Minas
de oro y carbón, pozos de gas y petróleo, megarepresas en el río
Santa Cruz. La provincia argentina más austral del continente parece
una postal del extractivismo, convertida en “un espacio global de
acumulación de capital transnacional”, en palabras de Alejandro
Schweitzer, académico de la Universidad Nacional de la Patagonia
Austral y miembro de la Red Ecosocialista. Entrevistado por OPSur,
reflexiona en torno a los escenarios energéticos que deparará el
próximo gobierno y se plantea la reconversión productiva y la
transición energética desde una provincia que late al ritmo de la
renta minera y petrolera.
por
Felipe Gutiérrez Ríos
Alejandro
Schweitzer es investigador del Conicet y docente en el Área de
Geografía de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
Trabaja planeamiento desde una perspectiva de la Ecología Política,
a la que define como “el estudio en torno a las relaciones de poder
que tejen los grupos sociales con relación al territorio y a los
recursos”. Schweitzer es también militante del MST y de la Red
Ecosocialista. Se plantea ante el desafío de pensar en esa clave un
proceso de transición porque, dice, “no se puede hacer socialismo
con la fuerza productiva del capitalismo. Y ese es un debate que
también tenemos con otras fuerzas de izquierda”. En ese marco
considera urgente el reemplazo de fuentes no renovables por
renovables, la disminución de los niveles de consumo y repensar el
planeamiento de las ciudades para encarar no solo la transición sino
también las modificaciones que serán consecuencia del cambio
climático.
-
¿Cómo evaluas la política energética del gobierno de Mauricio
Macri?
La
podemos caracterizar en al menos tres ejes. El primero fue la
dolarización de las tarifas del consumo domiciliario, comercial e
industrial, de gas y de energía eléctrica, con el objetivo de
igualar los precios internacionales. En segundo lugar se dio una
profundización de las políticas impulsadas por los gobiernos
kirchneristas en lo que hace al extractivismo de gas y petróleo, con
fomento de la extracción por fractura hidráulica, en particular en
Vaca Muerta y otras cuencas, como la Austral en la provincia de Santa
Cruz, sobre todo desde 2017. Y en tercer lugar destaco la continuidad
de los acuerdos con China, firmados inicialmente entre la
ex-presidente Cristina Fernández de Kirchner y luego por Mauricio
Macri y el presidente chino Xi Jinping. De esto deriva, entre otros,
la construcción de nuevas represas, como las que ya están en obra
sobre el río Santa Cruz, y dos nuevas centrales nucleares.
Ninguno
de estos ejes apuntó a mejorar las condiciones de vida de la
población o las condiciones para la producción de medianas y
pequeñas empresas, sino por el contrario, mantuvo y profundizó los
negocios de las empresas privatizadas, las empresas de obras públicas
y mayor presencia de los grandes capitales transnacionales.
-
¿Qué se podría esperar de un gobierno de Alberto Fernández?
No
creo que cambie demasiado, al contrario, hay un serio riesgo de que
se profundice aún más. Cualquiera de las fórmulas presidenciales
que compite el 27 de octubre están pensando lo mismo. Excepto la
izquierda, nadie está pensando la energía más allá de Vaca
Muerta, la ven como “la salvación” del país, el recurso que
permitirá sacarnos del endeudamiento y llevarnos al desarrollo. Pero
la deuda externa va a condicionar el aprovechamiento de este recurso
y no hay garantías de que puedan ni quieran cambiarlo. Ya aprendimos
de experiencias anteriores: fruto del endeudamiento, el FMI no
solamente va a pedir la reforma laboral y la reforma impositiva, la
de la seguridad social, etc. También va a pedir nuevas
privatizaciones, o mayores desregulaciones en la actividad.
Posiblemente la diferencia pase por la ya anunciada salida de la
dolarización de las tarifas. Pero ni el gobierno anterior ni un
gobierno de Alberto Fernández prevén profundizar en la
investigación y desarrollo de energías alternativas.
-
¿Cómo ves a la provincia de Santa Cruz en este marco, qué lugar
ocupa en este modelo?
Nosotros
hablamos de la Patagonia Sur como un espacio global de acumulación
de capital transnacional. Acá se ubican grandes proyectos cuyo
objetivo es extraer los recurso naturales. La zona norte de la
provincia está dedicada al petróleo y gas de la Cuenca del Golfo
San Jorge, y en la zona sur está la Cuenca Austral, de la que se
extrae principalmente gas. Y después está la minería metalífera
en el centro de la provincia, en el Macizo del Deseado, y la
cordillera. Todas estas actividades están orientadas al mercado
exportador. Además, hay pesca en Puerto Deseado y Puerto Santa Cruz,
y muy de a poquito hay tendencia de que se expanda la salmonicultura
hacia estas costas, a un nivel menor que Tierra del Fuego y
Magallanes, en Chile, pero existe esa tendencia, que te muestra que
toda la estructura política de Santa Cruz está armada en función
de garantizar y potenciar el modelo extractivo.
