Sunao
Tsuboi recordó el horror del 6 de agosto de 1945.
El
martes se cumplirán 74 años desde que Estados Unidos lanzó una
bomba nuclear sobre Hiroshima, Japón. Se trató de uno de los
episodios más violentos de la historia de la humanidad y aun hoy las
personas lo recuerdan con horror.
Sunao
Tsuboi es uno de los sobrevivientes de aquella tragedia. El 6 de
agosto de 1945, Tsuboi había ido como todos los días a la
universidad donde estudiaba en la zona de Senda-machi, en Hiroshima.
Según
una nota publicada hoy en Clarín, Sunao se convirtió en uno de los
sobrevivientes de la explosión nuclear gracias a una pequeña
decisión. El joven ya había desayunado, por ende cuando sus
compañeros lo invitaron al bufet él decidió quedarse.
Momentos
después, Estados Unidos lanzó la bomba e inmediatamente mató a
entre 60.000 y 80.000 personas. Sin embargo las consecuencias de la
explosión causó más muerto y el numero trepó a 135.000 y sin
contar las muertes y otras enfermedades como secuelas de un ataque
atómico.
“Ese
lunes, día de la caída de la bomba a las 8.15 yo estaba cursando en
el tercer año de la universidad. Quería ser uno de los militares
que combatiera en el campo de batalla, pero como recién después de
varios días de que cayó la bomba atómica supe que la guerra había
terminado me subió una bronca y una frustración muy fuerte y por
todos los medios decidí a vengarme de los Estados Unidos”, contó
Sunao a Clarín en un viaje organizado por el gobierno de Japón.
“Mi
futuro estaba decidido: morir en un vuelo suicida. Y de esa manera yo
tendría mi carrera militar brillante. Así pensaba hasta antes de
sufrir la bomba atómica, pero después la historia fue otra y debí
permanecer durante buen tiempo en un hospital”, señaló el hombre
de 94 años.
La
entrevista se realizó en la ciudad de Hiroshima, que es hoy una
ciudad moderna y activa. Algunos restos de edificios conservados tras
el desastre quedaron en pie y son hoy parte de la memoria como las
ruinas del Genbaku Dome.
Sunao
sigue copresidiendo la Nihon Hidankyo, una organización de víctimas
de la bomba atómica. Con la ayuda de una vara cuenta que la foto
histórica del día en que fue arrojada la bomba, en la que se lo ve
sentado, de espalda al lado de gente visiblemente quemada, con los
pelos chamuscados la piel y la ropa rasgadas fue tomada a 1.2
kilómetros del epicentro de donde cayó la bomba.
“Salí
disparado porque el viento de la bomba me hizo volar. La gente que se
volteó murió. Yo no me volteé, pero sentí algo malo y me hice un
ovillo. Y creo que eso fue lo que me salvó la vida”, relató
Sunao.
El
Hibakusha- nombre que se le da a los sobrevivientes de la bomba
nuclear – contó que después del impacto comenzó a movilizarse
mientras oía los gritos y gemidos de las personas, que iban cayendo
al piso, o se retorcían del fuego y el calor de sus ropas.
“No
podía caminar directo. Ni podía correr, porque no podía pasarles
por encima a toda esa gente. Entre ellos había algunos vivos. ¿Los
iba a pisar? Todavía tengo presente los gritos de esa gente cuando
los pisaban”, dijo.
“La
ropa que con el fuego se me había incendiado. Me sentía caliente y
me la quité y vi que ni siquiera me había dado cuenta de que mi
ropa todavía estaba en llamas. Nunca me olvidaré, no sé por qué
no lo sentía. Pero tuve muchas quemaduras. Mis orejas se incendiaron
y esa fue mi vergüenza después. Mis orejas me avergüenzan y yo en
aquel momento era joven imagínense como era con mi cuerpo. Dejé de
caminar por las calles con orgullo y con placer. Era una persona
escondida. Me quedaron muchas cicatrices en la espalda y en todo el
cuerpo. Estuve muchos días internado”, agregó.
“En
el puente vi muchas personas que llegaron hasta allí buscando ayuda
y había camiones de la fuerza militar. Pero más que ayudar, lo
primero que hicieron fue sacar de esa muchedumbre a los hombres, a
los hombres jóvenes”, retoma el relato. "Los socorrieron
primero porque los necesitaban para usar como militares nuevamente”,
recordó con dolor.
“Mujeres
y niños se quedaron ahí sin ser atendidos durante mucho tiempo. Y
entonces me acuerdo que cuando llegó el camión de la fuerza militar
para sacar a esos hombres que debían servir como militares, apareció
una niña de unos ocho o diez años de edad , que estaba sola, sin
ayuda de los adultos. La niña subió al camión y cuando un militar
la vio la regañó. Y le dijo que no podía subir”, contó entre
lágrimas.
“Huyó
¿Sabe a dónde se fue? A la parte central de la ciudad, que estaba
incendiada. Se fue corriendo hacia esa parte a toda velocidad. Y era
lo más peligroso porque era el epicentro del incendio”, continuó.
"Le
grité para que volviera, varias veces. No sé si me oyó o no quería
ser regañada pero corrió a toda velocidad y sin mirarme. Hoy
todavía a esta edad no puedo olvidar a esa niña, esa escena. Los
niños no hicieron la guerra”, lamentó el hombre.
Para
los 70 años de las bombas de Hiroshima y Nagasaki que se cumplieron
el 6 y 9 de agosto de 2015, la Cruz Roja Internacional entregó las
siguientes estadísticas: 340.000 muertos de inmediato y en los cinco
años siguientes al bombardeo; 190.000 sobrevivieron a la bomba y
seguían vivos, como Sunao Tsuboi (los hibakusha) y 200.000
sobrevivieron como segunda generación, los hijos de hibakusha.
Fuente:
Uno de los sobrevivientes de Hiroshima reveló la pequeña decisión que salvó su vida, 5 agosto 2019, Los Andes. Consultado 6 agosto 2019.
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