Vista de los vagones dañados de un tren de carga después del colapso de la pres: Foto: Douglas Magno / AFP. |
Crimen
ambiental en Brasil.
por
Azul Cordo
A
un año del peor crimen ambiental en la historia de Brasil, desde
este pueblo que ha quedado a merced de gallinas y policías
militares, quienes resisten -o no pueden irse a otro lado- dicen:
“Han convertido a nuestra comunidad en un cementerio”. Una
represa a cargo de la multinacional Vale (segunda empresa minera del
mundo) reventó. Doce millones de metros cúbicos de lodo con
residuos tóxicos se derramaron sobre la oficina administrativa de la
mina, sobre el comedor donde almorzaban los trabajadores, sobre autos
y máquinas, sobre el tren que transportaba el hierro. Los metales
pesados que bajaron con el barro avanzaron 15 kilómetros hacia
Brumadinho y 310 km hasta la represa Tres Marías a través del río
Paraopeba. 270 personas murieron, once aún no fueron halladas. Azul
Cordo visitó el lugar y reconstruye el paso del lodo en veinte
voces.
Michelle
Regina Aparecido Di Paula Rocha está de pie a 50 metros de la valla
amarilla y mira el barro. Los ojos se humedecen. El pelo teñido de
rojo permanece atado tirante en una cola alta. Está de brazos
cruzados parada al costado de un patrullero de la policía militar de
Minas Gerais. Respira fuerte. Desde adentro del carro, un oficial del
batallón de Ibirité tiene los antebrazos sobre el volante. Está
atento y puede suponerse algo de comprensión en la mirada. Entre
ellos dos hay una señora que se desentiende de la marcha y le hace
alguna pregunta al hombre. Él asiente.
-
Mi primo murió ahí.
-
Mi prima también -dice Michelle.
El
policía señala “ahí” con el mentón. “Ahí” es el barro.
-
Encontraron un dedo -levanta el índice-, hicieron el ADN -hace el
gesto de pinchar la yema-, con eso ya supieron que era él. Y
pararon. Todo el resto está ahí.
-
brazo izquierdo señala el barro ahora aplastado por el avance de una
máquina excavadora.
***
25
de enero de 2019. 12:28. ¿Qué ocurrió?
Fuimos
enterrados por el lodo y por la ganancia de una empresa asesina que
no tiene un ápice de humanidad al triturar y enterrar a los
trabajadores de esta comunidad y de tantas otras. La Vale nos mató a
270 y destruyó a 600 personas en Córrego do Feijão, acabó todo un
modo de vida rompiendo familias.
Cuanto
dolor y tristeza todo, parece mentira que después de 365 días
continuamos siendo enterrados por el lodo.
Hoy
365 días después, se refuerza la crueldad, de 270 personas 11
todavía no fueron encontradas.
Seguimos
siendo masacradas por el dolor y el abandono de la empresa que hizo
de nuestra comunidad un cementerio. Todos los días sacudimos un poco
de lodo e intentamos seguir, algunos días mejores otros no tanto,
pues somos consumidos por tamaña tristeza y saudade, saudade de
nuestros familiares, amigos, de nuestra comunidad, de nuestras vidas.
Brumadinho
es nuestra Mariana[1], sólo que en proporciones mayores. Vale hizo
de Mariana un laboratorio para sus prácticas crueles y hoy
amanecimos con la certeza de que nosotros unidos debemos luchar por
justicia para que Brumadinho y Mariana no se repitan.
Juliana
Cardoso, 38 años, Córrego de Feijão.
Carta
leída el 25 de enero de 2020 ante afectadas y afectados por represas
de Brasil que marcharon por Córrego do Feijão para recordar a las
víctimas de Brumadinho.
Antes
del rompimiento de la represa nuestra vida era calma, una vida
alegre, todo el mundo se encontraba en las calles, conversaba.
Después del día 25 perdimos nuestra tradición como pescadores.
Perdí a mi padre. De mi padre no encontraron los restos mortales,
encontraron pedazos. Nuestra comunidad acabó y la Vale no hizo nada
por nosotros. Yo tuve que salir de la propiedad donde producía
orgánico porque todo está contaminado; tuve que salir por la salud
de mis hijos, la contaminación les dio problemas en la respiración.
Es un juego estratega de la Vale para cerrar los negocios y quedarse
con todo. Para ir a comprar un litro de leche, para llevar a mis
hijos a la escuela debo ir muy lejos. La reparación no está
terminada, no es solo indemnización, entonces nuestra lucha es
constante. Es por eso que estamos aquí, por eso está aconteciendo
esta marcha porque debemos conseguir la unidad de lo colectivo en la
comunidad. El pueblo está unido y la Vale se va a encontrar con
nuestras agallas.
