jueves, 30 de abril de 2020

A sus 100 años, Otilia Acuña recordó la inundación de 2003 en barrio Santa Rosa de Lima


Después de 17 años del día en que el Salado inundó la ciudad, la luchadora y referente de los Derechos Humanos y Madre de Plaza de Mayo habló con Aire de Santa Fe.

Otilia Acuña de Elías sigue viviendo con uno de sus hijos en su casa de barrio Santa Rosa de Lima, la misma que el 29 de abril de 2003 quedó bajo el agua del río Salado que entró a la ciudad por una obra inconclusa, pero inaugurada por el gobierno de turno.

"Ayer a la mañana dije «Alejandro, vení que hay agua». Seguía lloviendo, lloviendo y me dio la sensación que se me iba a inundar la casa", contó con sus 100 años la Madre de Plaza de Mayo en una entrevista con Luis Mino por Aire de Santa Fe al cumplirse 17 años de la mayor tragedia hídrica de Santa Fe. Es que cada vez que llueve, mucho vuelven a sentir el frío del agua en los pies, como aquel día.

Ese 29, su hijo la llevó engañada a comer a su casa porque Otilia siempre fue una rebelde luchadora y no pensaba que el agua del Salado podría llegar a casa, la misma en la que crió junto a su marido a sus seis hijos y donde también le arrebataron la vida de su hija Nilda.

Con Luis Mino recordaron la entrevista que habían compartido en 2004 para el programa Para Conocernos, donde Otilia contó que pensaba volver a la tarde; pero finalmente eso se prolongó por dos meses.

En su casa de calle Pasaje Liniers 4538, hoy nombrada Luis y Nilda Silva en honor a su hija y yerno -víctimas de la última dictadura militar Argentina- el agua irrumpió como en todas. Y Otilia no sabía qué había pasado con sus cosas. Pero solo pensaba en una: la urna con las cenizas de Nilda que finalmente el agua no se la llevó. "Todavía la tengo acá conmigo", dijo Otilia y siguió agradeciendo a sus compañeros que le dieron una mano en medio de la emergencia.

"Soy una madre que no lucho solamente por mí, sino por todas las madres. No soy de que este es radical, este es montonero, si puedo hacer un bien lo hago", dice con humildad y hasta se lamenta que con su edad ya no tenga toda la salud para seguir haciéndolo, a pesar de su lucidez y fuerza intacta.

A pesar de los golpes de la vida que sufrió Otilia, y que como dice no desear a nadie, su espíritu de lucha, superación y solidaridad siguen firmes como su memoria. "Siempre que yo pueda voy a luchar en algo, dar una mano; no con plata. Siempre digo que la lucha que se pierde es porque se abandona; sigamos luchando".

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