El
temor a la contaminación retrasa las obras de Notre Dame tras el
incendio. Las autoridades vigilan los niveles del químico en niños
y embarazadas tras detectar un alto nivel de polución.
por
Marc Bassets
Es
el verano del plomo en París. Con la actualidad a medio gas y los
políticos calentando motores para las municipales de 2020, el temor
a la contaminación por el incendio de Notre Dame en la noche del 15
al 16 de abril copa la actualidad local. El diario Le Parisien ha
llegado a hablar de “crisis sanitaria inédita”. Las obras están
paralizadas desde el 25 de julio y el reinicio previsto se ha
aplazado una semana, hasta el 19 de agosto. Las tareas de limpieza
han empezado esta semana en las inmediaciones del templo. Por ahora
no hay pruebas definitivas de que el exceso de plomo haya dañado la
salud de los vecinos.
En
las calles que rodean la catedral los turistas se siguen amontonando
y sacándose selfis. Las ruinas son una nueva atracción. Un hombre
vende dibujos de Notre Dame en llamas y el ejemplar especial de
Paris-Match sobre el incendio se vende a 15 euros. El puente y las
calles que conducen a la entrada están cerrados. El martes, primer
día de la operación de limpieza, se veían hombres enfundados en
monos blancos. Su misión es extender un producto por el suelo que
debe servir para eliminar las partículas de plomo que cayeron al
desplomarse la aguja y el techo del edificio gótico. La catedral
contenía unas 500 toneladas de plomo.
¿Motivo
de alarma real? ¿O alarmismo? “No tenemos nada que esconder, desde
el principio”, dijo hace unos días Anne Souyris, responsable de
Salud en la alcaldía de París. “Hemos decidido que, al inicio del
curso, las cosas habrán vuelto al orden y que la descontaminación
debería ser una realidad para todas y todos los parisinos cuando
regresen en septiembre”.
Gaspard Gantzer, candidato a la alcaldía de París, añade a EL PAÍS: “Si
en unos años nos damos cuenta de que hay personas contaminadas con
plomo por falta de precaución y previsión, todo el mundo se lo
reprochará”. El candidato, como algunas organizaciones en defensa
de la salud pública, reprocha al Estado y al Ayuntamiento falta de
“anticipación”, “transparencia” y “honestidad” a la hora
de afrontar la contaminación. Y pide que se hagan tests en
universidades, comercios, parques y jardines, y que se ofrezca un
análisis de sangre a los parisinos y a quienes en los últimos meses
han transitado por la zona. “En materia de salud pública no
podemos contentarnos con medias medidas”, añade el candidato
municipal y portavoz de François Hollande cuando este era presidente
de la República.
La
Agencia Regional de Sanidad (ARS) detectó una polución “muy
importante”, en la isla de la Cité, donde está Notre Dame y los
alrededores de la catedral. También más allá de este perímetro.
La amplitud del radio de polución llevó a las autoridades parisinas
a cerrar temporalmente varias escuelas y a descontaminarlas.
Otra
medida han sido las pruebas de plomo a menores de siete años. Los
niños y las embarazadas son las personas que corren mayor riesgo de
saturnismo, enfermedad causada por la intoxicación por plomo.
De
los 164 niños examinados, 16 han presentado entre 25 y 49
microgramos de plomo por litro de sangre, con lo que se sitúan en el
“intervalo de vigilancia”. Dos han presentado más de 50
microgramos, el “nivel de declaración obligatoria”, que “no
requiere una terapéutica particular, pero que implicará un
seguimiento regular”, según la ARS. De estos dos, se ha acreditado
que uno tenía un alto nivel de plomo en la sangre porque su
apartamento contenía plomo ya antes del incendio. Su caso no tendría
nada que ver con Notre Dame. Las causas del otro caso, detectado más
tarde, no se han aclarado.
“Es
un problema que tenemos que tomar en serio sin caer en histerias. El
lado alarmista es un poco caricaturesco, hay que encontrar un punto
medio”, declaró en julio, refiriéndose a la salud de los obreros
de la catedral, el arquitecto jefe de Notre Dame, Philippe Villeneuve. “Hay que chupar el suelo para enfermarse”.
El
Gobierno aún ve “riesgo de derrumbe”
La
prioridad ahora en Notre Dame es doble, según el Gobierno francés.
Primero, garantizar la salud de los obreros; segundo, prevenir “el
riesgo de derrumbe”. En un comunicado, el Ministerio de Cultura
recordó el miércoles que el objetivo de las obras iniciadas el 16
de abril, día en que se apagó el incendio declarado la víspera, no
es “restaurar la catedral, sino evitar su derrumbe”. De ahí el
ritmo acelerado de las obras, paralizadas para ultimar el dispositivo
que debe mejorar la seguridad. La restauración no comenzará, como
muy temprano, hasta primer semestre de 2020. El presidente Emmanuel
Macron ha fijado un plazo de cinco años para reconstruirla. “Muy
recientemente se produjeron nuevas caídas de piedra de las bóvedas
de la nave como resultado del episodio de canícula”.
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Fuente:
Marc Bassets, Veranode plomo en París, 16 agosto 2019, El País.
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