jueves, 23 de enero de 2020

Un año de duelo en Brumadinho: dolor y bronca por el desastre de la minera Vale en Brasil

Vista de los vagones dañados de un tren de carga después del colapso de la pres: Foto: Douglas Magno/ AFP

Destrucción y muerte. La ruptura de un dique arrasó un enorme sector de esa ciudad de Minas Gerais y dejó 270 muertos. Hoy hay casas abandonadas, habitantes desplazados y heridas que no cierran.

"Vale #Asesinos". El cartel con letras negras entre dos árboles a la entrada de Brumadinho avisa que esta pequeña ciudad del estado de Minas Gerais, en el centro este de Brasil, sigue cargando el dolor y los estigmas de la rotura hace un año de un dique perteneciente a ese grupo minero.

Un total de 270 personas (11 de ellas desaparecidas hasta hoy) murieron tras el colapso de la presa, el 25 de enero de 2019, que sepultó gran parte de la región bajo un torrente de lodo.

El lugar ya nunca será el mismo, pese a las indemnizaciones de unos 2.000 millones de reales (unos 480 millones de dólares) que la poderosa minera Vale fue condenada a pagar.

Los ausentes no son olvidados y los bomberos siguen buscando hasta ahora los desaparecidos.

Búsqueda sin fin

"Brumadinho es pequeño y la mayoría de la gente se conoce. Tenemos a nuestros amigos de infancia. Yo he ido a unos 30 o 40 entierros", cuenta Natalia de Oliveira, que perdió a una hermana y a muchos amigos.

"Cuando nos encontramos en la calle o en el supermercado, nos decimos: '¡Cuánta gente murió aquí!' Alguien que perdió a su padre, a su madre, que habían ido a trabajar".

Como todos los días desde hace casi un año, Natalia de Oliveira enciende una vela antes de rezar para que se encuentre el cuerpo de su hermana Lecilda bajo el lodo del dique minero.

Para este ritual, pone en una mesa baja de su salón un rosario y una foto de Lecilda en vacaciones, sonriente.

"En medio de esta tragedia, fuimos despojados de la dignidad de un funeral. Pero no aceptamos que nos digan que está entre los desaparecidos. Ella estaba en el comedor de Vale ese viernes, a las 12.28", dice Natalia sobre su hermana, empleada del departamento de recursos humanos del gigante minero.

Desde entonces, escucha constantemente los mensajes de audio que su hermana le enviaba por WhatsApp cada mañana.

"Siento que todavía me dice buenos días. Estos mensajes son lo único que me ayuda a levantarme de la cama", explica entre lágrimas.

Como ella, Malvina Firmino Nunes no ha podido todavía empezar el duelo, doce meses después de perder a su hijo. Otra de sus hijas la llamó ese 25 de enero para decirle que Peterson, de 35 años, había sido arrastrado por el lodo.

Vale le pagó a Malvina, como a 4.000 familiares de las víctimas, una indemnización. Con sus 700.000 reales (alrededor de 170.000 dólares), compró una casa pequeña. Pero la compensación de la empresa minera no satisface a nadie.

"Solo espero justicia, espero que vayan a la cárcel, pero creo que no van a ser detenidos. Quien está preso es quien murió. Los de cuello blanco siguen sueltos", dijo esta mujer robusta, de 62 años.

Sobrevivir a la tragedia

Algunas personas llevan la tragedia en sus carnes. Como Talita Oliveira, de 16 años, que vio la muerte muy de cerca ese día. Quedó atrapada en el lodo, pero fue rescatada por los bomberos, que la alzaron con un helicóptero, una escena espectacular filmada en directo.

Sus piernas están llenas de cicatrices y camina con muletas. "Estuve en el hospital seis meses, con mucha morfina, los dolores eran muy intensos".

A pesar de la veintena de medicamentos que toma todos los días y las dolorosas sesiones de fisioterapia, Talita se ha "recuperado bien". Es una superviviente esperanzada.

"A veces todavía tengo pesadillas, las imágenes de cuando intentaban sacarme del lodo vuelven a mí. Pero hay días en que logro ser feliz, canto. Espero tener un futuro sin tantos medicamentos, poder caminar normalmente... Eso sería una vida perfecta".

Impacto ecológico y económico

Al duelo se suman la devastación y el impacto ecológico de los 12 millones de metros cúbicos de lodo cargado con residuos mineros que se desprendieron del dique. El siniestro es particularmente visible en los suburbios rurales de Brumadinho: viviendas abandonadas, poblaciones desplazadas, pescadores y agricultores a quienes se prohibió ejercer su oficio.

En Parque da Cachoeira, un barrio bucólico en el valle, solo se ven casas vacías sobre un paisaje arrasado.

