La
organización Oceana pide que se preserve el lugar, además de otros
14 enclaves marinos europeos amenazados.
por
Esther Sánchez
La
ONG Oceana se topó hace casi 10 años, en una expedición de 2011,
con el arrecife de coral de aguas profundas del banco de Cabliers,
situado en el Mar de Alborán -en aguas compartidas por Marruecos,
Argelia y España-, a una profundidad de entre 300 y 400 metros. El
arrecife es el único de esas dimensiones -se calcula que mide unos
25 kilómetros- conocido en el Mediterráneo que mantiene su
crecimiento. Los investigadores han comprobado, de momento, que
50.000 metros cuadrados están vivos y que los montículos que han
formado los blanquecinos esqueletos de los corales durante decenas de
miles de años alcanzan los 100 metros de altura y sirven de refugio
a gran cantidad de especies de fauna marina. “Un lugar único, no
conocemos otro igual en el Mediterráneo”, describe Pilar Marín,
científica marina de la organización conservacionista, que pide su
protección junto a otros 14 enclaves esenciales para la conservaciónde la biodiversidad marina en aguas europeas.
“Es
como un oasis en un mar profundo, que se ha mantenido prístino, sin
tocar por el hombre”, describe Claudio Lo Iacono, geólogo marino
del Instituto de las Ciencias del Mar del CSIC y experto en el
enclave submarino. Entre los tesoros que guarda el asombroso
ecosistema, los investigadores han localizado un coral de la especie
Lophelia pertusa de tres metros de ancho. “Una bestia que ha
crecido durante centenares de años”, describe Lo Iacono. La zona se ha librado de momento de la incursión humana, porque la pesca de
arrastre busca fondos más planos y para los palangreros (un arte de
pesca con anzuelo) está demasiado alejada de las costas de Marruecos
(el país al que más terreno le corresponde del área) y el
desplazamiento no les sale rentable. La intensa circulación de
buques que soporta el Mar de Alborán -casi un 20 % del tráfico
mundial- tampoco ha provocado grandes desastres en el arrecife,
porque los barcos circulan más hacia el Norte, “cerca del cabo de
Gata”, matiza el científico. La limpieza es tal que durante varios
días de inmersiones con un robot submarino no encontraron “ninguna
huella de la actividad humana, ni plástico ni restos de redes o
palangres”.
Los
corales profundos abundan en el Mediterráneo, pero no formando
arrecifes de las dimensiones y la riqueza del de Cabliers. “Son
sistemas muy delicados semejantes a los tropicales pero que, a
diferencia de estos, no viven en simbiosis con un alga sino que se
aprovechan de los nutrientes de las corrientes marinas", explica
Lo Iacono. Entre las estructuras que forman, se refugian, alimentan y
reproducen especies de peces comerciales como besugos, congrios,
lenguados, gallinetas… “Hay zonas que son como una guardería con
muchísimos juveniles, lo que demuestra que los arrecifes de coral
son beneficiosos para la biodiversidad y que si se dañan saldrán
perjudicadas las especies que se pescan y eso, a su vez, perjudicaría
a la economía. Es una rueda”, advierte.
Estas
formaciones son, además, cajas negras donde se archivan los datos
del clima del pasado. “El gran valor de esta información”, añade
Lo Iacono, "es poder entender qué es lo que ha pasado antes y
proyectar escenarios futuros que permitan conocer cómo puede ser la
respuesta de los corales al cambio climático actual”. El
científico recoge sus conclusiones en un estudio realizado junto con
el biólogo Guillem Corbera que se publicó el año pasado en la
revista científica Progress in Oceanograph. Ahora tiene en marcha
dos proyectos europeos para estudiar arrecifes en Canadá, en el
cañón de Blanes y regresar a Cabliers.
Pero
la tranquilidad de la que goza el arrecife, que le permite continuar
creciendo, es fruto de la casualidad. “Se pueden agotar otros
caladeros y que a los palangreros les interese alejarse más y llegar
hasta aquí o que las flotas de arrastre que pasan cerca, hacia el
Atlántico, decidan que pescan de paso”, ponen como ejemplo los
científicos. Además, añaden, el arrecife de Cabliers tiene la
ventaja de que no está explotado, por lo que su inclusión como área
restringida de pesca no causaría graves daños económicos a ninguna
pesquería.
Para
conseguir la protección de este y los otros entornos marinos
seleccionados por Oceana en el mar Báltico, Mar del Norte, suroeste
del Atlántico y en el Mediterráneo, presentarán sus conclusiones
recogidas en el informe Unprotected Marine Treasures: An Oceana proposal to protect 15 marine biodiversity hotspots in Europa a los
gobiernos de los países implicados. Además, llevarán estas
conclusiones a los convenios internacionales, que ha firmado la Unión
Europea. Se trata de salvaguardar estos entornos vitales para la
conservación de la biodiversidad de la pesca excesiva, redes
abandonadas, especies invasoras, tráfico marítimo, extracción de
arena o del ruido marino. En España las zonas de riesgo
seleccionadas por la ONG se localizan en la costa atlántica gallega,
las aguas de Doñana, los montes submarinos de las Islas Canarias y
el mar Mediterráneo: en los montes submarinos del Canal de Mallorca
y en los montículos de Cabliers y Palos.
Fuente:
Esther Sánchez, El único gran arrecife de coral en crecimiento del Mediterráneo, sin protección, 10 mayo 2020, El País.
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