jueves, 16 de enero de 2020

La Agroecología como política de salud pública

por Vanesa Rosales de la Quintana

Los beneficios de un sistema agroecológico de producción han sido abordados desde la perspectiva de la economía, la mejora del medio ambiente y la participación social. Sin embargo a lo largo de los años de su desarrollo en el país, no se ha logrado la visión de la agroecología como una política de salud pública, ni de este abordaje relacionado con los otros sistemas.

A nivel mundial, la mitad de los alimentos que se consumen provienen de la pequeña agricultura agroecológica. El país líder en producción orgánica de América Latina es Argentina. Pero, la mayor cantidad de producción orgánica está destinada a la exportación a Europa y Japón.

Existen tres tipos de producción agroecológica en nuestro país. La “Agroecología extensiva” o a gran escala, destinada al mercado externo e interno con producción mixta de cultivos y ganadería. La Agroecología de la “agricultura familiar”, destinada al autoconsumo, a la venta directa en mercados locales y en redes de la economía social. Relacionada a la educación popular, son huertas familiares y comunitarias con formas de producción tradicionales que acrecientan la soberanía alimentaria. Y la producción “orgánica”, destinada al mercado externo, principalmente a Estados Unidos y luego Europa. Ligada al concepto de mercados orgánicos para el agregado de valor.

Argentina ocupa el segundo puesto en superficie de tierra dedicada a la producción orgánica, luego de Australia. Poseemos 333.477 unidades productivas de las cuales 218.868 son unidades de agricultura familiar (el 65 %). En estas se produce un porcentaje importante de nuestros alimentos.

La Agroecología propone un modelo de producción distinto. Tiene una productividad superior a la industrial (a partir del segundo año la diferencia es mayor al 20 % a favor del planteo agroecológico) y gasta un 80 % menos. Sin embargo, no existe una política integral a su favor y hay una invisibilización del papel que juega en la salud y provisión de alimentos, en el freno del calentamiento global y la sostenibilidad ambiental. El mayor problema para el desarrollo es la falta de acceso a la tierra, ya que los productores agroecológicos no son dueños de las tierras que cultivan. Se requiere una ley para la agroecología y normas de promoción que aborden todas las áreas, como la salud. Es un sector que se encuentra en proceso de transición y requiere el necesario impulso por parte de todos los actores intervinientes del Estado, para ser parte de la solución como modelo sustentable de economía, medio ambiente y salud.

La agroecología contribuye principalmente en el ámbito de la salud a mejorar la nutrición y evitar los efectos nocivos de las sustancias plaguicidas sobre el organismo humano, como el clorpirifós y el glifosato.

Es un sistema de producción que mantiene el equilibrio en el ciclo vital de las frutas y hortalizas, lo que permite obtener una mayor composición de vitaminas, minerales y sustancias antioxidantes. Un alimento producido localmente es además, más fresco, más nutritivo y genera una diversificación de la dieta.

El modelo alimentario que predomina está basado en monocultivos de cereales y ha favorecido a la malnutrición por falta de micronutrientes. Siendo Argentina un país con las herramientas para la plena justicia social, más de un tercio de la población se encuentra por debajo de la línea de pobreza y el 50 % de los niños y adolescentes del país son pobres. El hambre es inherente a un modelo productivo que concentra la riqueza y en el que se envían al exterior las materias primas con más calidad nutritiva, cuando deberían alimentar a los niños y niñas de la Argentina.

Para dar respuesta al hambre, la desnutrición y activar la economía en el circuito es imperioso abastecer a los comedores escolares, comunitarios y hospitales con alimentos de mayor calidad nutricional proveniente de los productores agroecológicos.

Promover las prácticas agroecológicas aumenta la productividad agrícola, la soberanía alimentaria y permite llevar a cabo de manera eficiente el plan Argentina sin hambre.

Mejora los ingresos y medios de sustento de la población rural y periurbana. Garantiza una gestión eficaz para la diversidad vegetal como elemento clave en la lucha contra la pobreza y alcanzar una mayor seguridad alimentaria en un contexto hostil y de cambio climático.
Vanesa Rosales de la Quintana, médica. Especialista en Medicina Familiar. Auditora de Servicios de Salud. Universidad de Buenos Aires.
Fuente:
Vanesa Rosales de la Quintana, La Agroecología como política de salud pública, 15 enero 2020, Página/12. Consultado 16 enero 2020.

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