jueves, 15 de agosto de 2019

¿Una nueva Guerra Fría? La misteriosa explosión en el Ártico alimenta la carrera nuclear


La relación Washington-Moscú. El accidente durante la prueba de un misil en Rusia dejó a la vista que el país sigue adelante con el desarrollo de estas armas. Estados Unidos no se queda atrás.

La misteriosa explosión que hace una semana provocó al menos cinco muertos en una base rusa del Ártico está alimentando una nueva carrera armamentística entre Moscú y Washington. Caído el tratado de misiles de alcance medio (INF), Rusia no esconde que esté desarrollando una nueva generación de misiles para romper todo escudo que idee Estados Unidos; y éste, por boca de su presidente Donald Trump, proclama que también trabaja en armas “similares, pero más avanzadas”.

El portavoz del Kremlin aseguró el martes que, a pesar del fracaso de la semana pasada, Rusia va muy por delante en la construcción de misiles de propulsión nuclear. El presidente Vladimir Putin “ha dicho varias veces que el avance en esta área supera el nivel alcanzado por otros países”, subrayó Dimitri Peskov.

De hecho, este tipo de misiles formó parte de una presentación que, con ayuda de videos y simulaciones por computadora, hizo Putin el año pasado. “Somos invencibles”, vino a decir Putin el 1 de marzo del 2018 ante la Asamblea Parlamentaria rusa. Allí presentó misiles de crucero con capacidad nuclear, drones submarinos y misiles hipersónicos.

Que Peskov recordase ahora esa presentación venía a cuento porque horas antes el presidente estadounidense, Donald Trump, sacaba pecho en un mensaje en Twitter. “Estados Unidos están aprendiendo mucho de la fallida explosión del misil en Rusia. Nosotros tenemos algo similar, aunque más avanzado, tecnológicamente”, tecleó.

Acelerón y verborrea armamentísticos coinciden con el fin del tratado INF, que firmaron en 1987 Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov y del que salió Estados Unidos el pasado 2 de agosto.

El pasado 8 de agosto cinco científicos murieron en un misterioso accidente en un polígono militar junto al pueblo de Niónoksa, próximo a la ciudad de Severodvinsk, en la provincia de Arjánguelsk, a orillas del mar Blanco.

En Severodvinsk, a unos 40 kilómetros del lugar del accidente, se registró un aumento de la radiación. En cuanto tuvo noticia, la población intentó hacerse con yodo en las farmacias para paliar los posibles efectos sobre la glándula tiroides. Pero esta vez no hubo peligro. El día 8 las autoridades informaron que la radiación superó brevemente 16 veces la norma, pero a lo largo del día se estabilizó. Las vecinas Noruega y Finlandia no registraron aumentos de radiación. El temor está justificado, sobre todo en un país muy sensible desde el desastre de Chernobyl.

De hecho, la alerta se repitió este martes cuando varios medios anunciaron una evacuación de los más de 400 habitantes de Niónoksa. El gobernador de la provincia de Arjánguelsk, Ígor Orlov, lo negó de forma categórica. Lo que sí hubo fue una recomendación del ejército, algo ya “planeado” según el funcionario, para que se alejara la población debido a la actividad en el polígono. Según Orlov, este tipo de recomendaciones ya se han hecho en el pasado.

La preocupación no es sólo local. El incidente mereció ayer un editorial en The New York Times, que criticó que el Kremlin esté “mucho más preocupado por cubrir su trasero que por decirle a su gente o al mundo lo que sucedió y cuán grande es el riesgo que conlleva”.

Rosatom situó el supuesto ensayo en una plataforma del mar Blanco. Además de los cinco científicos muertos, otras tres personas sufrieron heridas de diversa consideración. No se ha ocultado el nombre de las víctimas. El lunes se celebró un funeral público en la ciudad de Sárov, sede del Centro Federal Nuclear de Rusia. Su director, Valentín Kostiukov, se refirió a ellos como “héroes nacionales”.

Pero Rusia mantiene el secreto sobre el origen de la explosión. Expertos militares rusos y extranjeros apuntan que se trataba de un ensayo con un misil de crucero con capacidad nuclear 9M730 Burevestnik, (SSC-X-9 Skyfall, en la nomenclatura OTAN), uno de los que presentó Putin en aquel discurso de marzo del 2018. Según sus palabras, es un misil de crucero discreto y de bajo vuelo, con una ruta de vuelo impredecible. Es invulnerable a todos los sistemas de escudos existentes y futuros, aseguró.
Fuente:
¿Una nueva Guerra Fría? La misteriosa explosión en el Ártico alimenta la carrera nuclear, 14 agosto 2019, Clarín. Consultado 14 agosto 2019.

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