Lo
afirmó el ecologista Antonio Elio Brailovsky en una entrevista
realizada por Mario Hernandez, en la que se abordaron la falta de
políticas públicas para las comunidades índigenas, y también las
consecuencias del agro negocio y el uso del glifosato y el
clorpirifos.
Mario
Hernández: Nos referíamos al aniversario del nacimiento de Güemes,
caudillo salteño, en relación a la situación que se está viviendo
de la muerte de niños de la comunidad Wichi. ¿Qué vinculación
tiene la muerte de estos niños con las casi 80.000 hectáreas de
bosques desmontados en Salta en los últimos 4 años?
Elio
Brailovsky: Gran parte de la zona desmontada era territorio Wichi que
fueron desplazados por hacendados. Detrás de esto hay un tema, la
Argentina nunca tuvo una política para las comunidades indígenas.
Desde los discursos la “Argentina no necesita de los indios”
hasta Sáenz Peña, que fue el único que planteó una integración
de los indios porque los necesitaba como mano de obra barata para los
obrajes del norte. De modo que esta no es la causa. La desforestación
y el desplazamiento de sus tierras ancestrales obviamente es una
causa, pero no es la primera. La primera causa es la Argentina
actuando siempre como un país blanco al que le molestan los indios.
Entonces si molestan hay que esconderlos, ponerlos debajo de la
alfombra, dejarlos morir de hambre. Hacer cualquier cosa. Y verlo
dentro de ese marco histórico de la deuda que la Argentina tiene con
sus pueblos originarios que es más importante que la deuda con el
FMI, por supuesto.
M.H.:
Leyendo días pasados declaraciones de Medardo Ávila Vázquez,
pediatra y coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud,
sostenía que lo único que hizo el Estado era fomentar el
agronegocio y dice “los indios son un problema, una carga por eso
quieren que se vayan para la ciudad. Pero estos indios (refiriéndose
a los Wichi) no se van. A diferencia de otras culturas más avanzadas
de pueblos originarios estos nativos del monte tienden a quedarse
esperanzados de volver a conseguir un espacio donde puedan vivir”.
E.B.:
Hay un escritor brasileño, Ailton Krenak, que es indígena que
plantea que frente a la noción de ciudadanía hay que hablar de la
noción de florestanía, floresta es selva en portugués, y que los
hombres y los pueblos que tienen la noción de florestanía piensan
que el mundo no tiene por qué ser una masa de cemento sino que
tienen una relación completamente distinta con su entorno y entre
sí, y que hay que respetar esa florestanía así como uno plantea
respetar la ciudadanía. Creo que es una idea interesante como para
empezar a hablar de esto.
El
sistema del agro negocio no soporta la ciencia
M.H.:
Yo estaba recomendando ir a ver el documental sobre Andrés Carrasco
“Ciencia Disruptiva”. ¿Qué reflexión le merece una
personalidad como la de Andrés Carrasco?
E.B.:
Básicamente Carrasco ha sido un hombre y un científico íntegro,
honesto. Como cualquier científico formado en nuestro sistema
académico fue a buscar datos y los encontró. Los datos que Carrasco
encontró evidenciaban que el glifosato, el plaguicida más usado en
el país, provocaba nacimientos deformes en embriones de distintos
animales acuáticos.
El
CONICET, las Universidades, el Ministerio de Ciencia y Tecnología se
escandalizaron, lo censuraron, le prohibieron publicar, lo echaron de
todos lados. Carrasco lo único que hizo fue hacer experimentos
científicos y mostrar los resultados. Esto nos lleva a que el
sistema del agro negocio no soporta la ciencia, porque está basado
en una publicidad que habla de ciencia pero una vez que alguien hace
ciencia de verdad se les cae la careta.
M.H.:
En más de una oportunidad hemos hablado sobre el glifosato, hoy lo
volvemos a hacer en relación al Dr. Carrasco, pero me veo en la
obligación de profundizar la información y he descubierto que hay
un plaguicida mucho más peligroso que el glifosato que es el
clorpirifos.
