Colado en las letras de algunos de los más importantes grupos y solistas de todos los tiempos, el temor colectivo se instaló hasta en los éxitos románticos y bailables de la década de los ochenta.
por
Andrés Panes
“Vivo
con el miedo al dedo que alguna vez apretará el botón”, cantaba
Jorge González en “Pa pa pa” de Los Prisioneros, haciendo un
sarcástico eco de la ansiedad que un posible desastre nuclear
generaba en los ochenta, una sensación fácil de rastrear en la
música de la época. El periodista Julio Osses, en el libro Exijo
ser un héroe, plantea que la letra escrita por González es una
parodia de “Cuando seas grande” del argentino Miguel Mateos,
portadora sin ironía de la incertidumbre mundial acerca del temor a
que “alguien apriete el botón”. Conviene recordar que en los
ochenta la Guerra Fría estaba en plena marcha y la tensión era
palpable a nivel planetario. Además, la cultura pop de aquel
entonces tenía como fetiche retro la década del cincuenta, es
decir, el período directamente posterior a los bombardeos de
Hiroshima y Nasaki.
Durante
los años previos a la catástrofe de Chernóbil, acaecida el 26 de
abril de 1986, aparecieron varios éxitos radiales que, de una u otra
forma, hablaban sobre devastación nuclear. Considerado por muchos un
himno sobre la juventud, “Forever young”, de los alemanes Alphaville, incluye las líneas “solo estamos mirando los cielos/
deseando lo mejor, pero esperando lo peor/ ¿dejarán caer la bomba o
no?”. Con un enfoque más histórico, la perpetuamente infecciosa
Enola Gay de OMD se llamaba así por el avión que lanzó la bomba
sobre Hiroshima e incluye referencias a la hora del ataque y al tipo
de armamento usado. Incluso las canciones de amor se ambientaban en
la guerra nuclear: “Melt with you” (Derretirme contigo, en
español) de Modern English imagina a una pareja que hace el amor
mientras cae la bomba atómica desde las alturas.
Muy
atento a lo que sucedía, cuando aún estaba enchufado a la realidad,
Morrissey retrató la atmósfera post Chérnobil y el miedo a los
desastres nucleares valiéndose de la reiteración en “Ask” de los Smiths: “Porque si no es el amor/ entonces es la bomba, la
bomba, la bomba/ la bomba, la bomba, la bomba/ la bomba la que nos
unirá”. Es más, Johnny Marr asegura que Moz escribió “Panic”
tras escuchar los primeros reportes acerca de lo sucedido en la
planta nuclear ucraniana. Luego de informar el accidente -que, por
cierto, dejó rastros radiactivos en partes del Reino Unido-, la
radio puso música pop liviana de sangre, lo que habría llevado a
Morrissey a declararse en guerra contra la superficialidad de los
éxitos inocuos que evitan reflejar cualquier asomo de convulsión
social. Ya desprendido de los Smiths, en calidad de solista, el
mancuniano cerró la década apelando nuevamente a imágenes como la
bomba nuclear, el armagedón y los residuos radiactivos en “Everyday
is like Sunday”.
Las
reacciones musicales a Chernóbil llegaron en todas las claves. Desde
la cantautoría, el señero Paul Simon entregó un mensaje de tenor
medioambientalista en “Can’t run but”, mientras los metaleros
de Saxon contaron cómo fue para ellos estar en Rusia el 26 de abril
del 86 en la testimonial “Red alert”. La tensión del momento
hasta tuvo el poder de sacar del estupor a David Bowie, aquejado de
una crisis de la mediana edad que lo mantenía sumido en un notorio
bajón creativo. El inglés se encontraba en los alpes suizos cuando
supo de Chernóbil a través de un alarmado boletín sobre el avance
de las nubes radiactivas por Europa. Su reacción quedó plasmada en
la apocalíptica “Time will crawl”, por lejos el mejor surco de
Never let me down, un disco que solamente sus apologistas defienden.
Guiado por el estilo de Neil Young, insigne medioambientalista, David
Bowie habla de hombres sin ojos, dedos que desaparecen, migrañas que
duran años, animales muertos y brisas cálidas que derriten el
metal. Horror nuclear en pleno efecto, tan atroz que ni siquiera
necesita maquillaje literario para espantar.
Fuente:
Andrés Panes, Canciones radiactivas: música inspirada por Chernóbil y el miedo a un desastre nuclear, 6 junio 2019, Laa Tercera.
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