El bosque nativo nos reclama por no haberlo defendido, en un mural de la escuela de Villa Amancay, Calamuchita. Foto gentileza de María Godoy |
Continuar autorizando desmontes no sólo no generará desarrollo genuino, sino que provocará una pérdida de la calidad de vida y el bienestar de todos sus habitantes.
por Fernando
Barri
En
la ciudad de Córdoba se produjo el 7 y 8 de este mes la
Preconferencia de Partes 2019 (Precop). Un evento demasiado
importante para el futuro de nuestra región y el mundo como para que
pase inadvertido, más aún si el resultado fue un rotundo fracaso y
un retroceso para enfrentar el cambio climático global, la mayor
amenaza a nuestra propia supervivencia en el planeta.
A
ello se suma el hecho de que la gran mayoría de los expertos en la
materia, científicos y técnicos, no sólo no fueron invitados al
evento sino que se les negó cualquier intento de participación.
El
objetivo del encuentro debió haber sido comprometer acciones
concretas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y
la mitigación de las consecuencias que el cambio climático global
está generando en la región. Con estupor, los cordobeses observamos
que varias de sus conclusiones no fueron en ese sentido, sino muy por
el contrario.
Los
asistentes a la Precop -en su mayoría funcionarios de los gobiernos
provinciales y municipales- solicitaron entre otras cosas
“flexibilizar” la ley de bosques para permitir el desmonte en
zonas periurbanas.
Esta
“propuesta”, amén de ser violatoria del espíritu de esta ley y
de leyes superiores, incrementaría no sólo el efecto invernadero
(los bosques nativos son importantes fijadores de dióxido de
carbono). También afectaría los microclimas locales, al perderse la
acción protectora de estos sobre las islas de cemento.
En
particular, la “demanda” de las autoridades locales está
enfocada en permitir que avancen las urbanizaciones en las zonas
donde quedan los remanentes del escasísimo bosque serrano de nuestra
provincia, sectores que por su calidad ambiental y belleza
paisajística son los más apreciados por los desarrollistas.
Bajo
el argumento de evitar los conflictos, se pretende que la Secretaría
de Ambiente siga autorizando, como lo viene haciendo, el desmonte con
fines inmobiliarios de bosques en zonas con categoría roja y
amarilla de nuestras sierras.
Estos
bosques que molestan a nuestros funcionarios y los pocos empresarios
sin conciencia de la magnitud del daño que generan al presionar para
que se les autorice a desmontar son fundamentales, tanto por su
contribución para reducir el efecto del cambio climático global
como por su aporte en la dinámica hídrica de la región, al regular
la cantidad, calidad y estacionalidad del agua que proveen nuestras
cuencas.
El
ejemplo de lo ocurrido en Sierras Chicas, que sufrió un avance
indiscriminado de las urbanizaciones en la parte alta de sus cuencas,
con sus reiteradas sequías y las catastróficas inundaciones en la
temporada de lluvias, ha puesto en evidencia que continuar
autorizando desmontes en los límites ampliados de los municipios o
las denominadas zonas grises no sólo no generará desarrollo
genuino, sino que provocará una pérdida de la calidad de vida y el
bienestar de todos sus habitantes.
Por
su parte, es una fantasía -además de no ser una medida efectiva de
remediación- la promesa de reforestar otras áreas a cambio de que
se autoricen desmontes en zonas con bosque nativo, en una provincia
donde el Gobierno ni siquiera ha logrado que los responsables de
desmontar ilegalmente reforesten una sola hectárea perdida.
Por
el bien de todos los habitantes de la región y el planeta, esperemos
que este suicidio colectivo al que quieren llevarnos nuestros
gobernantes pase inadvertido en la próxima Conferencia de las Partes
sobre cambio climático de las Naciones Unidas, a realizarse a fin de
año en Santiago de Chile.
Nuestro
futuro, lamentablemente, está en pésimas manos.
Fernando Barri, Cátedra de Problemática Ambiental UNC Idea, Conicet.
Fuente:
Fernando Barri, El fracaso de la política local para enfrentar el cambio climático, 16 agosto 2019, La Voz del Interior.
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