Vecinos
de Tarragona, Vila-seca y La Canonja recuerdan lo que hacían y
sintieron cuando se produjo la explosión química. A la
desinformación y el miedo se intercalaban los mensajes de Protección
Civil en Twitter.
por
E. Collell y Ó. Hernández
Pasaban
unos minutos de las seis y media de la tarde del martes cuando una gran explosión, a la que siguieron una inmensa llamarada y un fuerte
temblor, sacudió los municipios y barrios colindantes del complejo
petroquímico sur de Tarragona. Muchos vecinos de la ciudad y de
otros municipios, como Vila-seca y La Canonja, se vieron
desconcertados durante unas horas interminables de desconcierto y
miedo. Así lo vivieron.
Josué,
un trabajador del complejo petroquímico de 29 años, estaba
limpiando un coche de empresa cuando se produjo la explosión y vio
"cómo el techo del local parecía desmoronarse". Muy
cerca, en una gasolinera del polígono, se encontraba Ricard
Espinosa, el encargado del establecimiento: "Estaba con el
ordenador cuando oí la explosión. No sabía si teníamos que
encerrarnos en la gasolinera, si teníamos que irnos... Mi mujer me
llamó enseguida desde Constantí para ver si estaba bien". A
las 18.38 horas, el teléfono 112 empezaba a recibir llamadas.
Josefa
recuerda perfectamente los momentos siguientes a la explosión:
"Estaba en las oficinas de mi empresa. Acababa de llevar a mi
nieta al pádel y miré el reloj. Eran las 18.40 horas". Los
trabajadores pasaron tanto miedo que en 10 minutos las oficinas ya
estaban cerradas. "A mí me temblaban las manos. Me costó una
barbaridad ponerme los pantalones", cuenta Manoli, vecina del
barrio de Bonavista. A las 18.57 horas, Protección Civil publicó en
Twitter la primera información oficial: "El 112 ha recibido
diferentes llamadas por una explosión en la zona de Tarragona. Los
equipos de emergencia están activados y se trabaja para dar más
datos sobre el suceso". Se puso en marcha la alerta química, el
Plaseqcat, pero aún no se sabía el foco de la explosión porque,
según Protección Civil, la empresa Iqoxe no había avisado.
Nula
información
Nadie
sabía qué hacer. Faltaba información. Karim, otro empleado del
complejo petroquímico, no oyó el estruendo, pero notó la reacción.
"Yo estaba en el Club Natació Tàrraco con mi hijo, pero me
empezaron a llamar familiares llorando y les dije que no salieran a
la calle". Las calles de estas poblaciones cercanas a la
petroquímica estaban abarrotadas de gente gritando, llorando y
corriendo al menos durante la media hora después de producirse la
deflagración.
A
las 19.06 horas, cuando ya había ocho dotaciones de Bombers en el
incendio, Protección Civil tuiteaba: "Alerta #Plaseqcat por
explosión e incendio en una empresa del Polígono Sur de Tarragona".
Y añadía lo más importante: "Se recomienda a la ciudadanía
que viva cerca de la zona de la explosión que se confine
preventivamente hasta saber el alcance del accidente químico".
Pasó más de media hora más hasta que se confirmó a ciencia cierta
que la nube de humo de la explosión no era tóxica.
La
huida
A
las 19.15 horas, cinco minutos después de confirmarse que la
explosión había afectado concretamente a Iqoxe, Protección Civil
pidió a los vecinos de Tarragona, Vilaseca, Reus, Constantí, El
Morell y La Canonja, que se confinaran en sus casas. "Cierren
puertas y ventanas". "Pero cómo iba a encerrarme si la
onda expansiva había roto todas las ventanas", critica María
Jesús Ariza, de 43 años, que optó por salir a la calle principal
de La Canonja e ir a casa de una prima. A las 19.26 se restringió el
confinamiento a La Canonja y Vila-seca
"Todo
el mundo estaba en la calle corriendo y llorando. Yo me metí en casa
y esperé que llegara mi marido", añade Josefa, vecina de
Torreforta, quien además conocía al vecino del barrio que murió en
el derrumbe parcial de su piso a causa del impacto de la tapa deldepósito que explotó y que voló más de dos kilómetros hasta
chocar con el inmueble.
"Yo
trabajo en Torreforta, pero tengo a mi familia en Cambrils, Así que
pensé en ir a reunirme con ellos. Pero ni levantaron la barrera del
peaje. Las carreteras se colapsaron. Tardé dos horas en llegar a
casa", denuncia Susana Martín. "Lo que no puede ser es que
nadie pensara en levantar los peajes para que la gente pudiera
desplazarse", critica Cristina Berrio, presidenta de las
Asociación de Vecinos del Eixample de Torreforta.
Un
ejemplo del miedo, la duda y el descontrol son también las numerosas
llamadas atendidas en el 112, pese a que muchos ciudadanos se
quejaron de que no les contestaron. A las 23.51 horas, cuando la
situación parecía controlada y la mayoría sabían el alcance de lo
ocurrido, Protección Civil informó: "El 112 ha recibido 1.617
llamadas relacionadas con la explosión. De estas, 1.550 desde
Vila-seca".
El
impacto emocional
"He
vivido aquí toda mi vida. Viví el atentado de ETA en los 80 y nunca
he pasado tanto miedo como el martes, al ver mi hija de 4 años
agarrada a la pierna de mi mujer y llorando", recuerda Javi, un
vecino de La Canonja que dice que por un momento se planteó cambiar
de residencia. Lógico. Con su mujer y su hija de 12 años vieron la
explosión desde la cocina de casa.
"Ahora
unos vecinos de Gambia de mi barrio dicen que quieren irse de aquí,
que tienen mucho miedo, y no me extraña", comenta Karim. Al
oírlo, Ricard reflexiona: "Yo cada día paso por la llamarada
de la petroquímica que hay en Constantí y me dicen que ese aire es
limpio, pero no sé, tengo mis dudas». Y añade: "Estaría bien
que estas empresas colaboraran con los vecinos que nos exponemos a
este riesgo". Y a los que dicen que al menos tienen trabajo,
muchos de ellos en las químicas, responde: "Pero los sueldos no
son elevados".
Fuente:
E. Collell, Ó. Hernández, La noche interminable de la explosión química de Tarragona, 18 enero 2020, El Periódico. Consultado 18 enero 2020.
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