El
último informe de las Naciones Unidas alerta sobre la necesidad de
cambiar el modelo alimenticio para combatir la emergencia climática.
por
Manuela Sanoja
El
último informe sobre cambio climático y tierra del IPCC, el panel
internacional de expertos que asesora a la Organización de Naciones
Unidas (ONU), ha sido contundente: es necesario cambiar el modelo
alimentario si queremos combatir la crisis climática. En esta
ocasión, la alerta no solo va dirigida a la industria, también a
los consumidores: “El cambio en la dieta puede tener beneficios
ambientales a gran escala que no son alcanzables únicamente por los
productores”, apuntan los expertos en el texto.
"Cuando
se publican alertas de este tipo pueden parecer muy apabullantes y
muchas veces pensamos que no podemos hacer nada, pero sí es posible
hacer mucho. Hay que ir con prisa y sin pausa, pero adaptando los
cambios poco a poco", apunta Celsa Peiteado, coordinadora de
política agraria y desarrollo rural de WWF. Precisamente esta
organización ha desarrollado un proyecto, LiveWell, con el que busca
concienciar sobre la huella que deja nuestra alimentación en el
medio ambiente y aporta ciertas claves para ayudar a luchar contra el
problema.
Reducir
el consumo de carne y comprar solo aquella que sea sostenible
En
contra de lo que pide la ONU, la alimentación en occidente es rica
en carnes y grasas. Algo que es negativo tanto para el medio ambiente
como para la salud, asegura Peiteado: "De media consumimos hasta
un 70 % más de proteínas de las que recomiendan los expertos".
Por esto, lo primero que debemos hacer es reducir el consumo de
productos de origen animal. Optar por una dieta vegetariana o vegana
es una opción, pero tampoco es necesario llegar hasta este punto. Es
posible reducir la cantidad de carne y también comprar aquella que
se produce de forma sostenible.
La
clave está en conocer el tipo de ganadería en la que se han criado
los animales. "Debemos buscar los que provienen de la ganadería
extensiva, como las cabras y ovejas que pastan, y no los que vienen
de la intensiva", explica Peiteado. El tipo de producción que
recomienda la experta se rige por estándares de bienestar animal y,
además, "el pasto con el que se alimentan contribuye a combatir
la crisis climática". El problema es que no existe una
legislación que obligue a la industria a diferenciar entre las dos
formas de criar el ganado, lo que dificulta la compra en el
supermercado. Pero no es imposible.
"Existen
marcas privadas -como De hierva- que apuestan por criar a los
animales en libertad y venden directamente a los consumidores",
apunta la experta. Además, "hay productos que contienen el
sello de producción ecológica, que es una garantía de la Unión
Europea", señala Luis Zamora, nutricionista y vocal del Colegio
Profesional de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad de Madrid
(Codinma). ¿Y el pescado? También tiene su rúbrica: el Estándar
de MSC, que garantiza que la pesquería está siendo gestionada de
forma sostenible.
Aumentar
los alimentos vegetales, pero de proximidad y temporada
Con
la disminución de los alimentos de origen animales en nuestras
cocinas va necesariamente de la mano un aumento de los vegetales.
Aunque, ojo: no todos son igual de buenos para el medio ambiente. Si
lo que queremos es contribuir a la lucha contra la crisis climática,
Peiteado recomienda huir de los más habituales y optar por otros
menos usuales: "Cuando nos dicen que comamos más verduras y
cereales solemos ir a los de siempre -el arroz y el maíz- y dejamos
de lado otros cultivos. Hay que optar consumir por plantas capaces de
adaptarse a los impactos del cambio climático, como el centeno, la
cebada y los múltiples tipos de leguminosas".
En
cuanto a la fruta y la verdura, la historia de siempre: productos de temporada y proximidad. Es la única forma de reducir la huella que
deja en el medio ambiente su traslado desde el cultivo hasta nuestra
cocina. "Cambiar la carne por kiwis de Madagascar o naranjas de
Argentina lo único que hace es sustituir la contaminación por
combustibles fósiles de la producción de un alimento al transporte
del otro", aclara Zamora.
Planificar
menús para no tirar comida
La
reducción de las emisiones de CO2 relacionadas con nuestra
alimentación no solo pasa por comprar alimentos de proximidad,
también debemos pensar dónde los compramos. No es lo mismo ir al
mercado del barrio con nuestro carrito de la compra que coger el
coche para hacer la compra en un supermercado a varios kilómetros de
nuestra casa o pedirla online y que la lleve un camión.
Una
vez hecho el cambio a las tiendas locales, toca pensar en las
cantidades. Otro de los problemas citados en el informe de la ONU es
el malgasto de alimentos. "Se estima que tiramos alrededor de un
tercio de la comida, lo que supone un 8 % de los gases de efecto
invernadero que se liberan para elaborarla", asegura Peiteado y
continúa: "En muchos países, esto ocurre durante el proceso de
producción y traslado; pero en occidente la mayor parte de lo que
tiramos está en lo que compramos para comer en casa. Esto es un
derroche de agua y energía, además del problema moral que
conlleva".
El
ritmo de vida actual es frenético y complicado, y no todo el mundo
puede permitirse bajar al mercado cada día para buscar lo que va a
comer. Por esto, muchas veces optamos por llenar la despensa y la
nevera de alimentos que pueden acabar en la basura. Evitarlo es más
sencillo de lo que parece: "Hay que comprar de forma
responsable. Si es posible, hacerlo cada dos o tres días y adquirir
solo lo que vamos a comer. Si no, planificar los menús de la semana
e incluir recetas que aprovechen las sobras son formas de evitar el
despilfarro", aclara la experta.
No
comprar alimentos envasados en plástico
Hacer
una compra consciente no solo consiste en no llenar el carrito a
rebosar. También hay que mirar en qué vienen empaquetados los
alimentos. Muchas grandes cadenas de supermercados han sido duramente
criticadas por los consumidores por vender frutas y verduras
envueltas en plásticos. "Esto aumenta la producción de
residuos, algo que también tiene un alto impacto en el ecosistema",
dice Zamora. No está de más recordar que "cada año llegan
entre 8 y 12 millones de toneladas de este material a los mares y
océanos. Esto es como si se descargara un camión lleno cada minuto
del día", según explicó a BUENAVIDA Alba García, responsable
de la campaña de plásticos de Greenpeace.
Ya
que nos fijamos en los envases, pensemos que los productos procesados
y ultraprocesados son los que más plástico llevan. Por lo tanto,
como última recomendación, Peiteado apunta a optar por los
alimentos frescos. "Entendemos que los cambios pueden parecer
complicados, pero podemos ir poco a poco. Por ejemplo, empezar por
los ‘lunes sin carne’ e ir cada mes adoptando una nueva medida",
concluye la experta.
Fuente:
Manuela Sanoja, Las claves para cambiar nuestra alimentación y hacerla más sostenible como pide la ONU, 8 agosto 2019, El País. Consultado 9 agosto 2019.
No hay comentarios:
Publicar un comentario