E.B.:
Claro, el clorpirifos es un insecticida, el glisfosato es un
herbicida. Los herbicidas matan plantas y los insecticidas matan
insectos, como nosotros estamos mucho más cerca de un insecto que de
una planta, un insecticida es mucho más peligroso para nosotros que
un plaguicida.
M.H.:
Insecticida que ha sido prohibido en EE UU y creo que en enero ya fue
prohibido en Europa.
E.B.:
Está en marcha la prohibición en la Comunidad Europea, si el lobby
de las empresas no consigue postergarlo un poco. Pero hay una
conciencia pública en los países del norte de que no hay por qué
utilizar una sustancia que hace daño.
El
Clorpirifos destruye el sistema nervioso de los insectos y aunque la
apariencia nuestra sea muy distinta a la de los insectos, por suerte,
los mecanismos fisiológicos no son tan distintos. Entonces el
Clorpirifos es neurotóxico también para los seres humanos. Lo que
se ha notado son problemas en el desarrollo mental y motriz de niños
afectados por el clorpirifos, inclusive afectados en el vientre
materno y en adultos también, problemas de distintos tipo de daño
neurológico y muscular en el sentido de problemas en la movilidad
muscular provocadas por afectación de los nervios que mueven esos
músculos. De modo que no hay razones para seguir con un producto que
solo le sirve al vendedor.
M.H.:
¿Cómo se explica entonces que en la campaña sojera bonaerense se
apliquen 6 millones de litros al año?
E.B.:
Se explica porque a nosotros nos preocupa si los plaguicidas matan
gente, a los insectos no les preocupa en absoluto que los plaguicidas
maten a sus congéneres. Lo que hacen los insectos es crear una nueva
generación de insectos resistentes al clorpirifos; y cómo reacciona
la industria, les echa el doble de clorpirifos, se mueren casi todos,
pero quedan algunos que desarrollan más resistencia, entonces al año
siguiente le echan cuatro veces más. Es un círculo vicioso. Cada
vez se utilizan más sustancias tóxicas y hay más riesgo sobre las
personas y ni qué hablar sobre los ecosistemas.
M.H.:
Fue el insecticida más utilizado en el año 2017, se importaron más
de 270 millones de kg.
E.B.:
En Estados Unidos hasta hace muy poco, principios del Siglo XXI, se
permitía que se utilizara en los domicilios y luego fue prohibido.
M.H.:
Para matar cucarachas.
E.B.:
Para matar cucarachas lo mejor es la zapatilla. Pero el problema es
poner en el interior de un domicilio sustancias que están evaporando
continuamente compuestos neurotóxicos. Es absolutamente criminal.
M.H.:
Las consecuencias de la exposición a este neurotóxico: ataca al
sistema nervioso provocando desde incordinación motora hasta muerte
por asfixia, también puede causar retraso en la maduración
embrionaria, deterioro del crecimiento y la reproducción, cambios
comportamentales y neurológicos, deformidades y mortalidad a largo
plazo. Es considerado además un peligroso cancerígeno porque genera
daños a nivel del ADN. ¿Qué hacemos con esto?
E.B.:
Obviamente hay que sacarlo del medio. Pero además no hay que caer en
la trampa de las empresas de discutir producto por producto. Hay
miles de sustancias tóxicas que nos han metido en todas partes, en
el agro, en cosméticos, en alimentos, limpiadores, en la cubierta de
los televisores, en todas partes. Entonces lo que necesitamos es una
política pública de aprobación o rechazo de sustancias químicas.
En
el caso de los plaguicidas, la manera de aprobación es así: la
empresa presenta una carpeta en la que da su versión de los hechos,
obviamente que es una maravilla, que no produce daño a la gente, que
la toxicidad es mínima, etc. Y lo sustenta en una serie de trabajos
que cita los títulos pero no los presenta porque dice que son
confidenciales, propiedad intelectual de la empresa y no se pueden
mostrar. Entonces el Ministerio de Agricultura de cualquier gobierno
aprueba esos plaguicidas no solo por lo que dice la empresa, sino por
trabajos pretendidamente científicos que la empresa no muestra y que
no están publicados.