Adilson
Lopes Silva, 36 años.
Productor
orgánico, Córrego do Feijão.
El
conductor de un camión que fue arrastrado por el lodo sobrevivió y
se quedó sin trabajo. Era empleado de una empresa tercerizada por
Vale, que hoy no trabaja más en la mina, y Vale no lo reconoce como
trabajador. Está desocupado, sin indemnización. Deprimido. Con una
familia que alimentar.
Allí
ocurrió [señala hacia el hueco que quedó en el verde]. Del otro
lado está la Represa II, que está en riesgo. Si revienta puede ser
peor que la anterior porque solo contiene agua. Y el agua avanza más
rápido que el lodo.
Moisés
Borges, Movimiento de Afectados por Represas de Brasil (MAB).
Aquí
en casa, desde que te fuiste, nadie más volvió. Sólo ahora que has
vuelto. En las casas de otras personas ya no puedo hablar con
seguridad. Hace mucho tiempo que no veo a ningún periodista en la
calle informando. No puedo hablarte en la casa que estábamos
construyendo. Como la losa está al mismo nivel que la calle, donde
estaría la puerta, podemos ver todo el barro. Por eso ya no queremos
ir allí. Si fuera a hacer una terraza, u otra casa, estaríamos allí
mirando, siempre recordando lo que pasó.
Perdí
a mi primo, a amigos, vecinos y compañeros de trabajo.
Perdí
mi trabajo en Brasanitas [empresa tercerizada de Vale, responsable de
la limpieza de los vagones de carga MRS Logística]. Seguí cobrando
el salario hasta agosto de 2019 y me despidieron. La MRS envió una
carta a Brasanitas exigiendo que nos despidan. La abogada del
sindicato está corriendo para ver si puede conseguir ese proceso de
tres años de estabilidad, pero el trámite está un poco trancado.
Celso
Henrique de Oliveira, 21 años. Córrego do Feijão.
El
25 de enero de 2019 cambió de turno en el trabajo. Hace un año
estaba en la casa donde iba a vivir con su prometida, antes de que se
rompiera la presa. Ahora habla en la casa de sus padres, donde vive.
Quería
casarme por la iglesia, Celso tiene mucha familia y yo también. Mi
deseo era reunir a todos. Pero luego las cosas pasaron y no hubo
forma de unirlas, nadie tenía ánimo. Por eso lo dejamos allí.
Laíssa
Carvalho da Silva Oliveira, 17 años. Córrego do Feijão.
Se
casó con Celso dos meses después del rompimiento de la Represa I.
Vivo
en la zona rural de Brumadinho. Hace 400 años que mi familia vive
aquí. Yo me siento afectado por el crimen de Vale porque mató a 272
personas, algunos eran amigos míos, los conocía desde niño. Nos
criamos juntos y estudiamos en Primaria. Tres eran vecinos del
pueblo.
La
mayoría somos pequeños agricultores rurales, producimos maíz,
porotos, café, tabaco, leche, gallinas, caballos, vacas para la
leche, la gente produce para subsistencia y lo que sobra lo
comercializa. Estamos a 27 kilómetros de la represa.
Antes
del crimen ambiental tenía que andar unos 50 minutos para llegar a
la zona comercial y comprar lo que no puedo producir en casa.
Después, la calle fue interrumpida por varios días y para llegar a
Brumadinho había que dar una vuelta de tres horas para ir y otras
tres para volver. Se desvalorizó el precio de mercado de nuestros
productos porque están contaminados y la gente no quiere contaminar
a sus familiares.
Yo
estoy contra la minería. A quien le gusta la minería dice que es un
mal necesario, yo digo que es un mal predatorio. Trabajar en las
minas es un subempleo, están contaminando la naturaleza, poniendo
sus vidas y la de otras personas en riesgo. Por mí, cerraría todas
las minas de Brasil.
Algunos
me dijeron que estaban miedosos de trabajar en la presa, pero por
presión de los jefes tenían que trabajar. “Vos querés que
perdamos nuestro trabajo”, me decían. Hoy están muertos.
Gilmar
Matosinhos Martins, zona rural de Brumadinho.
Este
lugar debería estar abierto como un memorial. En esta casa verde se
guardan los trofeos de un grupo de trabajadores que jugaban al fútbol
en esa cancha. Me enteré de muchas historias así cuando vinimos con
el MAB. Estuve un mes y diez días. Después del rompimiento vinimos
a acompañar a las familias a organizarse. El rompimiento se llevó
casas, se llevó culturas, la gente estaba llorando, los helicópteros
en todo momento sobrevolando los tejados.
