martes, 6 de agosto de 2019

Uno de los sobrevivientes de Hiroshima reveló la pequeña decisión que salvó su vida

Sunao Tsuboi recordó el horror del 6 de agosto de 1945.

El martes se cumplirán 74 años desde que Estados Unidos lanzó una bomba nuclear sobre Hiroshima, Japón. Se trató de uno de los episodios más violentos de la historia de la humanidad y aun hoy las personas lo recuerdan con horror.

Sunao Tsuboi es uno de los sobrevivientes de aquella tragedia. El 6 de agosto de 1945, Tsuboi había ido como todos los días a la universidad donde estudiaba en la zona de Senda-machi, en Hiroshima.

Según una nota publicada hoy en Clarín, Sunao se convirtió en uno de los sobrevivientes de la explosión nuclear gracias a una pequeña decisión. El joven ya había desayunado, por ende cuando sus compañeros lo invitaron al bufet él decidió quedarse.

Momentos después, Estados Unidos lanzó la bomba e inmediatamente mató a entre 60.000 y 80.000 personas. Sin embargo las consecuencias de la explosión causó más muerto y el numero trepó a 135.000 y sin contar las muertes y otras enfermedades como secuelas de un ataque atómico.

Ese lunes, día de la caída de la bomba a las 8.15 yo estaba cursando en el tercer año de la universidad. Quería ser uno de los militares que combatiera en el campo de batalla, pero como recién después de varios días de que cayó la bomba atómica supe que la guerra había terminado me subió una bronca y una frustración muy fuerte y por todos los medios decidí a vengarme de los Estados Unidos”, contó Sunao a Clarín en un viaje organizado por el gobierno de Japón.

Mi futuro estaba decidido: morir en un vuelo suicida. Y de esa manera yo tendría mi carrera militar brillante. Así pensaba hasta antes de sufrir la bomba atómica, pero después la historia fue otra y debí permanecer durante buen tiempo en un hospital”, señaló el hombre de 94 años.

La entrevista se realizó en la ciudad de Hiroshima, que es hoy una ciudad moderna y activa. Algunos restos de edificios conservados tras el desastre quedaron en pie y son hoy parte de la memoria como las ruinas del Genbaku Dome.

Sunao sigue copresidiendo la Nihon Hidankyo, una organización de víctimas de la bomba atómica. Con la ayuda de una vara cuenta que la foto histórica del día en que fue arrojada la bomba, en la que se lo ve sentado, de espalda al lado de gente visiblemente quemada, con los pelos chamuscados la piel y la ropa rasgadas fue tomada a 1.2 kilómetros del epicentro de donde cayó la bomba.

Salí disparado porque el viento de la bomba me hizo volar. La gente que se volteó murió. Yo no me volteé, pero sentí algo malo y me hice un ovillo. Y creo que eso fue lo que me salvó la vida”, relató Sunao.

El Hibakusha- nombre que se le da a los sobrevivientes de la bomba nuclear – contó que después del impacto comenzó a movilizarse mientras oía los gritos y gemidos de las personas, que iban cayendo al piso, o se retorcían del fuego y el calor de sus ropas.

No podía caminar directo. Ni podía correr, porque no podía pasarles por encima a toda esa gente. Entre ellos había algunos vivos. ¿Los iba a pisar? Todavía tengo presente los gritos de esa gente cuando los pisaban”, dijo.

La ropa que con el fuego se me había incendiado. Me sentía caliente y me la quité y vi que ni siquiera me había dado cuenta de que mi ropa todavía estaba en llamas. Nunca me olvidaré, no sé por qué no lo sentía. Pero tuve muchas quemaduras. Mis orejas se incendiaron y esa fue mi vergüenza después. Mis orejas me avergüenzan y yo en aquel momento era joven imagínense como era con mi cuerpo. Dejé de caminar por las calles con orgullo y con placer. Era una persona escondida. Me quedaron muchas cicatrices en la espalda y en todo el cuerpo. Estuve muchos días internado”, agregó.

En el puente vi muchas personas que llegaron hasta allí buscando ayuda y había camiones de la fuerza militar. Pero más que ayudar, lo primero que hicieron fue sacar de esa muchedumbre a los hombres, a los hombres jóvenes”, retoma el relato. "Los socorrieron primero porque los necesitaban para usar como militares nuevamente”, recordó con dolor.

Mujeres y niños se quedaron ahí sin ser atendidos durante mucho tiempo. Y entonces me acuerdo que cuando llegó el camión de la fuerza militar para sacar a esos hombres que debían servir como militares, apareció una niña de unos ocho o diez años de edad , que estaba sola, sin ayuda de los adultos. La niña subió al camión y cuando un militar la vio la regañó. Y le dijo que no podía subir”, contó entre lágrimas.

Huyó ¿Sabe a dónde se fue? A la parte central de la ciudad, que estaba incendiada. Se fue corriendo hacia esa parte a toda velocidad. Y era lo más peligroso porque era el epicentro del incendio”, continuó.

"Le grité para que volviera, varias veces. No sé si me oyó o no quería ser regañada pero corrió a toda velocidad y sin mirarme. Hoy todavía a esta edad no puedo olvidar a esa niña, esa escena. Los niños no hicieron la guerra”, lamentó el hombre.

Para los 70 años de las bombas de Hiroshima y Nagasaki que se cumplieron el 6 y 9 de agosto de 2015, la Cruz Roja Internacional entregó las siguientes estadísticas: 340.000 muertos de inmediato y en los cinco años siguientes al bombardeo; 190.000 sobrevivieron a la bomba y seguían vivos, como Sunao Tsuboi (los hibakusha) y 200.000 sobrevivieron como segunda generación, los hijos de hibakusha.

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