- Por
otra parte está la amenaza de las megarepresas
En
la región hay cinco o seis represas proyectadas. Tres son del lado
chileno, en el Río Baker, que son parte del proyecto Hidroaysen, y
dos megarepresas en el río Santa Cruz. Fueron proyectadas en la
década de 1950, 1960 y se reactivaron a mediados de la década
pasada. Pero han generado mucha oposición por los impactos negativos
que tienen sobre el territorio. En ambos lados se debe llevar la
energía a los centros de consumo que están en el norte y eso exige
construir un tendido eléctrico. Esto hizo que en el lado chileno
mucha gente se movilizara y lograran suspender el proyecto
[HidroAysén]. En el caso del río Santa Cruz, no se justifica la
construcción ni acá ni en ningún otro lado, por su tamaño y por
todos los efectos negativos que ocasiona. O sea, la cuestión
energética termina siendo muy importante en Santa Cruz por las
represas, el carbón y el petróleo, cuando hay muchas otras
alternativas.
- ¿Cómo
se dio el desarrollo de la mina de carbón de Río Turbio?
El
papel de la mina de carbón en Turbio es geopolítico,
fundamentalmente. Hay muchas minas de carbón en Argentina, pero esta
en particular es importante por la concentración y por la ubicación
y frontera con Chile. Argentina estuvo en guerra con todos los países
limítrofes, pero nunca con Chile, aún así el discurso bélico
siempre presente. Entonces fue una ubicación estratégica de Nación
para abastecer de carbón a la industria siderúrgica de San Nicolás.
Así crecieron los pueblitos de la cuenca: Río Turbio y 28 de
Noviembre, con una cultura e identidad minera muy fuerte que tuvo,
podríamos decir, dos generaciones. La primera fue minera, de
extracción de carbón para el mercado interno; y a partir de la
construcción de la megausina está la extractiva neoliberal, que
busca vender energía pero no anda.
La
Megausina
La
central térmica de Río Turbio es la única planta de generación
eléctrica a carbón de relevancia en el país. Costó cerca de US$
1000 millones y un primer módulo fue inaugurado en 2015. El proyecto
total implicó la construcción de redes para hacer llegar el Sistema
Interconectado Nacional hasta la localidad y, de ser utilizada en su
totalidad, alcanzaría a producir 240 MW, lo que abastecería el
consumo eléctrico de las provincias de Santa Cruz y Chubut. El
desvío de fondos de Río Turbio es una de las principales causas
judiciales que enfrenta el ex Ministro de Planificación, Julio De
Vido
- Ese
segundo período que nombras está marcado por la construcción de la
central termoeléctrica, ¿cómo se dio ese proceso?
Surge
como una decisión de política de Estado, tanto del gobierno
provincial como nacional -que eran del mismo partido (FpV)- , que
inicialmente se oponían a la generación de energía a partir del
carbón, pero que luego de un accidente en 2004 -donde mueren 14
mineros-, dicen ‘vamos a atender a los reclamos históricos de El
Turbio’ y construyen esta carboeléctrica, única en el país, para
abastecer no sabemos qué.
Nosotros
participamos de las audiencias públicas, ahí se presentaron
estudios de impacto ambiental con gruesos errores, preguntas que se
hicieron y nunca fueron respondidas. Esos errores y faltas de
resolución terminaron con que se avanzara solo un 80 % y no se pone
en operación, porque no hay carbón suficiente para ponerla en
marcha y la única manera de hacerlo es importando carbón.
-
¿Cómo evaluás que para resolver el problema energético se acuda a
fuentes como el carbón?
Me
parece que es un atraso completo. En Río Turbio está la única mina
de carbón y la única central térmica a carbón del país. También
hay una pequeña que es para el pueblo, pero no está conectada al
sistema interconectado. Mantener una matriz energética dependiente
de la quema de carbón o las térmicas con gas o petróleo es atraso.
Hay muchas fuentes de energía alternativa, no estoy diciendo que
todas sean saludables, simplemente que la de carbón es una de las
que más emite gases de efectos invernadero. Aparte, el país es el
signatario de distintos protocolos de reducción de emisión gases,
entonces estaríamos siendo contradictorios con el discurso oficial.
-
Sin embargo pensar en cerrar la usina o la mina significaría perder
gran cantidad de puestos de trabajo. ¿Cómo pensás que se puede
realizar una transición productiva para la Cuenca de Río Turbio?
Respecto
a la situación de los trabajadores en Turbio como cualquier
actividad extractiva, hay que pensar en un plan de reconversión.
Turbio tiene perfil industrial, no le podemos hacer trabajar turismo,
aunque muchos creen que esa es la alternativa. Eso fue lo que
propusimos en la audiencia pública. Hay lugares donde hay
desarrollos tecnológicos para la producción de energía eólica que
tranquilamente podrían instalar una fábrica en Turbio. Es decir,
mantener el perfil industrial, garantizando el empleo, e incluso
haciendo un desarrollo de tecnología que es útil para acá.