Igor
Meirelles, Altamira, Pará.
Militante
del MAB.
***
La
Represa I tenía 87 metros de alto construidos con la técnica
“montante”: se aumenta la altura del primer dique de contención
de residuos con nuevos muros hechos por la acumulación de tierra y
desechos tóxicos. Desde afuera se ve como una escalerita de pasto,
una montaña cortada, pero por dentro es líquido: lodo, plomo,
mercurio, cadmio, zinc. Un batido tóxico que se agita con la
actividad minera cercana.
***
Mi
prima se llamaba Sueli Marcos. Trabajaba en el depósito de la mina
desde hacía doce años. Tenía 40 años y dos hijas, de nueve y 19
años, ahora viven con su abuela. Los bomberos encontraron la mitad
de ella, de la cintura para abajo, quince días después.
Ella
no hablaba mucho de su trabajo. Es prestigioso trabajar para Vale.
Nadie pregunta, pero dicen “Ahhh, trabaja para la Vale”. Pasa lo
mismo donde yo vivo. Si decís que sos de Santa Izabel, que sigue
siendo vista como un leprosario, la gente se aleja, pero si decís
que trabajás para la mina, ahhh.
La
Vale hizo el funeral a cajón cerrado y puso una foto encima. Duró
media hora. No permitió que fuera mucha gente. Fue muy triste. Nadie
merece morir de esa forma tan trágica. Ahora van a hacer un
memorial, el nombre de Sueli va a estar ahí, y ni siquiera nos
avisaron. Es un acto de un mercenario para otro mercenario. Vale y el
gobernador tienen en común que no les interesa el pueblo.
Michelle
Regina Aparecido Di Paula Rocha, Colonia Santa Izabel, Betim.
¿Que
nuestra comunidad no tiene resistencia a la Vale? Todo lo contrario.
La Vale se muestra como si fuera una pobre empresa acusada de un
crimen. Pero la Vale es asesina, mató, y no se hace cargo de las
personas que trabajaban allí. Esa mina estaba a punto de cerrarse
porque no había más mineral. El único mineral rico era el que
estaba dentro de la presa. Hay otra que está en riesgo, la de
Congonhas, que es mucho más grande que Brumadinho, pero no se ha
hecho nada para evitar otra tragedia. Todo lo que les importa es el
beneficio. El ser humano nada. Sólo somos números. Nuestra
comunidad está abandonada: las calles están llenas de agujeros, las
personas tienen las casas en venta y, a la vez, en riesgo de
derrumbe. Mi marido está ahí y no lo creo. El dinero no vale más
que la vida. Nosotros no vamos a desistir hasta que vayan presos los
culpables, responsabilizados por ese crimen. Porque fue un crimen;
accidente es cuando algo no se puede prevenir.
Ana
Paula de Santos Assis, 33 años, Córrego do Feijão.
Cuando
oímos la noticia de que el río Paraopeba se había estropeado nos
sentimos muy mal porque allí donde vivimos tienes la naturaleza, los
niños, los peces. Es un dolor muy grande sentir que el río, ahora,
no es lo mismo. Todo está vinculado aquí a la minería, todas las
personas, desde aquellos negros que vinieron de África, todos ellos
sufrieron mucho. Hay mucha exclusión y separación de clase. Quienes
estamos abajo somos las principales víctimas de las mineras. Los
pobres somos los principales afectados.
Sandra
de Assis Reis, Entre Ríos de Minas -donde nace el Paraopeba-.
Profesora
de Historia y Coordinadora del Foro de Vivienda Popular.
Pescaba
mucho surubí, tilapia, dorado, gurimatí y mandi con traína. Vivo
al margen del río Paraopeba. Juatuba tenía mucho turismo, pero con
el problema de la Vale acabó todo, los comercios cerrando, la gente
no sale más, no come más pescado. Cuando vi el río con lodo fue
muy preocupante, hasta hoy lo es. En casa somos cinco, tenemos que
comprar agua para tomar, no tenemos energía, no tengo trabajo.
María
de Fátima Pureina, Juatuba
Estoy
triste. El agua está muy sucia. Yo estoy jubilada por invalidez
desde 2003, tengo artrosis y problemas de columna. Mis dos hijas se
mudaron a Juatuba hace once años porque sus maridos iban a trabajar
con los peces y yo fui con ellas para estar con las crianzas. Ahora
el agua está muy sucia y hay que pagar. Cinco litros nos cuestan
diez reales [2,5 dólares].
