Vista de los vagones dañados de un tren de carga después del colapso de la pres: Foto: Douglas Magno/ AFP |
Destrucción y muerte. La ruptura de un dique arrasó un enorme sector de esa ciudad de Minas Gerais y dejó 270 muertos. Hoy hay casas abandonadas, habitantes desplazados y heridas que no cierran.
"Vale
#Asesinos". El cartel con letras negras entre dos árboles a la
entrada de Brumadinho avisa que esta pequeña ciudad del estado de
Minas Gerais, en el centro este de Brasil, sigue cargando el dolor y
los estigmas de la rotura hace un año de un dique perteneciente a
ese grupo minero.
Un
total de 270 personas (11 de ellas desaparecidas hasta hoy) murieron
tras el colapso de la presa, el 25 de enero de 2019, que sepultó
gran parte de la región bajo un torrente de lodo.
El
lugar ya nunca será el mismo, pese a las indemnizaciones de unos
2.000 millones de reales (unos 480 millones de dólares) que la
poderosa minera Vale fue condenada a pagar.
Los
ausentes no son olvidados y los bomberos siguen buscando hasta ahora
los desaparecidos.
Búsqueda
sin fin
"Brumadinho
es pequeño y la mayoría de la gente se conoce. Tenemos a nuestros
amigos de infancia. Yo he ido a unos 30 o 40 entierros", cuenta
Natalia de Oliveira, que perdió a una hermana y a muchos amigos.
"Cuando
nos encontramos en la calle o en el supermercado, nos decimos:
'¡Cuánta gente murió aquí!' Alguien que perdió a su padre, a su
madre, que habían ido a trabajar".
Como
todos los días desde hace casi un año, Natalia de Oliveira enciende
una vela antes de rezar para que se encuentre el cuerpo de su hermana
Lecilda bajo el lodo del dique minero.
Para
este ritual, pone en una mesa baja de su salón un rosario y una foto
de Lecilda en vacaciones, sonriente.
"En
medio de esta tragedia, fuimos despojados de la dignidad de un
funeral. Pero no aceptamos que nos digan que está entre los
desaparecidos. Ella estaba en el comedor de Vale ese viernes, a las
12.28", dice Natalia sobre su hermana, empleada del departamento
de recursos humanos del gigante minero.
Desde
entonces, escucha constantemente los mensajes de audio que su hermana
le enviaba por WhatsApp cada mañana.
"Siento
que todavía me dice buenos días. Estos mensajes son lo único que
me ayuda a levantarme de la cama", explica entre lágrimas.
Como
ella, Malvina Firmino Nunes no ha podido todavía empezar el duelo,
doce meses después de perder a su hijo. Otra de sus hijas la llamó
ese 25 de enero para decirle que Peterson, de 35 años, había sido
arrastrado por el lodo.
Vale
le pagó a Malvina, como a 4.000 familiares de las víctimas, una
indemnización. Con sus 700.000 reales (alrededor de 170.000
dólares), compró una casa pequeña. Pero la compensación de la
empresa minera no satisface a nadie.
"Solo
espero justicia, espero que vayan a la cárcel, pero creo que no van
a ser detenidos. Quien está preso es quien murió. Los de cuello
blanco siguen sueltos", dijo esta mujer robusta, de 62 años.
Sobrevivir
a la tragedia
Algunas
personas llevan la tragedia en sus carnes. Como Talita Oliveira, de
16 años, que vio la muerte muy de cerca ese día. Quedó atrapada en
el lodo, pero fue rescatada por los bomberos, que la alzaron con un
helicóptero, una escena espectacular filmada en directo.
Sus
piernas están llenas de cicatrices y camina con muletas. "Estuve
en el hospital seis meses, con mucha morfina, los dolores eran muy
intensos".
A
pesar de la veintena de medicamentos que toma todos los días y las
dolorosas sesiones de fisioterapia, Talita se ha "recuperado
bien". Es una superviviente esperanzada.
"A
veces todavía tengo pesadillas, las imágenes de cuando intentaban
sacarme del lodo vuelven a mí. Pero hay días en que logro ser
feliz, canto. Espero tener un futuro sin tantos medicamentos, poder
caminar normalmente... Eso sería una vida perfecta".
Impacto
ecológico y económico
Al
duelo se suman la devastación y el impacto ecológico de los 12
millones de metros cúbicos de lodo cargado con residuos mineros que
se desprendieron del dique. El siniestro es particularmente visible
en los suburbios rurales de Brumadinho: viviendas abandonadas,
poblaciones desplazadas, pescadores y agricultores a quienes se
prohibió ejercer su oficio.
En
Parque da Cachoeira, un barrio bucólico en el valle, solo se ven
casas vacías sobre un paisaje arrasado.
