Los
peces pueden ser reconocidos ahora a simple vista, debido a un menor
nivel de contaminación de las aguas. En otros ríos de la provincia
también es posible visualizar especies a la altura de los pueblos.
por
Héctor Brondo
La
habitual turbiedad de las aguas hace dificultoso advertir -a simple
vista y a plena luz del día- la presencia de peces en el río
Suquía. Al menos en su trayecto por la ciudad de Córdoba.
Por
esa razón, quienes salieron a caminar el último fin de semana por
las riberas de ese torrente en su andar urbano se sorprendieron de
manera grata al ver que en el fondo del cauce no sólo hay piedras,
algas, barro y basura acumulada (entre otras cosas), sino también
peces de diferentes tamaños y escamas.
“Acá
siempre hubo ‘viejas del agua’, mojarritas y otros pescados que
no sé cómo se llaman; tienen la panza blanca y la espalda marrón,
gris o algo así”, sorprendió Jonathan (16) al cronista
desprevenido.
“Lo
que pasa es que ahora es fácil verlos porque el agua está más
clara, no sé por qué”, razonó el recolector de cartón, papel y
desechos reciclables. Lo hace en el área determinada por las calles
Octavio Pinto, Padre Luis Galeano y Ramón Bautista Mestre, en el
oeste de la Capital. “Esa es mi zona de trabajo”, precisó con
autoridad.
El
Suquía es el río más contaminado de la provincia. El mayor impacto
que recibe es uno de los que con mayor facilidad podría revertirse,
según los ambientalistas: la falta de tratamiento de los líquidos
cloacales. La Capital es la principal fuente de aporte a la
degradación.
A
remojar lombrices
Antes
de la cuarentena, Jonathan solía ir “al río Primero a remojar
lombrices con los ‘cabezas’ de la barra”, comentó.
-
¿Sacaban algo? - le preguntamos.
-
Sí, pero vamos de vez en cuando, más para pasar el rato que a otra
cosa– nos respondió.
Los
policías afectados al control en el puente Zípoli (al oeste de la
ciudad) también habían advertido el cambio de apariencia del curso
de agua. Lo mismo que algunos adoradores de los atardeceres que
suelen disfrutar de ese espectáculo natural junto al río. Uno de
ellos registró la impresión con su teléfono celular y compartió
el video con La Voz.
Qué
ves cuando los ves
“A
simple vista, parece que se trata de una especie de bagre”,
arriesgó un aficionado a la pesca con devolución que conoce
bastante de fauna ictícola. “¿Ves que tiene bigotes que
sobresalen de la boca?”, advirtió la seña particular de la pieza
que observó en la pantalla del celular.
“Por
esa característica, a esta variedad se la conoce también en algunos
lugares como pez gato”, apuntó.
Se
cree que los “mostachos” le sirven para detectar alimento y
percibir los cambios de temperatura y contaminantes del ambiente. Los
bagres son peces de piel lisa desprovista de escamas. El color varía
según le especie. El más común es el gris que en algunas partes
del cuerpo adopta una tonalidad más brillante.
Como
el que lucen los bagres que se ven ahora a simple vista y en plena
luz del día en algunos puntos del río Suquía, en su travesía por
la ciudad de Córdoba.
Inesperada
aparición de truchas
Mientras
atraviesa la ciudad de Jesús María, el río Guanusacate tiene
escasa profundidad y es bastante infrecuente toparse con diversidad y
cantidad de especies ictícolas en su cauce. Pero este verano fue la
excepción y muchos aficionados a la pesca detallaron un dato
curioso: fue posible ver alevinos -las crías de las truchas- en
cantidad, justo allí en la llanura.
Luis
Pastawski, que vivió 30 años frente al río, se mostró sorprendido
por la noticia y aseguró que en todos los años en que vivió allí
jamás se topó con esta especie.
Los
lugareños sí saben que río arriba, en la zona de las sierras
chicas, esos avistamientos son más frecuentes ya que la especie fue
“sembrada” en al menos dos décadas diferentes, pero que aparezca
tan abajo podría ser signo de que alguien la estuvo sembrando
recientemente.
Martín
Vázquez, vecino de La Granja e integrante de “La mesa del agua”
de esa localidad, es un conocedor de casi todos los cursos de agua de
la zona. Él también quedó intrigado por la noticia de hallar a la
trucha tan abajo. No descarta la hipótesis de la siembra. Otra
chance podría ser que alguna crecida las haya arrastrado, aunque
durante el verano 2020 no hubo ninguna de magnitud.
Aunque
exótica y depredadora, la trucha no es vista en esta zona como una
amenaza porque se trata de ríos en los que -salvo alguna mojarra,
bagre o vieja del agua- no hay diversidad ni cantidad suficiente. La
trucha en ese contexto aparece, incluso, como una oportunidad en
términos turísticos.
Fuente:
Héctor Brondo, Con el río más limpio y cristalino, “reaparecieron” los bagres en el Suquía, 21 mayo 2020, La Voz del Interior. Consultado 22 mayo 2020.
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