Un
amigo de mis hijas trabajaba en Vale. Viaja mucho y gracias a Dios
ese día no estaba ahí, sino podría haber muerto. Hoy no tiene
empleo, lo perdió.
Tomasina,
Juatuba
Acompañar,
escuchar, orientar, esa es nuestra función.
Los
desechos mineros tienen metales que matan ríos y envenenan personas,
entonces muchos problemas de salud comienzan a surgir a partir del
rompimiento. La pérdida de la vivienda, de los ingresos, de los
planes de vida, llevan también a una enfermedad mental. Todo el
mundo, de una forma u otra, adolece por esa causa.
Abordar
la salud en forma integral implica, en casos como el crimen ambiental
de Brumadinho, considerar las alergias en la piel por el contacto con
el barro tóxico; asma, rinitis y otros problemas respiratorios por
el contacto con el polvo; la contaminación en la sangre, con
pequeñas dosis de cinco, seis, ocho metales pesados durante mucho
tiempo; los problemas cognitivos que pueden desarrollarse en el
Sistema Nervioso Central por consumir o estar en contacto con agua
contaminada. Las depresiones que se producen por el shock de perder a
seres queridos, familiares, amigos, compañeros de trabajo, y por el
cambio en la forma de vida: es la sensación de que el mundo acabó.
En
los datos estadísticos del sistema único de salud se percibe un
aumento de abortos espontáneos; una parte puede estar siendo causado
por la contaminación con metales pesados. También hay un riesgo
para aquellas que ya tenían un embarazo en curso. Eso también lo
vimos en otros mamíferos como las vacas, las personas que crían
estos animales ya han informado de pérdidas de esos embarazos.
Como
ocurrió en Mariana, las empresas no quieren admitir que el colapso y
la ruptura de represas causan daños a la salud porque saben que las
formas de reparar esos daños son más complejas y costosas. Se
necesita información.
Cuando
un hecho así ocurre, las pérdidas recaen mucho más sobre las
mujeres porque, en general, el hombre busca otro trabajo y la mujer
es quien va a tener que cuidar día a día la casa donde viven,
cuidar del ambiente que ahora está contaminado, las enfermedades de
la familia como un todo, inclusive del marido que perdió el empleo,
todo acaba recargando a la mujer. Las mujeres tienen una dificultad
mayor de recolocarse en el mercado de trabajo porque una situación
muy común es que el hombre trabaje en alguna actividad de minería y
la mujer se ocupe de la casa y eventualmente hace algo para
complementar, como la pesca artesanal o vender comida en la feria: en
muchos casos esos ingresos se tornan mayores que los del marido.
La
mayoría de las personas organizadas en MAB son mujeres, porque ellas
están más acostumbradas a organizarse. Eso ayuda a compensar la
desigualdad de género que vivimos en nuestro país.
La
parte más linda de nuestro trabajo es cuando la gente consigue
recuperar su dignidad y cambiar el luto por la lucha en derechos
humanos.
Zé
Geraldo Martins, Belo Horizonte.
Encargado
de Salud del MAB.
***
Coro
de residentes del Asentamiento PA Queima Fogo (Pompeu) y de Cachoeira
do Choro (Curvelo), a 245 kilómetros de Brumadinho
Yo
necesitaba mucho el agua del río. Me hacía bien para mi columna y
para aliviar la trombosis en mis piernas. Tenía depresión y corría
al río.
Mi
esposa es una guerrera y yo también lo soy porque estoy con ella.
[Llora] Quieren pagar auxilio solo para quien vive hasta a un
kilómetro del río, pero los afectados somos todos aquí. El río
está a 5 kilómetros. Mi esposa recibió auxilio, pero no yo ni mis
hijas, ni nadie más de la comunidad. Vale no explicó esa diferencia
aunque la comunidad presentó todos los papeles. Aquí la gente lucha
para todo el mundo, el asentamiento es para todos. Antes del crimen
de Vale era todo más fácil de vender. Esto afectó los ingresos
[dice caminando entre unas veinte vacas que pesan 500 kilos cada
una]. La gente pasaba y compraba chancho, queso, huevos, estiércol.
Ahora no aparece nadie.
El
fin de semana iba hasta la parcela de mi hermana, sobre el río. Se
acabó. Nadie toma baños. La gente perdió mucho. El agua del río
está marrón, a veces se ven peces… muertos. La tristeza es
grande. Siento esperanza de ver alguna vez el río que vi, ir a nadar
con libertad, a pescar, que las niñas jueguen, pero en este momento
nuestro cotidiano es muy difícil.
