Las
perspectivas de Guillermo Folguera e Inés Camilloni, especialistas
del Conicet. Las claves para comprender la propagación de los
incendios. El peligroso negacionismo de los gobernantes y el
calentamiento global.
por
Pablo Esteban
“La
fauna en este territorio es emblemática, Australia se vende
internacionalmente como un país con riquezas naturales muy
preciadas. Los koalas y los canguros son bichos que están conectados
con la cultura del lugar y bañan de un dramatismo mucho mayor a todo
esto. El conflicto está en agenda porque es un país modelo. Que sea
una nación de primer mundo no es menor, por el contrario, es prueba
palpable que exhibe la crisis estructural
política-económica-ambiental que muchos gobernantes tratan de
ocultar”, advierte Guillermo Folguera, filósofo, doctor en
biología (UBA) e investigador del Conicet.
La
nación más importante de Oceanía experimenta su propio infierno.
Los incendios devoran los ecosistemas y barren con la biodiversidad a
velocidades alarmantes desde septiembre.
Algunos números para refrescar memorias desprevenidas: a la fecha fallecieron 24 personas, hay decenas de desaparecidos, seis millones de hectáreas arruinadas, 15 mil viviendas destruidas y 136 focos de incendio que permanecen sin ser controlados. De acuerdo a especialistas de la Universidad de Sidney, aproximadamente, 480 millones de animales perdieron la vida. Los koalas, de fama mundial, se hallan cerca de la extinción; tanto que en los últimos días murieron 25 mil ejemplares. Para colmo, el humo que cubre amplias extensiones de cielo en el oeste y el sur del país también es peligroso. En las últimas horas, el gobierno anunció el despliegue de militares -que se sumarán a los bomberos- y una ayuda económica (1400 millones de dólares) para revertir la crisis. Los expertos intentan calmar el fuego desde el terreno, pero también recurren a helicópteros y aviones. Como la dificultad se incrementa a medida que transcurre el tiempo, rescatistas de Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda decidieron plegarse a la causa.
Algunos números para refrescar memorias desprevenidas: a la fecha fallecieron 24 personas, hay decenas de desaparecidos, seis millones de hectáreas arruinadas, 15 mil viviendas destruidas y 136 focos de incendio que permanecen sin ser controlados. De acuerdo a especialistas de la Universidad de Sidney, aproximadamente, 480 millones de animales perdieron la vida. Los koalas, de fama mundial, se hallan cerca de la extinción; tanto que en los últimos días murieron 25 mil ejemplares. Para colmo, el humo que cubre amplias extensiones de cielo en el oeste y el sur del país también es peligroso. En las últimas horas, el gobierno anunció el despliegue de militares -que se sumarán a los bomberos- y una ayuda económica (1400 millones de dólares) para revertir la crisis. Los expertos intentan calmar el fuego desde el terreno, pero también recurren a helicópteros y aviones. Como la dificultad se incrementa a medida que transcurre el tiempo, rescatistas de Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda decidieron plegarse a la causa.
Los
problemas complejos requieren de miradas complejas; de manera que,
desde la perspectiva de Folguera es posible señalar la existencia de
causas locales y globales. A nivel doméstico, es fundamental
advertir que el Primer Ministro australiano, Scott Morrison, es
considerado un negacionista del cambio climático. “Ha realizado
campañas para ocultar los efectos del calentamiento global que,
claramente, ha favorecido la virulencia de los incendios. El país,
además, ocupa un lugar importante como nación emisora de dióxido
de carbono”, señala Folguera. Como no se reconoce el problema, se
desestima la aplicación de políticas de prevención y mitigación
efectivas. No hay diagnósticos meditados para conflictos que, por el
contrario, se resuelven sobre la marcha de manera poco coordinada.
Lo
global, por otro lado, encierra su propia trama y responde a su
lógica particular. “Es interesante observar cómo una parte de la
comunidad académica busca explicar el fenómeno como si solo
dependiera de meros ciclos climáticos. Naturalizan la situación
para relegar el papel que el ser humano ha tenido en todo esto. Lo
que sucede se vincula estrechamente con el modelo de producción:
Australia es un productor forestal muy importante de eucaliptos”,
explica y continúa Folguera: “Son árboles que arden un montón y
se plantan por la rentabilidad que dejan a partir de esquemas de
monocultivo y uso intensivo de la tierra. La sobreexplotación
desplaza a la cuestión ambiental a un sitio marginal para los
gobernantes del mundo. En el futuro, el medioambiente será el
terreno de batalla principal”.
La
temporada de incendios forestales inició en septiembre. Sin embargo,
las altas temperaturas (40.9°C de promedio en diciembre), las
fuertes ráfagas de vientos y las condiciones de sequía
representaron el caldo de cultivo ideal para que la situación
empeore. De hecho, las autoridades anuncian que lo peor todavía no
llegó. Sobre esto opina Inés Camilloni, doctora por la Universidad
de Buenos Aires en el área de Ciencias de la Atmósfera e
Investigadora del Conicet. “Australia experimentó una combinación
record en sequía y altas temperaturas. Por ello fueron tan
explosivos los incendios forestales. Un grado y medio por encima del
promedio del periodo 1961-1990 y dos grados con respecto a la época
preindustrial. Según los registros fue el año más seco, recién
comparable con lo que sucedió en 1912. Para peor, existe una
probabilidad muy grande de que aumente el riesgo de cara a los
próximos 20 o 30 días”, plantea.
“La
proyección es notable. Ya en el informe del IPCC (Panel
Intergubernamental del Cambio Climático) de 2007 se advertían
cuáles eran los riesgos que traían aparejadas las olas de calor más
intensas y frecuentes. Obviamente, la severidad de los incendios,
relacionada con las acciones humanas, estaba en carpeta de toda la
comunidad científica. El negacionismo de los gobiernos -como sucedió
en Brasil- impacta de manera muy negativa y se deja entrever en la
reducción de las partidas presupuestarias destinadas a combatir los
efectos del cambio climático”, destaca Camilloni, al tiempo que
recuerda cómo el año pasado Brasil y Estados Unidos afrontaron una
situación similar. En la Amazonia y California se quemaron 900 y 800
mil hectáreas respectivamente.
La
búsqueda desenfrenada de la productividad en un marco de capitalismo
agresivo choca de frente con la protección de los ecosistemas y los
valores naturales. Dos matrices de pensamiento, desde aquí, parecen
enfrentarse. A modo esquemático: aquella que, desde la hegemonía,
privilegia el fin de lucro, la inmediatez y la explotación de la
naturaleza para saciar un anhelo incontenible por el consumo; y otra,
que ofrece resistencia y que procura una mirada prospectiva y a largo
plazo, valora a las generaciones futuras y, en efecto, pugna por
estrechar los lazos de respeto con el planeta. Como siempre, será
cuestión de voluntad torcer las decisiones en el futuro. El
medioambiente también es escenario de la política.
El infierno devora Australia
Fin de semana infernal en Australia, que suma dos muertes más por los incendios
Fuente:
Pablo Esteban poesteban@gmail.com, Las causas del incendio: ¿por qué Australia vive su propio infierno?, 7 enero 2020, Página/12. Consultado 7 enero 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario