viernes, 10 de enero de 2020

Sismos en Vaca Muerta: un problema ambiental

El incremento de los movimientos encendió las señales de alerta. El tema de fondo es la disposición del agua residual y la aplicación de un sistema de monitoreo.

por Daniel Zúñiga

Quien haya presenciado un terremoto seguramente lo recuerda muy bien. No resulta difícil entonces, imaginar cómo debe ser convivir con los sismos que se producen de manera casi sistemática tanto en Sauzal Bonito, como en Añelo, Neuquén.

Desde el año 2018, Sauzal Bonito y las zonas aledañas vienen siendo remecidas de forma constante por sismos de magnitudes bajas pero, que al ocurrir muy cerca, han sido percibidos con intensidad regular, incluso causando daños en viviendas como rajaduras en paredes, desprendimiento y caída de objetos. Uno de los eventos de mayor importancia tuvo una magnitud de 5.0 en la escala de momento sísmico (medido por la Red Geosísmica de Chile).

Ahora bien, es importante comprender cuál o cuáles podrían ser las causas de este aumento de la actividad sísmica, y porqué específicamente en Sauzal Bonito y Añelo. Respecto de lo primero, para los vecinos ya no hay lugar a dudas, estos movimientos son causados por la intensa actividad hidrocarburífera que se desarrolla en la región.

La ciencia, igualmente, ha dejado bien en claro que existe una relación entre la extracción de hidrocarburos mediante fractura hidráulica (el famoso fracking) y el aumento de la actividad sísmica en las zonas de extracción. Específicamente, los sismos son inducidos por la disposición a gran escala de las aguas residuales de las operaciones de fracking en pozos subterráneos.

En 2015 el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) confirmó que las aguas residuales de las operaciones de fractura vertidas en pozos subterráneos causan terremotos. Esto comenzó a investigarse luego de que en el año 2011, en Oklahoma, una mujer resultara lesionada debido a que la chimenea de su casa cayó sobre ella, a causa de un terremoto, y por las lesiones ocurridas luego demandó a la compañía petrolera que operaba en la zona.

Ya en 2016, el consenso científico indicó, luego de correlacionar los sitios de epicentro de los sismos, con la ubicación de todos los pozos hidrocarburíferos del área, que la causa del aumento de los sismos es la disposición de agua residual en pozos receptores, denominados habitualmente sumideros. Ante esta situación la comunidad científica de Estados Unidos recomendó que el marco regulatorio de la actividad hidrocarburífera debería de ajustarse rápidamente, entre otras cosas, limitando la cantidad de aguas residuales enviadas bajo tierra.

Parece importante diferenciar que no es el proceso de fractura de la roca lo que ha llevado a una mayor actividad sísmica, sino, la eliminación de grandes volúmenes de aguas residuales en las operaciones de fracking que son enviados a pozos sumidero. De esta manera, la actividad sísmica inducida es el resultado, principalmente, de la disposición final que tienen estos residuos líquidos, que son vertidos en pozos sumidero. Los sismos en Vaca Muerta tienen su origen en un problema ambiental.

Los pozos sumidero son el destino final de las aguas residuales de la perforación. Es el método más barato y el más utilizado en nuestra región, que se complementa con la reutilización de las aguas residuales. Estos pozos funcionan como piletas subterráneas para las aguas residuales resultantes de la perforación, y cada uno se utiliza como sitio de disposición para múltiples pozos de perforación. Los pozos sumidero reciben de miles a millones de litros de aguas residuales, lo que causa un aumento en la presión subterránea, y provoca los movimientos sísmicos.

En la provincia de Neuquén, según datos del informe “Gestión del agua en la Actividad Hidrocarburífera No Convencional” presentado por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Provincia con fecha de septiembre de 2019, existen 98 pozos sumideros, de los cuales 38 son pozos activos, 19 pozos inactivos, 23 son pozos a perforar o reconvertir y 18 son pozos a abandonar. Respecto de los volúmenes de aguas residuales, en el año 2013 se inyectaron 17.700 m3 a pozos sumidero, mientras que en el año 2018 se inyectaron 182.766 m3 (datos parciales para este último año según el informe mencionado), unas diez veces más en cinco años. Este incremento se explica en parte por el aumento de la explotación de hidrocarburos de forma no convencional, que requiere una mayor demanda de agua para las perforaciones.

Por último, de acuerdo a los estudios más recientes realizados en Estados Unidos, si las condiciones en las que se realiza la extracción de hidrocarburos se mantienen, en particular la alta demanda de agua y la disposición final del agua residual en pozos sumidero, es esperable que los sismos también continúen, y más aún, que aumenten su intensidad de acuerdo con el incremento de los volúmenes de vertido en pozos sumidero.

Ante esta situación surgen preguntas importantes: ¿se están tomando las medidas para proteger a las poblaciones afectadas?, ¿se establecerá un sistema de monitoreo de sismos en la región?, ¿se limitará la cantidad de agua residual enviada bajo tierra, como medida preventiva?, y sobre todo, ¿cómo se va a resolver el problema de fondo de la gestión ambiental de las aguas residuales producto de la perforación en la actividad hidrocarburífera?

Daniel Zúñiga es autor es licenciado en Saneamiento y Protección Ambiental, magister en Intervención Ambiental y docente de la Universidad Nacional del Comahue. Trabajó como supervisor en empresas ambientales del sector hidrocarburífero.

Fuente:
Daniel Zúñiga, Sismos en Vaca Muerta: un problema ambiental, 3 enero 2020, Río Negro. Consultado 10 enero 2020.

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