El
66 por ciento de los pueblos y ciudades mantienen basurales a cielo
abierto. Algunas
regiones tienen vertederos regionales de tratamiento. Pero son las
menos. En
la Capital y en las grandes ciudades del interior se separa y recicla
aún muy poco. Hay
avances en algunas localidades en reducir el volumen a enterrar.
Si
cada cordobés genera al menos un kilogramo de residuos domiciliarios
por día -como se estima en promedio- el volumen total al que se le
debe buscar destino supera los 3,7 millones de kilos diarios en la
provincia. El número real, de todos modos, seguramente supera ya los
cuatro millones de kilos por día.
Sólo
una mínima parte respecto del volumen total es efectivamente
separada hoy para su reciclado, aunque cada vez se sumen más
municipios al desafío de la recolección diferenciada. Pero de
anunciar ese sistema a la separación efectiva hay un largo trecho.
Lo
que no se separa para su reutilización termina en basurales a cielo
abierto o, en el mejor de los casos, enterrado en predios de
tratamiento.
Sólo
una menor parte del enorme volumen total tiene un destino que se
asemeja a lo que el mundo más evolucionado consideraría al menos
aceptable.
El
66 por ciento de las 427 localidades conserva aún el vetusto modelo
de los basurales a cielo abierto, sin tratamiento alguno, con todo
mezclado y contaminando suelo, aire y napas, según admite el informe
anual correspondiente a 2018 de la Secretaría de Ambiente de la
Provincia.
Aunque
no sea un basural a cielo abierto, cuesta considerar como un
enterramiento sanitario adecuado el mayor de la provincia: el de
Piedras Blancas, adonde termina la basura de la Capital y de una
veintena de localidades del Gran Córdoba (casi el 50 por ciento de
la población provincial).
El
destino final de los desechos del Gran Córdoba está todavía sin
resolver, aun con el provisorio predio actual a punto de colapsar.
De
las otras cuatro grandes ciudades del interior, sólo una tiene (y
desde hace apenas meses) una planta moderna de tratamiento y
separación: Villa Carlos Paz.
En
Río Cuarto y en Villa María el destino no es un megabasural pero
sus predios apenas superan las mínimas condiciones. San Francisco,
en cambio, acumula aún su basura sin tratar.
Allí,
en ese stock, está el 60 por ciento de los desechos cordobeses.
Vertederos
regionales
En
el resto del interior, sólo algunas zonas y ciudades tienen
vertederos regionales, con el modelo que impulsa la Provincia.
Se
trata de plantas que reciben los desechos de varias localidades para
compactarlos, enfardarlos en “paquetes” herméticos y enterrarlos
en fosas impermeabilizadas, tras alguna separación de los
reciclables. Esas plantas son ejecutadas con fondos que aporta la
Provincia, pero operadas luego por entes intermunicipales.
Traslasierra
fue la primera región con ese avance: en Villa Dolores hay dos
predios, uno específico de ese municipio y otro de un ente regional
para el resto de las localidades del valle.
Calamuchita
tiene una planta regional desde 2012, que recibe buena parte de los
desechos de ese departamento serrano. De todas, es la que más
porcentaje separa para vender como reciclable.
En
el extremo sur hay dos. En Laboulaye funciona un vertedero regional
para una decena de localidades del departamento Roque Saénz Peña. Y
en Huinca Renancó se montó otro para el departamento General Roca,
pero que en realidad nunca pudo funcionar: hasta ahora fue más
frustración que concreción.
Entre
La Carlota y Moldes hay uno más, para una decena de pueblos y
ciudades chicas de esa región cercana a Río Cuarto.
Meses
atrás, se inauguró la planta de tratamiento de Villa Carlos Paz,
que recepta además los desechos de una decena de comunas cercanas
del sur de Punilla. En este caso, a diferencia de las anteriores, se
ejecutó con recursos girados de la Nación.
La
suma da que, agregando algunas plantas locales individuales como la
de Leones, tiene destino de vertederos regionales la basura de unas
70 localidades: una mínima proporción del total.
Si
la política oficial es completar el mapa con vertederos regionales
similares, resta un amplio desarrollo.
Próximas
Ambiente
de la Provincia confirmó que está ya finalizada y en actual etapa
de prueba la planta de tratamiento para el departamento Tercero
Arriba (construida cerca de Río Tercero), que se intentará que
utilicen una quincena de localidades.
A
la vez, se inició hace dos meses la obra de una similar en
Brinkmann, para nueve poblaciones del norte del departamento San
Justo (sin incluir a San Francisco).
Lo
demás -que es aún la mayor parte del mapa provincial- está
pendiente.
De
todo lo que falta, hay proyectos de la Provincia listos pero por
ahora sin fecha de licitación, para los vertederos regionales del
departamento Totoral y de la región de Mar Chiquita.
Avances
y costos
Los
vertederos controlados representan un avance notorio respecto de los
basurales a cielo abierto, aunque plantean algunos desafíos: no
todos funcionan con similar eficacia y hay dificultades para lograr
que los municipios efectivamente adhieran a enviarles sus desechos.
No
pocos intendentes ven como problema el costo del flete hasta la
planta y el precio que se les cobra para el tratamiento (que ronda
hoy los 1.400 pesos por tonelada). Cada planta tiene un operador a
cargo de la tarea.
Dos
ejemplos a mano: el vertedero regional de Huinca Renancó nunca pudo
funcionar como tal y, peor aún, el de Cruz del Eje se construyó
hace más de una década y quedó abandonado ante la resistencia de
los municipios de esa región del noroeste provincial de enviar sus
residuos.
Los
sectores ambientalistas, en tanto, no aplauden el modelo de los
vertederos regionales. En general, sostienen que la concentración de
residuos aumenta su impacto y sugieren, en cambio, que cada localidad
se haga cargo de los suyos pero reduciendo drásticamente el volumen
vía separación y reciclado.
Hay
en Córdoba algunas experiencias puntuales, generalmente en pueblos
medianos y chicos, de separación domiciliaria de residuos con alta
tasa de participación de sus vecinos y un porcentaje más elevado de
desechos recuperados para su reciclado. Los ejemplos más citados
suelen ser La Para (departamento Río Primero) y Justiniano Posse
(departamento Unión).
En
el último año se han sumado varios intentos de ciudades y pueblos
que están tratando de avanzar con mayor decisión en la recolección
diferenciada domiciliaria, para lograr que el volumen final a
enterrar sea el menor posible. Algunos buenos ejemplos son los casos
de Almafuerte, Marcos Juárez y Jesús María.
En
la Capital se inició meses atrás ese proceso, pero aún está muy
lejos de mostrar buenos resultados: la tasa de recupero de
reciclables y de separación domiciliaria efectiva es baja.
Fuente:
¿Qué destino tienen los cuatro millones de kilos de residuos que generamos por día los cordobeses?, 29 julio 2019, La Voz del Interior. Consultado 2 agosto 2019.
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