Necesitamos
que el sistema científico público, que el INTA, el INTI, las
Universidades, hagan un control de las calidad de los productos
químicos antes de que se manden al mercado. Y la discusión es
porque significa un lucro cesante para las empresas, pero lo
contrario es un daño o un riesgo de daño sobre la salud de la gente
si admitimos que se sigan utilizando esas sustancias que no sabemos
qué efecto tienen sobre la salud de la gente. Esperamos a sumar
casos de cáncer para luego sacarlo.
M.H.:
Dentro de las cosas que leí sobre el tema también encontré que hay
una científica de la Universidad de Hurlingham, Melina Álvarez,
Dra. en Biología, que dice que “no puede ser que estemos comiendo
constantemente residuos de agrotóxico, hay que cambiar la matriz
productiva, gastamos millones en tratamientos oncológicos, porque
los pool de siembra aplican lo que quieren sin control”.
E.B.:
El INTA hizo una cantidad de ensayos de agroecología en distintos
campos experimentales y comparó los rendimientos de estos, con los
rendimientos de los pool de siembra del modelo de las grandes
empresas y llegó a la conclusión de que los rendimientos agrícolas
eran muy parecidos en toneladas por hectárea, pero que el costo de
producción era mucho menor por el enorme costo de los plaguicidas,
entonces era más rentable no usar plaguicidas que sí usarlos. Esto
por supuesto no aparece en los suplementos rurales de los grandes
diarios ni en el Canal Rural.
M.H.:
Esto lo conversamos en el programa anterior y publicamos la nota de
la entrevista, y me sorprendió porque la leyó muchísima gente. En
una de las páginas que se publicó tiene alrededor de 900 me gusta.
Yo me tomé el atrevimiento de titularla haciendo referencia al menor
costo que tienen los cultivos sin la aplicación de tóxicos. Pero
pasan situaciones como en la localidad de Sastre, en la Provincia de
Santa Fe, de 6.000 habitantes donde han logrado un triunfo en la
pelea judicial en contra de los pesticidas y en defensa de su salud,
que significa limitar el uso terrestre de agroquímicos a una
distancia de 800 metros de los límites urbanos. Porque los llenaban
de agrotóxicos. Los vecinos cuentan que les dicen a los empleadores
que los echen de sus trabajos, boicotean sus negocios, han perdido
amigos, se han roto familias, porque los productores no quieren ver
alternativas para dejar de envenenarlos y envenenarse. En la zona
todos tienen un familiar muerto de cáncer.
E.B.:
Siempre, desde que se inventó el capitalismo, las empresas manejaron
grupos de choque, mafiosos, pistoleros que intimidaban a la gente,
forma parte del modo de producción capitalista. Al Capone duró
tanto justamente porque financiaba rompehuelgas, entonces se podía
tolerar que extorsionara a las barberías de Chicago y estuviera en
el negocio del licor clandestino, mientras ayudara a las empresas a
romper las huelgas. De modo que conductas mafiosas es lo previsible.
En todo caso hay que trabajar sobre la conciencia pública diciendo
que no todos son buenos, que no todo el mundo actúa de buena fe y
que este sistema capitalista necesita de conductas mafiosas. Es el
último argumento, cuando se acaba todo lo demás.
Fuentes:
“Argentina siempre actuó como un país blanco al que le molestan los indios”, 26 febrero 2020, Red Eco Alternativo.
La obra de arte que acompaña esta entrada es "La quinta plaga de Egipto" de William Turner. El episodio bíblico relata una enfermedad que mata todo el ganado de los egipcios y que Turner presenta bajo la forma de una enome nube tóxica.
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