El
Arroyo Sampacho aumentó su caudal en las últimas horas. En la ruta
8 se acumuló gran cantidad de agua sobre la carpeta asfáltica.
Las
lluvias de las últimas provocaron anegamiento de caminos y rutas
inundadas en algunas zonas de Córdoba.
La
Policía de Córdoba encabezó un operativo de prevención luego de
que se detectara la presencia de gran cantidad de agua sobre la
calzada entre los kilómetros 635 y 642 de la Ruta 8. Las copiosas
lluvias provocaron también el anegamiento de caminos rurales.
Según
indicó FM Sampacho, el arroyo presentó un aumento muy importante en
su caudal. Hacia el oeste de la localidad y en dirección a Achiras
llovió durante toda la noche.
Graves
problemas aún sin solución
Pero
hay reglas y prevenciones que no se han respetado y que se
visibilizan con espanto en las épocas de lluvias. Dos autovías
cortadas ante cada lluvia intensa.
Las
lluvias que se extendieron en los últimos días a casi todo el
territorio cordobés nos ponen otra vez en alerta, por la
vulnerabilidad de algunas obras de infraestructura vial.
Cada
vez que los milimetrajes de agua superan los niveles normales, varias
rutas de alto tránsito vehicular quedan anegadas, como se observa en
tramos de la autovía Córdoba-Jesús María.
No
es menos común que las corrientes que bajan de las Sierras o que
convierten en ríos a zonas de llanuras ganadas por los sembradíos
inunden poblados, con los riesgos ulteriores para sus habitantes,
muchos de los cuales deben resignarse al duro trance de la
evacuación.
Fuera
de aquellos encuadres de tierra adentro, la ciudad de Córdoba tiene
sus propias recurrencias, que la hacen vulnerable no sólo ante
precipitaciones copiosas.
En
las calles de Córdoba, conviven centenares de bocas de tormenta
obstruidas por la basura, la red cloacal en estado crítico y los
pisos de muchas viviendas que colapsan por el crecimiento de las
napas de aguas subterráneas, sobre todo en barrios de la zona sur.
Trastornos urbanos de vieja data que les complican la vida a los
vecinos. A los que hay que añadir los cortes del servicio de energía
eléctrica y la salida de funcionamiento de los semáforos. En este
punto, se trata de averías que en muy pocos casos son salvadas por
los inspectores que, por lo general, ante las primeras gotas salen de
escena.
Es
verdad, también, que ningún comité de emergencia podrá sopesar
las derivaciones catastróficas de un aguacero de 180 milímetros en
un corto lapso.
Pero
hay reglas y prevenciones que no se han respetado y que se
visibilizan con espanto en las épocas de lluvias.
En
ese listado de desatenciones y de controles laxos de parte de los
organismos estatales, asoman los desmontes, los loteos a gran escala
en reservas naturales protegidas y los canales clandestinos que se
abren para desagotar campos inundados, a conciencia de que esa
estrategia de vuelo corto terminará inundando otros campos vecinos
o, lo que es más grave aún, zonas pobladas.
No
se trata de cargar todas las culpas sobre las espaldas de los
fatigados productores agropecuarios. Pero vale repasar un estudio del
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), que determinó
que el monte nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora, en
tanto que un sembradío de soja absorbe apenas 30 milímetros por
hora.
Los
riesgos latentes para la comunidad deben despertar del letargo a los
funcionarios gubernamentales, a fin de que no se repitan las
devastaciones originadas por episodios climáticos que se cobran
vidas y bienes materiales.
Fuentes:
Las últimas lluvias provocaron anegamiento de caminos y rutas inundadas, 9 febrero 2020, La Voz del Interior. Consultado 11 febrero 2020.
Graves problemas aún sin solución, 9 febrero 2020, La Voz del Interior. Consultado 11 febrero 2020.
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