El
rechazo a la ciencia y la ascensión de los nacionalismos
autoritarios están conectados.
por
Eliane Brum
Los
Gobiernos autoritarios de países como Brasil y Estados Unidos han
mostrado que puede ser imposible impedir las catástrofes resultantes
del calentamiento global. No estamos enfrentando solo una crisis
climática. También una profunda negación de todo lo externo. Desde
que la verdad se desconectó de los hechos y se convirtió en una
elección personal, el mundo de fuera ha dejado de existir para cada
vez más gente.
La
desconexión puede ser una reacción de parte de la especie a algo
tan inmenso como el cambio del clima. Es una hipótesis. Los
proyectos de extrema derecha que se multiplican por el globo usan esa
negación para conquistar el poder. Es un hecho. Los científicos
afirman que tenemos poco más de una década para impedir que la
temperatura suba más de 1,5 grados. Sin embargo, ¿cómo hacer que
la población entienda esta ciencia puntera si aumentan los que
defienden que la tierra es plana? Un estudio del instituto de
investigación Datafolha muestra que el 7 % de los brasileños rechaza
la idea de que el planeta es redondo. En Estados Unidos, el
movimiento que duda de la curvatura de la tierra está ganando cada
vez más visibilidad. Esta parte de la población global no solo
niega evidencias conocidas desde hace 2.000 años. Representa el
extremo de un fenómeno amplio de odio a la ciencia y de negación
del mundo, justo cuando más necesitamos la ciencia y cuando ya se ha
vuelto imposible negar el mundo.
El
rechazo a la ciencia y la ascensión de los nacionalismos
autoritarios están conectados. Sin embargo, lo que presenciamos ya
es la siguiente etapa. Brasil es, una vez más, el laboratorio del
planeta. Primero, el canciller Ernesto Araújo afirmó que el
calentamiento global era un complot marxista. Después, el Gobierno
avanzó hacia la etapa de destrucción de los hechos. En junio se
deforestó en la Amazonia un 88% más que el año anterior. El
ministro contra el Medio Ambiente, Ricardo Salles, ha afirmado que la
deforestación “relativa” de la Amazonia es cero. El ministro del
Gabinete de Seguridad Institucional, el general Augusto Heleno, ha
declarado que estos números están “manipulados”. Si fueran
verdaderos, dice, “la selva ya sería un desierto”. Toda la
información que no conviene se considera falsa.
Ni
siquiera un eremita puede escapar de la crisis climática. Ya no hay
cavernas donde ocultarse. El problema es que la caverna de hoy es el
ombligo de cada uno. Su mundo acaba ahí, donde la vista alcanza. Lo
que no ve no existe. Lo que no entiende puede borrarse. Lo que teme
es mentira. En estas mentes planas lozanean los Gobiernos
autoritarios. Gobernar contra la realidad parece agradar a la parte
de la población que ha desistido del mundo y se ha refugiado en la
estrecha planicie de su cerebro.
Fuente:
Eliane Brum, Los humanos de mente plana, 17 julio 2019, El País.
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