Son
tan pocos los logros en materia ambiental que un resultado auspicioso
de una política no deja de ser alentador. Bolsas plásticas: la
reducción del uso es parcial.
por
Ary Garbovetzky
Hace
una década, las bolsas plásticas se transformaron en el tema
ambiental del momento. La mayoría de los municipios comenzaron a
restringirlas, a prohibirlas o a indicar que se cobraran, para
inducir así la reducción de su uso.
En
la ciudad de Córdoba, los supermercados contabilizaron una reducción
de casi el 75 por ciento por el solo efecto de que dejaron de ser
gratuitas para el consumidor.
En
San Francisco, donde estaban prohibidas, se retrocedió hasta
permitir su venta, porque la resistencia de los vecinos era muy alta.
En
otros lugares, como en Villa María, las autoridades se plantean
pasar de la prohibición a su erradicación.
Pero
es una cuenta pendiente, en casi todas partes, avanzar hacia los
otros comercios que no son supermercados ni grandes centros de
ventas, para que se adecuen a la política ambiental y comiencen a
reemplazar las bolsas de plástico por otras alternativas. O bien,
como sucede en los supermercados, empiecen a cobrárselas al
consumidor con la meta de propiciar un uso más responsable.
Esta
aplicación despareja de la norma, que es muy restrictiva para
algunos locales y muy permisiva para otros, hace que a la vista, en
los enterramientos de cada ciudad, no se perciba una diferencia
sustancial en la reducción. Sin embargo, es significativa en el uso
de “bolsas camiseta”, según los datos de los productores de
plásticos y de las cámaras empresariales.
En
nuestro informe de Primer plano, detallamos qué pasó en la última
década con las bolsas plásticas en las principales ciudades de la
provincia, incluida la Capital.
Por
cierto, no es el único problema ambiental ni el más grave, ya que
rigen emergencias por el estado del río Suquía y la contaminación
cloacal, no se pueden erradicar basurales a cielo abierto y continúan
quemándose grandes extensiones de bosque año a año.
Con
tan pocos logros en materia ambiental en los últimos años en
Córdoba, una política con resultados positivos -aunque haya todavía
muchísimo por hacer- no deja de ser una buena noticia.
Vale, aunque haya otras prioridades ambientales
Vale, aunque haya otras prioridades ambientales
Las
bolsas son apenas parte del dilema del destino de la basura.
por
Fernando Colautti
El
uso abusivo de bolsas plásticas es un problema que merece solución.
Pero conviene ubicar el problema en su justa dimensión: está lejos
de figurar entre la decena de cuestiones ambientales más gravitantes
para Córdoba.
Por
sus impactos y consecuencias, aparecen mucho antes los cientos de
basurales a cielo abierto, el desmonte que va dejando sin bosque
nativo a la provincia, la falta de cloacas aún para casi la mitad de
los cordobeses, el deterioro de la calidad del agua de los embalses,
el abuso con los agroquímicos, el deterioro de las cuencas hídricas
serranas y la polución industrial y urbana, entre varios etcéteras.
Las
bolsas plásticas son una parte -y no la principal- del irresuelto
problema del destino de la basura, en Córdoba y en el país.
Incluso, representan el menor volumen entre los plásticos que se
desechan. Los sitios a los que llegan los cuatro millones de kilos de
residuos que por día tiramos los cordobeses suelen ocultar,
mezclados y sin tratar, hasta metales pesados y residuos patógenos,
con riesgos elevados de contaminación ambiental y sanitaria.
Aun
así, no está nada mal que al menos un aspecto colateral como el
impacto de las bolsas de polietileno pueda controlarse. Sería, al
menos, un paso hacia un tratamiento más adecuado de los desechos que
generamos.
Las
bolsas parecen inquietar más porque quedan a la vista, como una
evidencia que nos factura lo que (no) hacemos con nuestros desechos.
La contaminación visual es su principal efecto.
Con
matices, varios municipios que aplicaron normas restrictivas lograron
reducir la entrega de bolsas plásticas de los comercios a sus
clientes. Pero la merma se nota bastante menos en los basurales y en
plantas de tratamiento: es que la gente sigue sacando cada día en
bolsas la basura de sus hogares. Y usa, sobre todo, las plásticas.
Con
los residuos, no hay solución razonable y sustentable si no
involucra una mirada y un tratamiento integrales.
Bolsas
plásticas: la reducción del uso es parcial
Hace
una década aparecían las primeras restricciones en municipios
cordobeses. En general, la utilización cayó en supermercados, pero
no en los demás puntos comerciales.
Hace
algo más de una década, varios municipios cordobeses empezaban a
dictar normas para limitar el uso de bolsas plásticas en los
comercios, como una medida de protección al ambiente.
