En
2013, la cuenca del río La Matanza-Riachuelo figuró entre los 10
sitios más contaminados del mundo junto con Chernobyl, entre otros
lugares de países menos desarrollados.
El
Riachuelo es un ícono de la polución y de la negligencia estatal
para tratar de sanearlo. Todos recordamos la promesa de limpiarlo en
mil días por parte de María Julia Alsogaray, secretaria de Ambiente
durante la presidencia de Carlos Menem.
Desde
aquella década de 1990 a la actualidad, el Estado ha hecho poco y
nada por limpiar este pequeño hilo de agua oscuro y denso que llega
hasta la misma ciudad de Buenos Aires. En 2006 se creó la Autoridad
de Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar), con millonarios recursos pero
escasos resultados.
El
río Suquía, desde el dique San Roque hasta su desembocadura en Mar
Chiquita, tiene indicadores similares o peores al río porteño.
Por
ejemplo, el nivel de fósforo detectado por el reciente estudio del
Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (Cicterra) fue de
6,5 miligramos por litro (mg/l) a la salida de Bajo Grande y de 1,5
en la desembocadura de la laguna. En 2018, se detectaron 0,9 mg/l de
fósforo en el Riachuelo a la altura de Nueva Pompeya, en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.
En
ese mismo sitio, los coliformes fecales fueron de 310 mil unidades
formadoras de colonias por litro (UFC/l). En el río cordobés, se
han detectado 93 UFC/l en la desembocadura, pero 9,3 millones en la
salida de Bajo Grande, una planta de tratamiento cloacales que por
momentos concentra la contaminación en lugar de mitigarla.
El
plomo medido en el Riachuelo es de 23 parte por billón (ppb) en una
cuenca que años atrás tenía 20 mil industrias en su ribera. En el
Suquía se han registrado 8 ppb en algunos sectores, sin tener una
densidad industrial tan marcada como la de Buenos Aires.
La
intención no es generar una competencia entre porteños y
cordobeses, sino despertar la alarma sobre el estado del río Suquía.
Parece un conflicto ambiental provincial, pero debería ser nacional.
Dos argumentos: el lago San Roque es parte del paisaje de miles de
argentinos que veranean en las sierras todos los años, y la laguna
Mar Chiquita va camino a ser un parque nacional. Claro que sus aguas
no surcan por las entrañas de la Capital nacional, el centro de
poder de Argentina.
Sin
embargo, lo deseable a esta altura sería que municipios, provincias
y Nación crearan un organismo de monitoreo de su cuenca y de Mar
Chiquita, para determinar medidas de mitigación. Un organismo
similar al Acumar, pero más eficiente.
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Fuentes:
Lucas Viano, El río Suquía versus el Riachuelo, 12 noviembre 2019, La Voz del Interior. Consultado 12 noviembre 2019.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "Fin de Jornada" del artista Vicente Bento.
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