ninguna manera, proteger a la población ni a los ecosistemas”,
agregaron los realizadores del estudio, que compararon todas las
medidas tomadas para evitar los contagios de Covid-19 con el poco
control hacia las sucesivas fumigaciones y sus consecuencias.
Según
el informe, numerosos estudios sobre la contaminación ambiental
producida por estos compuestos “dan cuenta de que las moléculas de
agroquímicos plaguicidas son transportadas muchos kilómetros por
aire, se descargan con las lluvias, se depositan en los suelos y el
viento las desplaza junto con el sedimento eólico, corren por ríos
y arroyos y, por supuesto, se infiltran en las napas de agua”.
Por
su parte, parte del sector agropecuario y en especial todo lo
relacionado al denominado “agronegocio” considera que los
diferentes tipos de agroquímicos son indispensables para el control
de las malezas y la eliminación de plagas que dañan las cosechas.
Pero,
según la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE),
en los últimos 22 años, la utilización de diferentes plaguicidas
solo aumentó un 30 % la producción. A la par, las fumigaciones
aumentaron 858 %, mientras que la superficie cultivada lo hizo en un
50 %.
El
aporte que realizó la Universidad Nacional del Centro volvió a
ratificar lo que ya se venía sosteniendo respecto a las
consecuencias del uso de diferentes agroquímicos, así como también
marcó un nuevo precedente en la provincia de Buenos Aires, uno de
los territorios del país donde más se fumiga y más resistencia
comienza a tener en su población, como ocurrió durante el año pasado en Pergamino y emergió en este, en Mar Chiquita.
El
“mosquito” de cada día
Ese
mismo día, a la misma hora, mientras los profesionales e integrantes
de la UNICEN presentaban el informe que alarmó a la población de
Tandil, los vecinos de la localidad rural de Gardey filmaban con
resignación una fumigación a menos de 300 metros de un barrio.
Las
imágenes exclusivas a las que accedió este medio demuestra la poca
distancia entre el trayecto del “mosquito” fumigador y las
personas, además de hacerlo en un día con viento desfavorable, que
apuntaba hacia el centro urbano.
En
febrero de este año, las autoridades de la pequeña localidad
autorizaron a fumigar en la plaza pública con herbicida y el veneno llegó hasta la pileta municipal, en donde decenas de menores de edad
pasaban la tarde.
"La
Ordenanza vigente en Tandil desde el 2011 prevé distancias de
prohibición de fumigación, y así y todo, los agroquímicos están
en el suelo y en el agua. Es decir, las buenas prácticas no dan
resultado, son ineficientes, la solución es alejar como mínimo las
fumigaciones desde donde habitan personas 1095 metros, que está
comprobado por investigadores argentinos sin conflicto de intereses,
genera daño genético en niños", explicaron desde la Red de
Abogadxs de pueblos Fumigados y Generaciones Futuras.
Fuente:
Un estudio científico confirmó la presencia de agroquímicos en escuelas rurales de Tandil, 14 junio 2020, Infocielo.
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