Bolsonaro sugiere que las ONG causan los incendios de forma deliberada.
por
Joana Oliveira
La
Amazonia brasileña arde como nunca. En los casi ocho primeros meses
del año se han producido casi un 84 % más de incendios que en el
mismo periodo -entre enero y el pasado lunes- de 2018, el ritmo más
alto desde que el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales
(INPE) comenzó la medición en 2013. En lo que va de año, Brasil ha
sufrido 72.843 focos, más de la mitad de ellos en la región
amazónica, según los datos del INPE, el ente que se encarga de
monitorizar la deforestación de la zona selvática a través de
imágenes de satélite y que ha sido objeto en las últimas semanas
de las críticas del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que pone
en duda sus datos. Además, este martes, el mandatario ha sugerido
-sin presentar pruebas- que son miembros de organizaciones de defensa
del medioambiente los que están causando incendios deliberadamente
en venganza por el recorte de fondos decretado por el Gobierno.
El
fuego avanza incluso en áreas de protección ambiental: solo esta
semana se han registrado 68 incendios en territorios indígenas y
zonas de conservación, la mayoría en la Amazonia. En el Estado de Mato Grosso, uno de los más golpeados por las llamas, los incendios
aumentaron en un 205 %. También en el periodo en el que que están
prohibidos los fuegos que provocan los agricultores para limpiar los
campos. Mato Grosso vive del negocio agrícola y genera gran parte de
la exportación de soja, maíz y algodón de Brasil. Allí se
encuentran también los parques Chapada dos Guimarães -que ya ha
perdido el 12 % de su vegetación- y Serra de Ricardo Franco, en la
frontera con Bolivia, un país que en las últimas jornadas también
ha sido presa del fuego, que ha quemado medio millón de hectáreas.
Repercusión
internacional
Los
incendios han obtenido repercusión internacional, principalmente,
después de que el cielo de São Paulo, a 3.000 kilómetros de Amazonia, quedase oscurecido el lunes, aparentemente por el humo delos incendios que provenían del norte y el centro del gigante sudamericano. Las fotos de la Amazonia deforestada invadieron las
redes sociales, lo que aumentó la presión sobre el Ejecutivo de
Bolsonaro.
Este
martes, fiel a su estilo, el presidente trató de darle la vuelta a
la tortilla. Sin presentar pruebas, el presidente sugirió que las
organizaciones ecologistas estaban detrás de la tragedia. “Puede
haber una acción criminal por parte de esas ONG para llamar la
atención precisamente contra mí, contra el Gobierno de Brasil. Esta
es la guerra a la que nos enfrentamos”, declaró.
Parte
de los focos en áreas protegidas son consecuencia de la
deforestación, según un informe del Instituto de Investigación
Ambiental de la Amazonia (IPAM) publicado el martes. Y muchas de esas
zonas sufren, también, invasiones y arrendamientos de tierra fuera
de la ley.
Los
diez municipios de la Amazonia que más han ardido son también los
más deforestados. Juntas, esas localidades suman el 37 % de los
incendios en lo que va de año y el 43 % de la deforestación total
registrada hasta julio. En algunos casos, señalaba el IPAM, el fuego
se hacía de manera controlada para limpiar campos, incluso en áreas
protegidas con presencia humana, como aldeas indígenas o reservas
extractivas. Pero la situación va más allá: “Es realmente
preocupante”, reconoció el ministro de Medio Ambiente, Ricardo
Salles, en un encuentro sobre cambio climático en el que fue
abucheado mientras intentaba hacerse escuchar.
Fuente:
Joana Oliveira, La Amazonia brasileña arde a un ritmo récord, 21 agosto 2019, El País. Consultado 22 agosto 2019.
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