El
famoso bife argentino llega a la mesa de los consumidores del mundo.
Pero está ahí a costa de la destrucción de los bosques del Gran
Chaco y de la extinción de su rey: el yaguareté.
Los
bosques son esenciales: concentran más de la mitad de la
biodiversidad terrestre del planeta, juegan un papel fundamental en
la regulación climática, el mantenimiento de caudales de agua y la
conservación de los suelos.
Pero
a la degradación del bosque que produce la tala indiscriminada se le
suma un fenómeno aún peor: el desmonte de bosques con topadoras
para ampliar la frontera agropecuaria en el Gran Chaco.
Y
sabemos, gracias a informes de científicos y especialistas que en
la región chaqueña quedan aproximadamente 20 yaguaretés. Es MUY
poco. Por ello, es una prioridad mundial conservarlos.
De
la Pampa a la región chaqueña
Desde
principios del siglo XX en la región chaqueña (Salta y Santiago del
Estero, Chaco y Formosa) se desarrollaba la ganadería de “bajo
monte”. Familias campesinas e indígenas que vivían en los bosques
del norte de Argentina basaban su sustento en la producción vacuna y
también caprina. Pero a mediados de la década de 1990, se produce
un fuerte incremento en la superficie cultivada para soja transgénica
y también gana terreno la ganadería intensiva.
Históricamente
la ganadería se producía en los suelos de la región pampeana
(Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe). Pero como el precio de la tierra
es más bajo en el norte del país la ganadería encuentra una
oportunidad y se empieza a “correr” hacia provincias del norte
con bosques nativos (para tener una idea el precio de una hectárea
con bosque en el norte oscila entre los 300 y 500 dólares, mientras
que en la zona pampeana su valor ronda entre los 10 mil y 15 mil
dólares).
Es
decir, en vez de adaptarse a las limitaciones de ese ecosistema, la
ganadería intensiva destruye los bosques para convertirlos en
pasturas donde se pueda alimentar al ganado y así poder seguir
produciendo de manera más barata. Se instalan las vacas en los
suelos rasos y se plantan pasturas para el engorde. La carne (el
“producto final”) será exportado y terminará en la góndola de
un supermercado.
Así
comienza un modelo competitivo de ganadería claramente no integrado
al bosque chaqueño ni realizado a baja escala. Todo lo contrario.
Se incorporan pasturas megatérmicas de alta productividad y
resistentes a la sequía.
Y
la región comienza a sufrir la deforestación (de amplias
extensiones), principalmente en las provincias de Salta, Santiago del
Estero, Chaco y Formosa.
Carne
de calidad para exportar
El
avance de la frontera agropecuaria en la región chaqueña, tiene
como principal destino la exportación y no el consumo local.
De
hecho, en 2015, una de las primeras medidas del nuevo gobierno
argentino de Mauricio Macri fue eliminar los impuestos a la
exportación de carne vacuna (pagaban 15 % del precio de venta). Esta
decisión, sumada a una importante devaluación de la moneda
argentina, provocó que las exportaciones aumenten considerablemente.
Y se espera que en los próximos años sigan creciendo. Entre 2017 y
2018 las exportaciones de carne vacuna argentina se incrementaron en
un 77 %.
Los
principales destinos fueron China (56 %), Rusia (11,5 %), Chile (9,2
%), Alemania 6,8 %, Israel (5,3 %), Holanda (3,6 %), Brasil (2,2 %) e
Italia (1,7 %).
¿Las
razones? La obtención de las ganancias por la Cuota Hilton: un
contingente arancelario para la importación de carne vacuna
deshuesada de alta calidad que la Unión Europea otorga a los países
exportadores. Casi el 50 % se concede a la Argentina. Y la carne de
alta calidad exige que las vacas hayan sido alimentadas en pasturas.
El
fenómeno de la exportación no parece detenerse. De implementarse el
acuerdo MERCOSUR - Unión Europea, crecerá la demanda de carne
vacuna argentina, será más rentable el negocio exportador de los
grandes frigoríficos y aumentará la presión sobre los bosques. Y
los ambiciosos planes de aumento del stock bovino de las provincias
del norte de Argentina (10 millones más de vacas) ponen en riesgo a
10 millones de hectáreas de bosques chaqueños.