Hay
posibilidades de reconvertir, pero primero hay que garantizar que no
haya despidos, por supuesto, y en segundo lugar, pensarlo en términos
de la orientación de ese empleo. Porque si no la otra alternativa es
vaciar el pueblo y eso es algo inconcebible, porque si se cae el
empleo de la mina, se cae todo en Turbio. Y si no se vamos a depender
del empleo público, como siempre en Santa Cruz. Y eso es lo
siguiente que tenemos que pensar, cómo hacer para salir del modelo
rentista que tiene la provincia. Y ahí tenemos que pensar en qué
falta. La provincia puede desarrollar energías alternativas, que
puede ser un factor muy importante, pero también falta obra pública,
vivienda, salud y educación. Eso genera trabajo permanente, mucho
más que la megausina. ¿Dónde están ahora los obreros que
trabajaron en la megausina?
-
Pareciera que existe una contradicción entre el cuidado del ambiente
y el de los puestos de trabajo. ¿Cómo crees que se puede saldar
eso?
Nosotros
pensamos en la incorporación de la visión ecológica dentro del
socialismo. Hablamos de dos contradicciones, la contradicción del
capital y el trabajo y la contradicción o guerra del capital contra
la naturaleza. Hablamos de política roja y verde, fusionando las
luchas sindicales con las luchas ambientales. Volviendo al caso de
Río Turbio, es necesario fusionar las dos porque el minero que es
explotado en la mina, después vuelve a su casa. Y Río Turbio es una
ciudad contaminada, todas las calles son de tierra, antes estaba todo
cubierto de carbón. Entonces vos tenes en el lugar de trabajo una
lucha y en el lugar de reproducción otra lucha que se tiene que
entrelazar, me parece que por ahí viene la veta, porque el capital
se apropia de la naturaleza humana por el trabajo asalariado y de la
naturaleza no humana, en este caso el carbón.
-
¿Qué entendés por transición energética?
Un
programa de transición requiere de pensar muchos puntos. Primero
tenemos que pensar en la generación de energía. Debemos cambiar de
usos no renovables o contaminantes a renovables, y sobre todo
producir y generar energía en función de las necesidades de la
población y no a la de un modelo exportador neoliberal y
capitalista. O sea, en lugar de pensarlo por su valor de cambio, como
puede ser vender la energía, planificar según su valor de uso,
pensando en qué lugares hace falta, dónde hay necesidades o no hay
acceso, y reflexionar qué actividades habría que hacer en cada
lugar para esa transición al socialismo. Eso implica prohibir
actividades que produzcan efectos negativos y en las otras estatizar
y planificar la salida, con los tiempos que se puedan. Uno no puede
cerrar un pozo enseguida, una mina tampoco, por eso la transición
tiene que pensar en planes de cierre.
En
segundo lugar está cómo se distribuye esa energía que se genera.
Hablamos de necesidades sociales, de actividades que debemos
potenciar, como la producción de alimentos o viviendas, de escuelas,
de hospitales. Teniendo en cuenta un horizonte de transición pero
también qué parte de los efectos del cambio climático se harán
presentes en las próximas décadas, habrá que planificar dónde
promover nuevos asentamientos, ante la crisis de las grandes
ciudades. Esto implica pensar dónde ir desarrollando los proyectos
de energías alternativas, si mantendremos el actual esquema de
grandes usinas nucleares o de combustibles fósiles o hidroeléctricas
y el sistema interconectado o si avanzaremos en sistemas de
generación distribuida, atendiendo necesidades de localidades
aisladas.
Y
en tercer lugar está la manera de consumir eso: qué se consume y
dónde. Un buen principio podría ser tener un uso menor a la
regeneración por parte de la naturaleza, o sea, que la huella
ecológica tiene que ser cada vez menor. Y la única manera de
reducirla es aminorando la emisión de gases de efecto invernadero,
reduciendo el uso de material, cambiando las pautas de consumo.
Pensar en necesidades, valores de uso y no valor de cambio, salir de
esa lógica.
-
¿Y cómo crees que se construye, hoy, esa transición?
Nosotros
decimos que el problema no es clima sino el sistema, el capitalismo.
Entonces, tenemos que salir del capitalismo, para eso necesitamos de
una transición que es lo que venimos hablando, donde esta nueva
forma de pensar la energía te va a dar la base material de esa
transición. Y ese programa de transición no es un manual, es un
plan que tiene que ser elaborado de manera colectiva por toda la
población, los trabajadores, la sociedad.
Esta
publicación es financiada con recursos de la Fundación Rosa
Luxemburgo con fondos del Ministerio Federal de Cooperación
Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ). El contenido de la
publicación es responsabilidad exclusiva de OPSur, y no refleja
necesariamente una posición de la FRL.
Fuente:
Felipe Gutiérrez Ríos, “Excepto la izquierda, nadie está pensando la energía más allá de Vaca Muerta”, 1 octubre 2019, Observatorio Petrolero Sur.
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