Los
plásticos -derivados del petróleo- están entre los desechos que
más tardan en degradarse. Pero, además, los restos de bolsas
generan el mayor impacto visual cuando vuelan en los alrededores de
los basurales y plantas de tratamiento. Son, de algún modo, el
residuo que más ve la gente.
Una
década después, con un centenar de pueblos y ciudades que en
Córdoba dictaron normas en esta línea, un repaso por los mayores
centros urbanos permite observar avances, tareas pendientes y algunas
contradicciones.
La
primera conclusión es que la prohibición total hasta ahora no
funcionó: en todas las ciudades sigue habiendo bolsas entre la
basura.
Las
normas se atascan, por ejemplo, contra una realidad hasta ahora
insuperable: los vecinos retiran sus residuos hogareños en bolsas,
que siguen siendo plásticas, aunque en los supermercados ya no se
las entreguen.
En
el repaso por la docena de las mayores ciudades cordobesas, se ve de
todo. Incluso, algunas que no han intentado ninguna acción.
Algunas
ciudades redujeron el volumen de bolsas entregadas en los comercios
desde que se estableció que fueran cobradas a los clientes (como
ocurre en la Capital y en San Francisco). Otras, por exigir
directamente que no se entregaran. Pero hay matices en los
resultados: la reducción depende del nivel de control que ejerce
cada municipio.
En
todos los casos -conviene aclarar-, la restricción se aplica casi
exclusivamente en los supermercados. Por lo tanto, aunque resulte
eficiente en esos ámbitos, es siempre parcial: la mayoría de los
comercios restantes no están involucrados.
Para
los súper, a la vez, no entregar gratis las bolsas les significa un
ahorro de costos.
Hay
ciudades que nunca ensayaron normas en esta dirección. Río Cuarto y
La Calera, por ejemplo, entre la decena de las mayores de la
provincia.
Otro
punto: en numerosas localidades admitieron el uso de las denominadas
“oxodegradables” u “oxibiodegradables”, que en realidad no se
degradan. También son de polietileno y sólo se despedazan más
rápido que las clásicas: el efecto ambiental es el mismo, aunque en
lo visual impacten algo menos.
Según
empresas fabricantes, una bolsa plástica tipo “camiseta” (con
manija) se vende a supermercados hoy, en promedio, a un precio de
entre un peso y 1,20 pesos por unidad, según el tamaño.
Las
10 más grandes
Río
Cuarto. La ciudad más grande del interior no tiene ordenanzas que
las limite. Una norma de 2008 promovió planteos generales, pero no
implicó acciones concretas. No se observa reducción alguna en el
uso de bolsas plásticas.
Villa
María. En 2008, el municipio creó el “programa de reducción de
contaminación blanca”, cuyo principal foco era reducir el uso de
bolsas plásticas. En los supermercados está prohibida la entrega:
los clientes deben llevar bolsas de tela o de otro material. “Se
hacen controles y a veces detectamos desvíos en algunos
supermercados”, dijo Germán Tissera, director de Ambiente. Sólo a
carnicerías y a verdulerías se les permite el uso de bolsas de
polietileno, aunque sin manijas, para que el cliente lleve la
mercadería en condiciones bromatológicas adecuadas. “Estamos
trabajando ahora en ese punto, para tratar de resolverlo de otra
manera”, adelantó Tissera.
En
baldíos y en calles de Villa María se ven aún bolsas plásticas
que las arrastra el viento.
Algunos
comercios reclaman por la “desventaja competitiva” con grandes
superficies de la vecina Villa Nueva, donde no se aplican
restricciones.
Villa
María aspira a convertirse en 2021 en una ciudad sin plásticos que
contaminen. La idea es restringir los de un solo uso, como vasos,
cubiertos o bandejas descartables.
Villa
Carlos Paz. Desde 2017, una ordenanza prohíbe la entrega de bolsas
plásticas del tipo “camiseta” en comercios. El cumplimiento es
alto en los supermercados, pero en el resto de los negocios es menor.
Las costas del río y del lago, sitios clave de esta ciudad
turística, son evidencias diarias de que hay mucho plástico como
desecho aún sin destino.
San
Francisco. Hace una década, el municipio probó con una ordenanza
que las prohibía. Su acatamiento fue muy relativo, por lo que luego
aplicó otro criterio: habilitó a los comercios para que las
cobraran. Así, los usuarios apelan a llevarse con sus compras menos
unidades que antes. Se percibe una evidente caída en el uso, aunque
es más claro en supermercados que en el resto de los rubros.
Alta
Gracia. En enero de este año comenzó a aplicarse la ordenanza que
exige reducir el uso de bolsas plásticas. La norma había sido
aprobada en 2008, pero recién ahora (una década después) fue
reglamentada. En supermercados y en hipermercados, se cobran aparte y
eso está bajando su uso. En el resto de los comercios, aún está
por verse el acatamiento: depende más de la voluntad de cada negocio
que del control.
