por
Neena Bhandari
SYDNEY,
15 ene 2020 (IPS) - El charloteo de las cacatúas y los loris dio
paso a un silencio desolador en las zonas carbonizadas y cubiertas de
humo del sureste de Australia. Los incendios forestales implacables
pusieron a muchas especies de plantas y animales autóctonos al borde
de la extinción y agravaron la vulnerabilidad de otras más, que
perdieron grandes extensiones de su hábitat arrasadas por el fuego.
Unas
13 especies de aves y de otros animales podrían extinguirse debido a
los infames incendios, según un análisis inicial de organizaciones
locales como la Fundación para la Conservación de Australia (ACF) y
el Fondo Mundial para la Naturaleza-Australia (WWF-Australia).
Entre
las especies más vulnerables se destacan koalas, mielero regente,
skink de las Montañas Azules, walabí cola cepillo de las rocas y la
rana corroboree del sur, en áreas de Nueva Gales del Sur. Pero
también la cacatúa lustrosa y el ratón marsupial de la Isla
Canguro (o dunnart), en el sur de Australia; además del petauro
gigante y potoroo de patas largas, en el condado de Gippsland Este,
en Victoria, y el quokkas y el perico terrestre occidental, en el
oeste de Australia.
“Las
primeras estimaciones indican que el número de animales vertebrados
afectados desde el inicio de los incendios, en septiembre de 2019,
podría llegar a 1.000 millones, los que podrían haber muerto como
resultado directo del fuego o posteriormente, debido a que su hábitat
quemado los dejó casi sin alimentos ni refugio”, reza una
declaración del director de la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN).
Australia es uno de los 17 países considerados como “megadiversos”. En este país viven entre 600.000 y 700.000 especies, muchas de las cuales son endémicas, es decir que no existen en ningún otro lugar del mundo. Entre ellas, por ejemplo, 84 por ciento de las especies de plantas, 83 por ciento de las de mamíferos, y 45 por ciento de las de aves.
“Se estima que ya se quemó la mayor parte para entre 20 y 100 especies amenazadas de plantas y animales, lo que agrava el riesgo de extinción”, añade la declaración de UICN.
El fuego quemó grandes partes del hábitat de algunas especies como por ejemplo el murciélago Pteropus poliocephalus nativo y el murciélago volador de anteojos.
El
activista Jess Abrahams, de ACF, dijo a IPS: “Los murciélagos
zorros voladores son particularmente vulnerables a las olas de calor.
Y son solo una de las muchas especies amenazadas de Australia y
llevadas al límite por la crisis climática”.
“Una
ola de calor en noviembre de 2018 mató a 23.000 murciélagos
voladores de anteojos, casi una tercera parte de la población total
de Australia, y este devastador verano está matando a miles más”,
apuntó.
“El
destino de la vida silvestre está íntimamente conectado con nuestro
propio destino. La pérdida de especies polinizadoras clave como el
murciélago Pteropus poliocephalus tendrá un impacto enorme en
nuestro futuro suministro de alimentos”, añadió Abrahams.
Unas 34 especies y subespecies de mamíferos nativos se extinguieron en Australia en los últimos 200 años, la mayor tasa de pérdida del mundo. En octubre de 2019, unos 200 científicos expresaron su preocupación por la rapidez con que desaparecen especies nativas de Australia en una carta abierta al primer ministro Scott Morrison y alertaron que otros 17 animales podrían extinguirse en los próximos 20 años.
Los
incendios forestales hicieron retroceder décadas de logros en
materia de conservación. Al quemarse árboles y follaje y no quedar
ninguna cobertura vegetal, los animales salvajes quedan más
expuestos a la depredación y a condiciones ambientales nocivas como
el calor, el frío y el viento y, por ello, más vulnerables a morir
de hambre. Además de la vida silvestre, también murieron o
sufrieron quemaduras graves decenas de miles de ovejas, vacas y otros
animales de granja.
La
prolongada sequía y los incendios forestales también aumentaron la
competencia entre animales y comunidades por los escasos recursos
hídricos, en especial en regiones alejadas de este segundo
continente más seco de la Tierra.
En
cinco días de operaciones para sacrificar animales, se mataron unos
10.000 camellos en la zona de Anangu Pitjantjatjara Yunkunytjatjara
(APY), aquejadas por una grave sequía, en el estado de Australia
Meridional.
Según
la portavoz del Departamento de Ambiente y Energía, “en tiempos de
sequía, los camellos se juntan en manadas y buscan agua”.
“Así
dañan la infraestructura, compiten con el ganado por alimentos y
agua, ponen en riesgo a las poblaciones de comunidades alejadas,
destruyen vegetación autóctona y contaminan pozos de agua”,
explicó.
“El
sacrificio de animales para equilibrar el número de camellos es la
única opción para proteger ese recurso y a las personas”, añadió.
“Alternativas
como poner trampas y retirarlos para el consumo interno o externo o
exportarlos en pie tienen una logística y costos prohibitivos porque
están en lugares de difícil acceso y porque se necesita
infraestructura especializada”, abundó.
“También
preocupa el bienestar animal a la hora de atraparlos y transportarlos
a mercados externos”, acotó.