Pedro
Rocha, un agente de seguridad, de 54 años, visita los restos de su
casa. En las semanas siguientes a la tragedia, al menos 20 cadáveres
fueron extraídos del fondo de lo que era su jardín.
"Gracias
a Dios, no hemos perdido a nadie de la familia, pero hemos perdido
todo el resto", lamenta el hombre, que encontró alojamiento con
su familia en el centro de Brumadinho.
"(La
empresa Vale) nos encontró alojamiento en la ciudad y paga nuestro
alquiler. Pero nos gustaba vivir aquí. Con el río al fondo del
jardín y agua para cultivar", agrega.
La
contaminación del río Paraopeba paralizó las actividades de la
zona y dejó sin sustento a pescadores y agricultores.
Adelson
Silva de Oliveira aplasta con su tractor las malezas de dos metros de
altura que invadieron su campo junto al río. Desde hace un año, no
ha plantado nada.
"Plantábamos
lechuga, coles, maíz. Pero paramos todo. ¿Quién quiere comprar
productos de aquí?. ¡Nadie!", afirma.
Los
106.000 habitantes que viven a menos de un kilómetro del río
reciben una "ayuda de emergencia" de 1.000 reales por mes
(240 dólares), equivalente a un salario mínimo. Esa suma se
reducirá a la mitad a partir de febrero.
El
desastre tuvo un fuerte impacto social, al privar a muchos pescadores
de su actividad. Las embarcaciones permanecen ancladas la mayor parte
del tiempo.
"Pescábamos
todos los días, eso nos daba de comer. Sigue habiendo muchos peces,
pero nos piden que no pesquemos y que no comamos los peces de la
región", dice Wenis Alves Rodrigues, de 29 años.
El
joven solo sale a navegar unos minutos por día, para recoger
muestras del agua marrón que entrega a un laboratorio contratado por
Vale.
"Antes,
todos los pescadores nos reuníamos aquí, para hacer una parrillada
después de la pesca. Ahora ya no viene nadie", agrega.
El
suelo de la región se volvió negruzco, otro rastro de la
contaminación provocada por la rotura del dique.
Brumadinho
se está preparando para recibir a residentes de todo el estado de
Minas Gerais para el primer aniversario de la tragedia. No será el
primer homenaje: el 25 de cada mes, los familiares de las víctimas
se reúnen en la entrada de la ciudad.
Acusación
contra la compañía
Fiscales
brasileños acusaron este martes de homicidio voluntario a 16
funcionarios y ex funcionarios del grupo minero Vale y de la firma
alemana TÜV SÜD, por ocultar los riesgos del dique que hace un año
se derrumbó en Brumadinho.
El
ex director ejecutivo Fabio Schvartsman se encuentra entre los
imputados, junto a otros 15 trabajadores de Vale y de la compañía
alemana, que habría indicado que la mina era segura.
Las
dos empresas fueron acusadas por otra parte de "crímenes
ambientales", precisó el promotor William Garcia Pinto Coelho,
del Ministerio Público de Minas Gerais (MPMG), en una conferencia de
prensa en Belo Horizonte.
Schvartsman,
ex presidente de Vale, que "actuó directamente para crear la
falsa impresión de plena seguridad en los diques" del mayor
productor mundial de mineral de hierro, en complicidad con TÜV SÜD,
a cargo de las auditorías de riesgo, indicó Pinto Coelho.
TÜV
SÜD emitió "declaraciones de estabilidad falsas, con el
objetivo de servir de escudo para que las actividades de Vale
permaneciesen subrepticiamente arriesgadas", agregó. "El
objetivo de esas omisiones era evitar impactos negativos en la
reputación de Vale, que pudiesen afectar su valor en el mercado",
remarcó.
La
Agencia Nacional de Minería (ANM) había indicado en noviembre que
Vale estaba al tanto de problemas en el sistema de drenaje instalado
siete meses antes del desastre.
Pero,
según la Fiscalía, ese ocultamiento deliberado "perduró por
lo menos desde noviembre de 2017 hasta el 25 de enero de 2019",
cuando la rotura de un dique del complejo minero Córrego do Feijao,
en el municipio de Brumadinho, generó una marea de lodo que arrasó
con todo lo que halló a su paso y dejó 270 muertos.
Esta
fue la segunda gran tragedia provocada por la rotura de un dique
minero en menos de cuatro años en Brasil, después de la de Mariana
(Minas Gerais) en noviembre de 2015, que dejó 19 muertos y provocó
el mayor desastre ambiental de la historia del país. Ese dique era
propiedad de Samarco, una empresa conjunta de Vale y la
angloaustraliana BHP.
AFP
Fuente:
Un año de duelo en Brumadinho: dolor y bronca por el desastre de la minera Vale en Brasil, 22 enero 2020, Clarín.
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