La
degradación, deforestación y fragmentación de esos bosques dejará
prácticamente sin posibilidades de supervivencia a los últimos 20
yaguaretés que quedan en la región chaqueña.
Después
de una investigación de más de un año revelamos a algunos de los
responsables detrás de este brutal negocio que está llevando a la
desaparición de los bosques chaqueños: grandes frigoríficos de
Argentina (Carnes Pampeanas de CRESUD y Bermejo) que exportan carne
vacuna a grandes supermercados y mayoristas de Europa e Israel
(Albert Heijn, METRO, Lidl, Shufersal, Zandbergen,Global Fleisch,
Intervlees).
Así
la ganadería elimina los bosques
La
Secretaría de Ambiente considera como pérdida de bosque nativo a
“aquellas áreas en donde se producen técnicas de desarbustado o
desbajerado en un grado de intensidad elevado tal que permite su
detección a partir de imágenes satelitales de mediana resolución
espacial”, y establece que dichas técnicas se pueden considerar
desmontes diferidos en el tiempo porque hacen que los bosques pierdan
su calidad y funcionamiento como ecosistema, y se pierden, los
servicios ambientales que brindan.
En
la región del Parque Chaqueño, la mayoría de los sistemas
generalmente asociados a la ganadería intensiva, resultan ser
desmontes en etapas.
El
sistema silvopastoril, primero realiza el “rolado” del campo, un
tratamiento mecánico que reduce los arbustos, mejora de las
condiciones para el crecimiento de las pasturas (generalmente
exóticas), más visible y accesible para el ganado. Cuando el rolado
es muy intenso y aplicado con maquinarias grandes, pesadas y poco
maniobrables (y seguido por fuegos para reducir el volumen de restos
leñosos) el impacto en el ecosistema es muy grande, por lo que no
puede considerarse como una “práctica sustentable”.
Luego
de la aplicación del rolo intensivo o la topadora son muy pocos los
árboles que quedan en pie. El “desmonte selectivo”,
“desarbustado” o “desbajerado”, impide la recuperación de
los bosques. Y desde el 2015 el gobierno argentino está promoviendo
para la región chaqueña el Manejo de Bosques con Ganadería
Integrada (MBGI), un modelo similar al silvopastoril.
¿Cuales
son las consecuencias?
La
Secretaría de Ambiente de Argentina estima que entre 1990 y 2014 se
perdieron en el país 7.226.000 hectáreas de bosques (una superficie
similar a la de Holanda y Bélgica).
Y
datos oficiales señalan que, durante 2014, en el Chaco argentino la
deforestación producida por ganadería fue de más de 100.000
hectáreas, más del doble que la provocada por agricultura. La
comparación de imágenes satelitales sobre uso de suelo de MapBiomas
revela que esta tendencia se mantuvo durante los últimos cuatro
años.
Este
modelo de ganadería intensiva en zonas boscosas fue responsable del
40 % de la deforestación que se produjo durante 2016 en las
provincias de Chaco y Santiago del Estero. Mientras que para 2017
representaron casi un 65 % del total de las áreas que fueron
identificadas como pérdida de bosque nativo en la provincia de
Santiago del Estero que posiblemente serían destinadas a uso
silvopastoril.
Si
la ganadería intensiva para exportación en la región sigue
creciendo a este ritmo dejará casi sin posibilidades de
supervivencia a los últimos 20 yaguaretés que quedan en el Gran
Chaco.
Por
eso Greenpeace reclama a estas empresas que adopten una Política de
Deforestación Cero y que, en caso de ya tenerla, la implementen
seriamente. Esto implica asegurar que tanto su sistema de producción
como sus proveedores no provoquen deforestación y respeten los
derechos de los pueblos originarios.
¡Actuá
ahora para proteger al yaguareté! FIRMÁ la petición para frenarla destrucción de los bosques que son su hogar.
Fuente:
La exportación ganadera: el silencioso asesino de los yaguaretés del Gran Chaco, 7 agosto 2019, Greenpeace Argentina. Consultado 9 agosto 2019.
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