La
pandemia de coronavirus hizo que los espacios públicos de todo el
mundo fueran abandonados temporalmente. Las avenidas principales
empezaron a estar casi vacías y las plazas públicas silenciosas. Y
entonces aparecieron animales nunca antes vistos en ciudades.
Desde
que comenzó la época de cuarentena en el mundo se vio a un puma
deambulando por las calles de Santiago de Chile y pavos salvajes en
Oakland, California. También monos en las calles de la ciudad en
Tailandia y ciervos deambulando por las estaciones de tren en Japón.
Por
supuesto, COVID-19 tiene un efecto devastador en la humanidad. Y que
los animales estén en las calles no es nada para celebrar.
La
resiliencia de la naturaleza
A
lo largo de la historia, la naturaleza ha mostrado una propensión a
reclamar tierras que fueron su hogar una vez que los humanos se van.
En
Chernobyl , por ejemplo, la radiación no ha sido suficiente para
suprimir poblaciones de lobos grises, perros mapaches, jabalíes
euroasiáticos y zorros rojos.
Asimismo,
la zona desmilitarizada de Corea se convirtió en un refugio para
numerosas especies amenazadas, incluidas las grullas de corona roja.
La
sucesión ecológica puede ocurrir cuando los humanos abandonan las
ciudades. Aquí es donde las especies “pioneras” de corta vida
inicialmente ocupan sitios y son reemplazadas con el tiempo por
arbustos y árboles, en última instancia, sustentan la vida
silvestre más diversa.
Es
difícil predecir con exactitud cuán saludables y biodiversos pueden
llegar a ser estos sistemas, pero seguramente serán ejemplos de
“ecosistemas novedosos “, tras haber cruzado umbrales
irreversibles debido al impacto humano, como la vegetación que
reclama un edificio abandonado.
Ciudades
oscuras
Las
ciudades pueden ser lugares hostiles para la vida silvestre urbana
debido al hábitat fragmentado, la contaminación, las colisiones de
carreteras y las perturbaciones y conflictos con las personas.
Y
si bien la disminución de la actividad económica en Europa y China
produjo por un momento mejoras en la contaminación del aire (que se
sabe que afecta gravemente a las aves urbanas) este efecto no duró
lo suficiente como para permitir la recuperación de especies de aves
sensibles.
La
actividad humana invadió el hogar de los animales
Lamentablemente
los “exilios” de especies animales no son nuevos. Desde antes del
COVID-19 numerosas especies sufren el avance de la actividad humana e
industrial que amenaza sus hogares y obliga a los animales a moverse
o desaparecer.
Tal
es el caso del yaguareté en Argentina. Hoy, gracias a informes de
científicos y especialistas sabemos que en la región del Gran Chaco
quedan aproximadamente 20 yaguaretés. Es MUY poco. ¿Cómo se sabe?
Por el estado de conservación de su territorio y de la información
recabada sobre su presencia en base a cámaras trampa y testimonios
de pobladores.
Para
vivir los jaguares de la región dependen de territorios de bosques
continuos muy grandes (como mínimo 40 mil hectáreas). Pero el
avance de las topadoras que derriban los bosques (para generar un
suelo de pastura para actividades de ganadería intensiva) fragmenta,
aisla y destruye el espacio que necesitan para alimentarse y
reproducirse.
Especialmente
el jaguar y el puma, son también a menudo cazados por los propios
ganaderos, debido al riesgo real o percibido, de que ataquen o se
coman al ganado. También la apertura de caminos facilita que mueran
atropellados por autos y camionetas.
Otras
especies animales como el tatú carreta y el oso hormiguero corren
peligro. Constantemente su hábitat desaparece bajo las topadoras,
incluso las zonas prioritarias de preservación.
¿Qué
sigue?
Una
vez que el tráfico regrese a los niveles observados antes de la
pandemia, debemos repensar las ciudades y nuestros hábitos. La
naturaleza puede reclamar lugares que han sido totalmente abandonados
durante años, creando ecosistemas novedosos.
A
largo plazo, esta crisis puede aportar innovación en la comunicación
empresarial y el cambio de comportamiento humano, incluida la
reducción de los viajes laborales. Esto podría influir en los
cambios en el uso del suelo en las ciudades, lo que podría devolver
el espacio a la naturaleza.
Fuente:
COVID 19: Animales en la ciudad. Animales sin hogar, 11 mayo 2020, Greenpeace Argentina. Consultado 11 mayo 2020.
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