Pedro Rocha, un agente de seguridad, de 54 años, visita los restos de su casa. En las semanas siguientes a la tragedia, al menos 20 cadáveres fueron extraídos del fondo de lo que era su jardín.

"Gracias a Dios, no hemos perdido a nadie de la familia, pero hemos perdido todo el resto", lamenta el hombre, que encontró alojamiento con su familia en el centro de Brumadinho.

"(La empresa Vale) nos encontró alojamiento en la ciudad y paga nuestro alquiler. Pero nos gustaba vivir aquí. Con el río al fondo del jardín y agua para cultivar", agrega.

La contaminación del río Paraopeba paralizó las actividades de la zona y dejó sin sustento a pescadores y agricultores.

Adelson Silva de Oliveira aplasta con su tractor las malezas de dos metros de altura que invadieron su campo junto al río. Desde hace un año, no ha plantado nada.

"Plantábamos lechuga, coles, maíz. Pero paramos todo. ¿Quién quiere comprar productos de aquí?. ¡Nadie!", afirma.

Los 106.000 habitantes que viven a menos de un kilómetro del río reciben una "ayuda de emergencia" de 1.000 reales por mes (240 dólares), equivalente a un salario mínimo. Esa suma se reducirá a la mitad a partir de febrero.

El desastre tuvo un fuerte impacto social, al privar a muchos pescadores de su actividad. Las embarcaciones permanecen ancladas la mayor parte del tiempo.

"Pescábamos todos los días, eso nos daba de comer. Sigue habiendo muchos peces, pero nos piden que no pesquemos y que no comamos los peces de la región", dice Wenis Alves Rodrigues, de 29 años.

El joven solo sale a navegar unos minutos por día, para recoger muestras del agua marrón que entrega a un laboratorio contratado por Vale.

"Antes, todos los pescadores nos reuníamos aquí, para hacer una parrillada después de la pesca. Ahora ya no viene nadie", agrega.

El suelo de la región se volvió negruzco, otro rastro de la contaminación provocada por la rotura del dique.

Brumadinho se está preparando para recibir a residentes de todo el estado de Minas Gerais para el primer aniversario de la tragedia. No será el primer homenaje: el 25 de cada mes, los familiares de las víctimas se reúnen en la entrada de la ciudad.

Acusación contra la compañía

Fiscales brasileños acusaron este martes de homicidio voluntario a 16 funcionarios y ex funcionarios del grupo minero Vale y de la firma alemana TÜV SÜD, por ocultar los riesgos del dique que hace un año se derrumbó en Brumadinho.

El ex director ejecutivo Fabio Schvartsman se encuentra entre los imputados, junto a otros 15 trabajadores de Vale y de la compañía alemana, que habría indicado que la mina era segura.

Las dos empresas fueron acusadas por otra parte de "crímenes ambientales", precisó el promotor William Garcia Pinto Coelho, del Ministerio Público de Minas Gerais (MPMG), en una conferencia de prensa en Belo Horizonte.

Schvartsman, ex presidente de Vale, que "actuó directamente para crear la falsa impresión de plena seguridad en los diques" del mayor productor mundial de mineral de hierro, en complicidad con TÜV SÜD, a cargo de las auditorías de riesgo, indicó Pinto Coelho.

TÜV SÜD emitió "declaraciones de estabilidad falsas, con el objetivo de servir de escudo para que las actividades de Vale permaneciesen subrepticiamente arriesgadas", agregó. "El objetivo de esas omisiones era evitar impactos negativos en la reputación de Vale, que pudiesen afectar su valor en el mercado", remarcó.

La Agencia Nacional de Minería (ANM) había indicado en noviembre que Vale estaba al tanto de problemas en el sistema de drenaje instalado siete meses antes del desastre.

Pero, según la Fiscalía, ese ocultamiento deliberado "perduró por lo menos desde noviembre de 2017 hasta el 25 de enero de 2019", cuando la rotura de un dique del complejo minero Córrego do Feijao, en el municipio de Brumadinho, generó una marea de lodo que arrasó con todo lo que halló a su paso y dejó 270 muertos.

Esta fue la segunda gran tragedia provocada por la rotura de un dique minero en menos de cuatro años en Brasil, después de la de Mariana (Minas Gerais) en noviembre de 2015, que dejó 19 muertos y provocó el mayor desastre ambiental de la historia del país. Ese dique era propiedad de Samarco, una empresa conjunta de Vale y la angloaustraliana BHP.

AFP

Fuente:
Un año de duelo en Brumadinho: dolor y bronca por el desastre de la minera Vale en Brasil, 22 enero 2020, Clarín.

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