Según
el monitoreo satelital analizado por Greenpeace, la contaminación
del aire de la Ciudad de Buenos Aires, comenzó a crecer
significativamente a partir de la segunda quincena de abril, como
consecuencia del relajamiento de las restricciones de circulación
tanto legales como de hecho. Las cifras son relevantes en el marco
de la crisis sanitaria ya que la polución vehicular trae efectos
perjudiciales a la salud relacionados con enfermedades respiratorias.
Los
datos arrojados por las imágenes donde se ven las concentraciones de
gases contaminantes, en particular de Dióxido de Nitrógeno (NO2)
muestran un contraste significativo entre los últimos días del mes
de marzo, con cuarentena obligatoria total y mínima circulación de
transporte urbano y el último día de abril, debido al aumentolas
semanas siguientes, a partir de la cuales la circulación vehicular
se incrementó. Si bien podría existir una disminución de gases por
motivos estacionales, los monitoreos muestran el efecto de la
cuarentena y el aumento progresivo de emisiones en la última semana.
“Las
mediciones nos muestran la relevancia del transporte en la
contaminación del aire de las ciudades y la necesidad de avanzar en
la transformación total del parque automotor; aún sin actividad
industrial los gases que provienen de la combustión de los motores
de autos y colectivos llevan la contaminación a niveles cercanos a
los habituales. La quema de combustibles fósiles para alimentar la
movilidad urbana debe quedar, gradualmente, en el pasado”, declaró
Leonel Mingo, coordinador de campañas de Greenpeace.
El
NO2 es un gas tóxico que representa una mezcla de sustancias que
salen de los caños de escape de los vehículos. Está relacionado al
aumento de los problemas respiratorios que afectan a niños y adultos
mayores. Produce inflamación en vías respiratorias, alergias,
cambios en los alvéolos pulmonares disminuyendo las defensas a
enfermedades respiratorias; además, deteriora la capacidad pulmonar,
promueve envejecimiento celular acelerado, distintos tipos de cáncer
y Enfermedad Obstructiva Crónica (EPOC).(1)
En
Ciudades como Buenos Aires estos gases tóxicos están muy por encima
de los niveles recomendados por la OMS, de acuerdo a estudios
compilados por Greenpeace en años anteriores.
A
nivel mundial solo 1 de cada 10 personas respira aire seguro. El 92 %
de la población de las ciudades o zonas rurales viven en zonas con
niveles de contaminación atmosférica mayores a los que recomienda
la OMS, y el 87 % de las muertes que se producen por esta problemática
se dan en países de medios y bajos ingresos.
“Se
puede esperar que una población sana sea más resistente a las
enfermedades o, al menos, menos susceptible a sus consecuencias más
graves. Cualquier cosa que haga que una población sea menos
saludable, incluida la contaminación del aire, es probable que
aumente los riesgos a nivel poblacional planteados por las
enfermedades infecciosas. Es muy probable que esto sea cierto también
para COVID-19, pero las investigaciones respecto de la relación con
la contaminación del aire está dando sus primeros pasos.”,
advirtió Mingo.
Los
niveles de contaminación del aire siguen siendo peligrosamente altos
en muchas partes del mundo. Según datos de la Organización Mundial
de la Salud (OMS), nueve de cada diez personas respiran aire con
altos niveles de contaminantes.
Notas:
Las emisiones por combustión de gasoil han sido reconocidas como cancerígeno de primera categoría por la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer.
Fuente:
Monitoreo de Greenpeace: Los efectos en al aire según se flexibiliza la cuarentena, 8 mayo 2020, Greenpeace Argentina.
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