La
apuesta de Fernández para superar la gestión del inexperto Sergio
Bergman, "campeón" de incendios y secretario de la
megaminería y el agronegocio, es el inexperto Juan Cabandié como
ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
por
Valeria Foglia
Los
anuncios en la tarde del viernes terminaron de confirmar lo que era
un secreto a voces en medios y también en redes sociales, donde la
polémica no estuvo ausente: Alberto Fernández dio a conocer su
gabinete y expresó su voluntad de elevar dicha cartera al rango de
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, dado que Macri la
había convertido en secretaría, manteniendo en el cargo al rabino
Sergio Bergman, cuya gestión pasó sin pena ni gloria y sí fue muy
ejecutiva a la hora de realizar numerosos despidos.
"Juan
es parte de esa generación en la que tanto confío, un hombre joven
con muchas inquietudes”, lo presentó Fernández entre otras
vaguedades, para terminar de confirmar a Cabandié, exlegislador y
actual diputado nacional, en un cargo para el que no posee
experiencia a la vista (salvo se cuenten sus “recomendaciones” de
qué sembrar en el balcón, tan habituales en Facebook). Un cargo no
menor en el marco de una crisis ecológica y climática a nivel
mundial que ya ha desatado un enorme movimiento para denunciar la
responsabilidad de corporaciones y Gobiernos.
“Se
va a ocupar de preservar el medioambiente en Argentina, que es un
tema permanentemente asediado”, continuó Fernández,
ejemplificando con “la tala de bosques, la contaminación de las
aguas y la minería mal practicada”. Curiosa la última acotación
viniendo del mismo Fernández que celebró “el modelo minero de San
Juan”, donde ocurrió, a instancias de la Barrick Gold y con
complicidad de Gioja y Uñac, el mayor desastre ambiental del país,
con el derrame de millones de litros de agua cianurada a ríos de la
provincia. ¿Qué sería entonces la “minería mal practicada”,
si no eso?
Ahora
mismo en Chubut asambleas de ambientalistas y defensores del agua
resisten la represión de Mariano Arcioni, aliado de Fernández en el
Frente de Todos, ante la avanzada del lobby minero en la Legislatura,
que durante la madrugada del jueves aprobó “una ley de ministerios
que habilita la avanzada megaminera resistida en la provincia desde
hace 17 años”.
"Tengo
una enorme confianza en Juan, que va a ocuparse de lo importante y no
va a necesitar disfrazarse de árbol”, cerró el presidente electo
y todos esbozaron sonrisa. Al ridículo “ministro planta”
Bergman, entonces, se lo reemplazará con Cabandié, el mismo que
tras una recorrida de campaña en 2013 aseguró que había “bancos
de peces en el Riachuelo”, ni más ni menos que el mayor drama
sanitario y ambiental en la Ciudad, en cuya periferia crecen niños
con plomo en la sangre y enfermedades respiratorias. El propio
Cabandié ensayaba una suerte de humorada en Twitter por aquel
entonces, cuando señalaba que “los pescados que se enojan por los
peces que aparecen en el Riachuelo gracias a la mejor oxigenación
del agua después votan a cualquier bagre”. No más preguntas.
Para
no irse tan atrás en el tiempo, el ahora futuro ministro de Ambiente
apostó con todo al “desarrollo” y la “generación de empleo”
a partir de Vaca Muerta y la explotación de litio durante una
entrevista con Nancy Pazos en mayo de este año, apenas anunciada la
fórmula Fernández-Fernández. Los ejemplos elegidos por Cabandié
no podrían ser más elocuentes: gracias a Vaca Muerta, un despliegue
de precarización laboral y muertes obreras en la industria
contaminante de hidrocarburos, el método del fracking solo llevó a
enfermedades, destrucción y expulsión de comunidades originarias en
Neuquén. Casualmente, las energías renovables y la contaminación
por la fractura hidráulica no fueron mencionadas durante el anuncio.
Llamativo en el país de Vaca Muerta. Con el litio, en tanto,
Cabandié deberá enfrentar el reclamo de comunidades originarias de
Jujuy, que rechazan la actividad de exploración y explotación en
forma inconsulta de estas reservas minerales por parte de
multinacionales que ponen en peligro ecosistemas de salares y la
provisión de agua para los pueblos indígenas.
Más
aún, la combinación de Cabandié con el hombre de Gildo Insfrán,
Luis Basterra, como ministro de Agricultura no parece augurar nada
bueno para comunidades, pueblos originarios o trabajadores del
sector: tiempo atrás un proyecto del diputado formoseño "para
la promoción del uso de fertilizantes" fue rechazado por la Red
de Médicos de Pueblos Fumigados por provenir de “los grupos
sociales y políticos vinculados al agronegocio con el único
objetivo de ampliar la impunidad de una práctica agrícola que
multiplica la utilización de pesticidas”. También se recuerda
cómo, en tanto presidente de la comisión de Agricultura, dejó sin
presupuesto la ley de agricultura familiar, habilitando los despidos
en el sector.
En
un país donde las fumigaciones con agrotóxicos, la megaminería
contaminante y la destrucción vía fracking petrolero son verdaderos
dramas socioambientales, y mientras el lobby extractivista intenta
avanzar con la ley Monsanto de semillas y atacando la ley de
glaciares, se pondrá a prueba una vez más, ahora con la gestión de
Cabandié, cuán irreconciliables son los intereses y las prácticas
de corporaciones extractivistas, defendidos por todos los partidos
tradicionales, con los de las comunidades y los pueblos afectados en
su salud y medioambiente.
Como
mencionó la diputada Myriam Bregman durante la campaña electoral,
el FIT Unidad “es la única fuerza que no tiene compromiso alguno
con estas multinacionales. No nos financian Barrick Gold, Monsanto ni
Chevron. El modelo extractivista y contaminante ya tiene sus
candidatos. Que no cuenten con nosotros para eso”.
Digamos
que a Cabandié le dejaron la vara muy baja. Pero también un pasado
K de extractivismo, contaminación, lobby empresarial y entrega de
bienes comunes y naturales. Pino Solanas, en tanto, está a punto de
tomarse el oportuno avión a París...
Fuente:
Valeria Foglia @valeriafgl, Juan Cabandié, el reemplazo del “ministro planta”, 6 diciembre 2019, La Izquierda Diario. Consultado 10 diciembre 2019.
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