Cuando
una ve al río pasar parece que los problemas se van [dibuja olas con
sus manos].
Quería
conectar a los tres pozos del asentamiento unos tubos para irrigación
y hacer mi huerta. Ahora no puedo. Vale nos trae 90 litros de agua
mineral para toda la semana. En mi casa somos nueve.
Tengo
un hijo especial, el quinto audífono que tuvo se le rompió hace un
año. Desde entonces no le puedo comprar otro porque no hay trabajo.
No hay piauí. No hay turismo. No recibo ayuda porque vivo a 200
metros del kilómetro. El kilómetro es el límite que marcó Vale
determinar quiénes reciben la ayuda de emergencia durante un año.
Parece
un pueblo fantasma. Las puertas están cerradas. En los bares solo
hay moscas. Era el paraíso. El río era como un papá y una mamá.
La Vale está tirando nuestra propia vida.
Residentes
Erliete Rocha de Campos, Alexandro Magela de Olivera, Leandro Magela
de Olivera, Tatiane Olivera, Eliana Marques, Elisabeth de Fátima.
***
Mientras
pagaba ayudas de emergencia a 108 mil personas, que no superaron los
6,5 billones de reales en total, en 2019 Vale recibió 7,2 billones
de reales por parte de accionistas como bancos y fundaciones
internacionales. Las y los afectados por Vale exigen: que no se
detenga la búsqueda de las once personas que restan ser
identificadas bajo el lodo tóxico derramado hace un año; garantizar
que todos los afectados, sin discriminación, reciban la ayuda de
emergencia -que consiste en un salario mínimo para personas adultas,
la mitad para jóvenes y un cuarto de ese monto para niños-; que se
homologuen de forma inmediata los contratos de las asesorías
técnicas independientes y se apruebe el Plan Nacional de Afectados
por Represas de Brasil que se tramita en el Senado Federal.
Al
mediodía del primer aniversario la Iglesia de Córrego do Feijão
ofrece una misa y pide a quienes se manifiestan que la prioridad en
los bancos de madera sea para los familiares de las víctimas. Una
decena de familias están allí, el resto en Brumadinho. Cada núcleo
familiar viste remeras que tienen el rostro sonriente de la persona
que perdieron y su nombre o algún mensaje de fe. El cura dice algo
de que ellas y ellos no murieron, sino que resucitaron y están junto
a Dios, e invita a rezar afuera, sobre el pasto de la cancha. Se
toman de las manos, se abrazan fuerte, lloran, se quedan en silencio.
Suenan
272 campanadas. La última a las 12:28.
- Mariana es el nombre de una ciudad de Minas Gerais. El 5 de noviembre de 2015, las represas de residuos mineros Fundão y Santarém de la empresa Samarco, ubicadas en el municipio de Bento Rodrigues, a 35 kilómetros del centro de Mariana, colapsaron y causaron 19 muertes -14 eran trabajadores de la compañía Samarco Mineraçao S.A, coparticipada por la brasileña Vale do Rio Doce y la anglo-australiana BHP Billiton-. Se consideró el mayor desastre ambiental de Minas Gerais hasta el crimen de Vale en Brumadinho.
Azul
Cordo
Periodista
Azul
Cordo coincide con Héctor Abad Faciolince en las siete sílabas que
definen a la hechura de una crónica: si no se va no se ve.
Nació
en La Plata en 1985. Diecisiete años después encontró en la serie
de los irlandeses de Rodolfo Walsh unas metáforas potentes para
saber que así también se pueden contar historias. Luego vendría lo
ejemplarizante de Operación Masacre y la gran lección de La isla de
los resucitados.
En
los últimos años deconstruye su formación esforzándose por
encontrar y difundir a autoras de crónicas. También se ha amigado
con la sensibilidad pisciana y suele preguntarse qué miedos, ansias,
dudas, frustraciones y actos de valentía responden y reflejan las
historias que cuenta.
Vive
en Montevideo desde hace una década, el mismo tiempo que lleva dando
talleres de periodismo narrativo. En Uruguay ganó el Premio Nacional
de Prensa Escrita “Marcelo Jelen” (2017). Escribe para Brecha, La
Diaria, Latfem y Radio Mundo Real. Vuelve a la rambla para saber por
qué se fue o por qué se queda.
Fuente:
Azul Cordo, Brumadinho: ¿qué hay después del lodo?, 2020, Revista Anfibia.
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