El
sacrificio se decide caso a caso. El Estado australiano y los
gobiernos locales tienen la responsabilidad de velar por el número
de animales y su bienestar.
Por
su parte, el gerente general de APY Lands, Richard King, dijo a IPS:
“Los propietarios tradicionales solicitaron esta intervención,
pero no se tomaron la decisión a la ligera. Estamos haciendo lo
mejor que podemos en una situación imposible”.
“El
aumento de la población de animales salvajes, como los camellos,
eliminó a otros que formaban parte de la alimentación aborigen
tradicional, así como plantas comestibles, como bayas, ciruelas y
tomates, porque comen una gran variedad de plantas. Eso ha
dificultado la caza y la recolección de los indígenas, gracias a la
cual han sobrevivido desde hace miles de años”, explicó.
Pero
también se sacrifican canguros, caballos, burros y cerdos para
mantener poblaciones sostenibles de animales salvajes, pues no están
expuestos a las limitaciones normales del crecimiento poblacional,
como pueden ser depredadores, enfermedades y parásitos.
Por
su parte, Arthur Georges, del Instituto de Ecología Aplicada de la
Universidad de Canberra, dijo a IPS: “En el territorio de la
capital australiana, la estrategia es eliminar un número fijo de
canguros cada año antes de que aumente mucho la población y causen
una crisis que obligará a sacrificar una gran cantidad de
ejemplares”.
“Es
una estrategia sensible pues cierto nivel de control, preferentemente
utilizando carne y otros productos, es delicada tanto desde el punto
de vista de la conservación como desde la perspectiva del bienestar
animal. En un contexto más amplio, el sacrificio también es
beneficioso desde una perspectiva agrícola por los riesgos en
materia de bioseguridad y su impacto en la producción”, abundó.
El
gobierno federal anunció el lunes 13 que destinará unos 50 millones
de dólares australianos (34,52 millones de dólares
estadounidenses), procedentes de los 2.000 millones de dólares
australianos (unos 1.380 millones de dólares estadounidenses) del
fondo de recuperación de incendios forestales para la recuperación
de hábitats y vida silvestre.
“Se
necesitarán más fondos para recuperar las especies amenazadas”,
señaló el director general de WWF-Australia, Dermot O’Gorman, al
calificar el anuncio de primer paso importante.
Mientras
la tragedia ecológica sigue desarrollándose, el profesor David
Lindenmayer, de la Facultad Fenner de Ambiente y Sociedad de la
Universidad Nacional Australiana, observó: “Los incendios se
producen de forma irregular y quedan pequeñas porciones de tierra
sin quemar, troncos a medio quemar y árboles muertos o dañados por
el fuego”.
“Nuestra
investigación ha demostrado que esas porciones de tierra y los
restos de madera son muy importantes para recuperar a las poblaciones
silvestres. Los árboles quemados que quedan en pie, así como los
muertos o los troncos caídos, también proporcionan recursos para la
supervivencia y la recuperación de las poblaciones silvestres, como
alimentos, refugios y huecos para la reproducción”, explicó en el
comunicado.
“Muchos
árboles que parecen muertos están vivos”, acotó.
La
ACF, junto a otras organizaciones ambientalistas, enviaron a la
ministra de Ambiente, Sussan Ley, un plan de cinco puntos que incluye
fondos para proveer alimentos, agua y hábitat en las áreas más
afectadas y la creación de programas de reproducción para acelerar
la recuperación de los animales en mayor riesgo.
La
organización Arid Recovery, que tiene una reserva de vida silvestre
en Australia Meridional, elaboró un diseño simple de fuentes de
agua que pueden construirse con materiales fáciles de encontrar y
sin muchos conocimientos específicos.
“Las
creamos para ayudar a los animales en las partes de la reserva
afectadas por la sequía y las compartimos a través de las redes
sociales con las personas de zonas afectadas por los incendios
forestales para que pudieran ayudar a los animales salvajes y también
al ganado”, indicó a IPS la directora, Katherine Tuft.
Por
lo menos 30 personas o instituciones construyeron sus propias
fuentes, incluso el Departamento de Ambiente de Nueva Gales del Sur,
que puso a disposición una hoja informativa para que su personal y
los voluntarios pudieran construir las fuentes.
Mientras,
hospitales para animales salvajes, zoológicos, veterinarios y
voluntarios varios atienden animales desplazados o heridos gracias a
generosas donaciones de la comunidad.
La
gente ha tejido mitones para las patas, ha donado mantas para los
cachorros, fabricado jaulas para aves y colocado estructuras de baño
y alimentación para aves. Funcionarios de Nueva Gales del Sur han
tirado desde el aire zanahorias y boniatos en las zonas quemadas del
walabí cola cepillo de las rocas, en peligro de extinción.
Puede
llevar meses, o hasta años, evaluar y determinar el impacto de los
incendios forestales de Australia en la biodiversidad.
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Fuente:
Neena Bhandari, Incendios condenan a muerte la flora y fauna nativa de Australia, 15 enero 2020, Inter Press Service. Consultado 24 enero 2020.
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