Si
hay algo que definió el 2019 fueron las movilizaciones sociales sin
precedentes a nivel mundial para reclamar acción ante la emergencia
climática y la crisis de biodiversidad.
El
mundo, especialmente los más jóvenes, protestan ante la Emergencia
y exigen respuestas y acciones políticas para hacerle frente.
En
2019 se alcanzaron nuevos récords de temperaturas. Según datos de
la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología de España), septiembre,
octubre y noviembre de 2019 fueron los meses más cálidos en la
Tierra desde que hay registros (1880) y 2019 fue el séptimo año más
seco del siglo actual.
Nuestros
veranos son casi cinco semanas más largos que a comienzos de los
años 80, con olas de calor cada vez más frecuentes e intensas y
2019 ha mostrado con intensidad una de las aristas más terribles de
la emergencia climática: la de los grandes incendios forestales. La
pérdida de biodiversidad ha alcanzado niveles apocalípticos: un
millón de especies están al borde de la extinción, el peor dato de
la historia.
Sin
embargo, esta contundencia de los datos no tuvieron el efecto
necesario sobre quienes toman decisiones. Las evidencias y los
informes de la comunidad científica no fueron contestados con
políticas ambiciosas. Los Estados siguen sin establecer compromisos
firmes en materia de reducción de emisiones, prevaleciendo los
intereses de los grandes contaminadores, tal como se mostró en la
COP25 celebrada en Madrid.
El
cambio climático se coló en mensajes durante campañas electorales
en varios países del mundo pero más allá de eso, la clase política
no hecho más que postergar las decisiones que encaminarían el mundo
hacia un progreso libre de combustibles fósiles y anclado en las
renovables.
Mientras
el cambio cambio climático y sus impactos están cada vez más
presentes en el relato de los medios, en la comunicación corporativa
de algunas empresas el discurso puede quedar relegado a la
irrelevancia. Todos estos mensajes deben transformarse en medidas
concretas. Es hora de actuar.
Las
ciudades se convirtieron en escenarios concretos idóneos para
combatir el cambio climático. El modo de consumo, la movilidad, la
reducción del uso de plásticos o del consumo de carne y tipo de
alimentación demuestran cómo la ciudadanía con sus decisiones
tiene también capacidad de cambio. Además, durante 2019 ciudades
como Barcelona, Copenhague, Estocolmo, Guadalajara, Lima, Londres,
Los Ángeles, Milán, Oslo, París, Seúl, Tokio y Toronto se
comprometieron a reducir el consumo de carne en sus instalaciones
públicas como parte de su respuesta a la emergencia climática.
En
2019 desde Greenpeace alzamos la voz ante la emergencia climática y
la crisis de biodiversidad; denunciando los impactos del cambio
climático (sequía, grandes incendios); trabajando por la paz, por
la protección de los océanos, por una transición ecológica justa,
por la calidad democrática y por lograr unas ciudades más
habitables, con mejor movilidad y menos consumista; incidiendo en
foros políticos como en la reciente COP25 en Madrid que generó una
gran atención social al problema del cambio climático y provocó la
mayor manifestación por el clima de nuestra historia.
¿Y
en 2020?
Empieza
el año y empieza una nueva década. El tiempo apremia. El 2020 viene
cargado de grandes retos. A partir de enero, la movilización sin
precedentes que ha tenido lugar en 2019 debe traducirse en acción
política a todos los niveles: internacional, estatal y local.
Aumentar
la ambición climática, luchar contra las desigualdades sociales y
abordar la crisis de biodiversidad deben ser los pilares del cambio.
Deben traducirse en políticas y presupuestos que hagan realidad la
transición ecológica justa de la economía y huyan del greenwashing
en el que se han instalado las grandes corporaciones.
En
el ámbito internacional, los países tienen que ser capaces, en la
próxima cita de la COP en Glasgow, de hacer posible el Acuerdo de
París y la UE tiene que reafirmar su liderazgo en la lucha contra el
cambio climático. La protección de la biodiversidad tiene que
traducirse también en los acuerdos globales como el Tratado Global
de los Océanos para proteger el 30 % de los océanos para 2030.
El
2020 marca el inicio de la última década para salvar el planeta y
garantizar los derechos de las generaciones más jóvenes. Una
ventana a la esperanza y una oportunidad para demostrar que las cosas
pueden hacerse de manera distinta.
Fuente:
2019 fue el año de la emergencia climática, 2 enero 2020, Greenpeace Arentina. Consultado 2 enero 2020.
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