En
un día sin precedentes vimos desplomarse como nunca los precios del
petróleo en Estados Unidos. Los medios y redes sociales se llenan de
explicaciones técnicas, cuando la respuesta es política: los
hidrocarburos, en tanto insumo energético, son un derecho y como tal
no pueden estar mercantilizados. El negocio sobre nuestros derechos
nos hundió en una dependencia petrolera que hoy se revela como un
error: La idea de Vaca Muerta como un gran polo energético
exportador pende de un hilo y en este fracaso perdimos diez años de
gestión energética.
por
Observatorio Petrolero Sur
Hoy
el valor de referencia para el crudo en Estados Unidos (WTI) llegó a
números negativos por primera vez en su historia. La agresiva
política energética norteamericana para transformarse en un gran
polo exportador ha fracasado. Cada vez que el resto de los
productores recortaron, Estados Unidos transitaba el camino
contrario. La combinación de sobreproducción, incapacidad de
almacenamiento y bajo consumo por la pandemia estalló hoy. A esta
situación se suma el enorme juego financiero de la venta futura de
crudo de mayo que vence el martes 21. Expertos y expertas en el
seguimiento de los valores en los que se transan los commodities,
explican que es una situación coyuntural, que el precio de
referencia que se utiliza en Europa (Brent) aún se mantiene sobre
los US$20 el barril; que ese es el valor que se utiliza en Argentina;
sin embargo eso no desvanece el shock. ¿Puede la economía
norteamericana solventar un fuerte salvataje en medio de una
pandemia? ¿En cuánto tiempo?
Más
allá de que esto no sea el apocalipsis, revela lo riesgoso que es
creer que un proyecto como Vaca Muerta y la explotación de
combustibles fósiles pueden ser la salvación ante la crisis
económica del país. Hace una década se decidió apostar por el
desarrollo de Vaca Muerta, que se sostuvo a fuerza de subsidios o
altísimas tarifas. El histórico derrumbe de los precios de hoy y la
caída de las últimas semanas demuestran que es imposible traccionar
una salida a la crisis energética y económica con un proyecto cuyo timón no está en el país.
Argentina
experimentó con el fracking y no fue un buen camino. Los impactos
sociales y ambientales se suman a la inviabilidad económica que
venimos advirtiendo. Vaca Muerta nos hundió, una vez más, en la
dependencia hidrocarburífera de cuyo nudo se desprenden una serie de
problemas como la falta de diversificación productiva de provincias
como Neuquén y Chubut (y a las que otras, como Río Negro, quieren
parecerse); la dependencia de sus economías de los precios del
petróleo; la contaminación de tierra, agua y aire que se multiplica
con la aplicación masiva del fracking; y la postergación en el
desarrollo de otros tipos de fuentes energéticas como las
renovables.
El
episodio de hoy nos muestra una vez más la importancia de entender a
la energía como un bien social y a su acceso como un derecho.
Entonces los insumos energéticos –como la electricidad o los
hidrocarburos– no pueden estar en manos del mercado porque de esta
manera se perpetúa una crisis de acceso y distribución de la
energía. A su vez, las empresas han venido cooptando el debate
energético. En 2013 las y los legisladores neuquinos sin conocer el
texto, aprobaron el acuerdo entre YPF y Chevron para explotar la
comunidad mapuche Campo Maripe. Al año siguiente sin un darse una
discusión pública, se aprobó una nueva ley de hidrocarburos que
apostaba todas sus fichas en el desarrollo del fracking. Entonces y
ahora, decimos que es necesario abrir la energía a un debate
popular, en donde las y los trabajadores y usuarios tenemos una
opinión para dar. Se debe romper esa tradición de que las
decisiones sobre política energética se toman entre cuatro paredes
con las petroleras dentro. Porque esa tradición nos llevó a un
consenso fósil que hace crecer más y más la dependencia de los
hidrocarburos y nos mantiene con un sistema energético contaminante,
inequitativo y poco democrático.
La
actual crisis sanitaria del COVID-19 es parte de la crisis
civilizatoria en la que los combustibles fósiles son el principal
causante del cambio climático, que amenaza la vida en el planeta.
Debemos frenarlo a través de la reconversión a otro tipo de fuentes
energéticas sin replicar el modelo extractivo que nos llevó a esta
situación, donde la eólica y solar deben tener un rol central.
Sabemos que este proceso no debe darse de un día para otro, sino que
requiere de una transición. Esa transición no nos habla solo de
sostenibilidad ambiental, sino que también hace referencia a la
situación de los y las trabajadoras del sector; a la necesidad de
garantizar el control público de la generación energética; y a
repensar los criterios de consumo, empezando por el transporte y la
industria, para así poder salir de esta crisis constante a la que
nos trajo la civilización petrolera.
Fuente:
Caída histórica del petróleo, nueva señal de la inviabilidad de Vaca Muerta, 20 abril 2020, Observatorio Petrolero Sur.
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