El
incremento de los movimientos encendió las señales de alerta. El
tema de fondo es la disposición del agua residual y la aplicación
de un sistema de monitoreo.
por
Daniel Zúñiga
Quien
haya presenciado un terremoto seguramente lo recuerda muy bien. No
resulta difícil entonces, imaginar cómo debe ser convivir con los
sismos que se producen de manera casi sistemática tanto en Sauzal
Bonito, como en Añelo, Neuquén.
Desde
el año 2018, Sauzal Bonito y las zonas aledañas vienen siendo
remecidas de forma constante por sismos de magnitudes bajas pero, que
al ocurrir muy cerca, han sido percibidos con intensidad regular,
incluso causando daños en viviendas como rajaduras en paredes,
desprendimiento y caída de objetos. Uno de los eventos de mayor
importancia tuvo una magnitud de 5.0 en la escala de momento sísmico
(medido por la Red Geosísmica de Chile).
Ahora
bien, es importante comprender cuál o cuáles podrían ser las
causas de este aumento de la actividad sísmica, y porqué
específicamente en Sauzal Bonito y Añelo. Respecto de lo primero,
para los vecinos ya no hay lugar a dudas, estos movimientos son
causados por la intensa actividad hidrocarburífera que se desarrolla
en la región.
La
ciencia, igualmente, ha dejado bien en claro que existe una relación
entre la extracción de hidrocarburos mediante fractura hidráulica
(el famoso fracking) y el aumento de la actividad sísmica en las
zonas de extracción. Específicamente, los sismos son inducidos por
la disposición a gran escala de las aguas residuales de las
operaciones de fracking en pozos subterráneos.
En
2015 el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) confirmó
que las aguas residuales de las operaciones de fractura vertidas en
pozos subterráneos causan terremotos. Esto comenzó a investigarse
luego de que en el año 2011, en Oklahoma, una mujer resultara
lesionada debido a que la chimenea de su casa cayó sobre ella, a
causa de un terremoto, y por las lesiones ocurridas luego demandó a
la compañía petrolera que operaba en la zona.
Ya
en 2016, el consenso científico indicó, luego de correlacionar los
sitios de epicentro de los sismos, con la ubicación de todos los
pozos hidrocarburíferos del área, que la causa del aumento de los
sismos es la disposición de agua residual en pozos receptores,
denominados habitualmente sumideros. Ante esta situación la
comunidad científica de Estados Unidos recomendó que el marco
regulatorio de la actividad hidrocarburífera debería de ajustarse
rápidamente, entre otras cosas, limitando la cantidad de aguas
residuales enviadas bajo tierra.
Parece
importante diferenciar que no es el proceso de fractura de la roca lo
que ha llevado a una mayor actividad sísmica, sino, la eliminación
de grandes volúmenes de aguas residuales en las operaciones de
fracking que son enviados a pozos sumidero. De esta manera, la
actividad sísmica inducida es el resultado, principalmente, de la
disposición final que tienen estos residuos líquidos, que son
vertidos en pozos sumidero. Los sismos en Vaca Muerta tienen su
origen en un problema ambiental.
Los
pozos sumidero son el destino final de las aguas residuales de la
perforación. Es el método más barato y el más utilizado en
nuestra región, que se complementa con la reutilización de las
aguas residuales. Estos pozos funcionan como piletas subterráneas
para las aguas residuales resultantes de la perforación, y cada uno
se utiliza como sitio de disposición para múltiples pozos de
perforación. Los pozos sumidero reciben de miles a millones de
litros de aguas residuales, lo que causa un aumento en la presión
subterránea, y provoca los movimientos sísmicos.
En
la provincia de Neuquén, según datos del informe “Gestión del
agua en la Actividad Hidrocarburífera No Convencional” presentado
por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Provincia con fecha
de septiembre de 2019, existen 98 pozos sumideros, de los cuales 38
son pozos activos, 19 pozos inactivos, 23 son pozos a perforar o
reconvertir y 18 son pozos a abandonar. Respecto de los volúmenes de
aguas residuales, en el año 2013 se inyectaron 17.700 m3 a pozos
sumidero, mientras que en el año 2018 se inyectaron 182.766 m3
(datos parciales para este último año según el informe
mencionado), unas diez veces más en cinco años. Este incremento se
explica en parte por el aumento de la explotación de hidrocarburos
de forma no convencional, que requiere una mayor demanda de agua para
las perforaciones.
Por
último, de acuerdo a los estudios más recientes realizados en
Estados Unidos, si las condiciones en las que se realiza la
extracción de hidrocarburos se mantienen, en particular la alta
demanda de agua y la disposición final del agua residual en pozos
sumidero, es esperable que los sismos también continúen, y más
aún, que aumenten su intensidad de acuerdo con el incremento de los
volúmenes de vertido en pozos sumidero.
Ante
esta situación surgen preguntas importantes: ¿se están tomando las
medidas para proteger a las poblaciones afectadas?, ¿se establecerá
un sistema de monitoreo de sismos en la región?, ¿se limitará la
cantidad de agua residual enviada bajo tierra, como medida
preventiva?, y sobre todo, ¿cómo se va a resolver el problema de
fondo de la gestión ambiental de las aguas residuales producto de la
perforación en la actividad hidrocarburífera?
Daniel
Zúñiga es autor es licenciado en Saneamiento y Protección
Ambiental, magister en Intervención Ambiental y docente de la
Universidad Nacional del Comahue. Trabajó como supervisor en
empresas ambientales del sector hidrocarburífero.
Fuente:
Daniel Zúñiga, Sismos en Vaca Muerta: un problema ambiental, 3 enero 2020, Río Negro. Consultado 10 enero 2020.
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