Río
Tercero. En 2008, fue de las primeras ciudades con ordenanzas en esta
línea. Establecía reduciendo la entrega en los negocios, para
llegar a 2011 con la prohibición total. Pero desde 2011 hasta ahora
se fue prorrogando la excepción que permite entregar una sola bolsa
por cliente. Así, se aplica con alto acatamiento en supermercados,
aunque es bajo en el resto de los comercios. Los concejales debaten
ahora aplicar la restricción total. Con esa norma de cumplimiento
parcial, días atrás aprobaron otra que establece la prohibición de
otros plásticos “de un solo uso” (sorbetes, vasos y cubiertos
descartables) desde 2021.
Bell
Ville. Rige una prohibición para la entrega y se logró un alto
acatamiento en grandes superficies, pero no tanto en pequeños
negocios. La ordenanza establece que deben ser reemplazadas por
bolsas de papel, de tela o de materiales degradables que no
perjudiquen el ambiente. Sólo está permitido el polietileno como
envase para mercadería húmeda (como carnes).
La
Calera. No cuenta con ninguna norma restrictiva. Desde el municipio,
plantean que ahora se analizará un proyecto en esa línea. Gabriela
Lavilla, directora de Ambiente municipal, argumentó que no se aplica
porque no cuentan con la organización ni con el personal para
controlar su efectivo cumplimiento.
Jesús
María. Hace 10 años se aprobó una ordenanza para reemplazar
gradualmente las bolsas plásticas. Fijaba que, desde 2010, todos los
comercios debían utilizar únicamente las reutilizables o las de
material biodegradable. Incluso, los logos de identificación debían
pintarse con pigmentos no contaminantes. Una década después, el
cumplimiento es mínimo y se reduce a la buena voluntad de los
vecinos que no las aceptan o de los comerciantes que adhieran.
Villa
Dolores. El año pasado, entró en vigor una ordenanza que limita el
uso. El acatamiento ha avanzado, pero el cambio de conducta le cuesta
a la comunidad más que a los vendedores. Por ahora, la reducción
efectiva es parcial. “Nunca hemos labrado multas, pero estamos
haciendo inspecciones y comenzaremos con apercibimientos”, anunció
Lucía López, de Ambiente del municipio. La norma establece que sólo
para la venta de alimentos húmedos podrán usarse bolsas plásticas.
Una
ley provincial que no cambió nada
El
4 de noviembre de 2019, los legisladores provinciales aprobaron una
ley que planteaba la erradicación, en el plazo de un año, de las
bolsas plásticas. Establecía que, en 12 meses, la Secretaría de
Ambiente de la Provincia debía aplicar un plan al que los 427
municipios y comunas tenían que adherir. Pero la ley resultó letra
muerta. Nunca se aplicó. Además, contenía un error serio: fijaba
que las bolsas a base de polietileno convencional podían ser
reemplazadas “por las oxobiodegradables”. Ahí nomás aparecieron
las evidencias de que ese tipo de material también se elabora a base
de polietileno y que tiene el mismo impacto que las bolsas
tradicionales. Tras el papelón, no hubo otra ley que la reemplazara.
Algunos municipios fueron legislando luego por su cuenta.
Las
biodegradables, una opción incipiente
Desde
hace un tiempo, en varios países empezaron a circular las bolsas
realmente biodegradables: son aquellas que se descomponen en mucho
menor tiempo, porque son de materia orgánica. Entre los residuos,
actúan como si fueran una cáscara de fruta o de verdura. Su
fabricación no tiene como insumo los derivados del petróleo, sino
el almidón vegetal de maíz o de papa. La apuesta por las bolsas
biodegradables es un camino que empieza a recorrerse y Córdoba es
pionera en el país a partir de la curiosidad emprendedora de una
pyme. En Laboulaye, una empresa que desde hace 30 años fabrica las
plásticas invirtió para producir ahora las biodegradables. Ya las
fabrica y comercializa y es una de las muy pocas en el país en este
mercado. Daniel Nicolino, titular de la firma Papeleno, marca que
años atrás, cuando las lanzaron, costaban ocho veces más que las
tradicionales. “Hoy tienen un costo 3,5 veces superior a las
plásticas”, precisa. Su demanda va en leve aumento: depende tanto
de los sitios que prohíben las otras como de empresas que las
incorporan como estrategia de compromiso ambiental o de marketing.
Fuentes:
Ary Garbovetzky, Menos bolsas plásticas, un resultado alentador, 16 octubre 2019, La Voz del Interior.
Fernando Colautti, Vale, aunque haya otras prioridades ambientales, 16 octubre 2019, La Voz del Interior.
Bolsas plásticas: la reducción del uso es parcial, 16 octubre 2019, La Voz del Interior.
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