Hildur
Guðnadóttir compuso el score de Chernobyl a partir de grabaciones
hechas en la misma planta nuclear donde se filmó una porción de la
miniserie.
por
Andrés Panes
En
la realización de Chernobyl, ningún elemento quedó a merced del
azar. El nivel de detallismo con el que está hecha es un factor
clave en el impacto generado por la miniserie, encumbrada entre los
más excelsos dramas televisivos de la actualidad. Basta mirar la
serie para apreciar la dedicación puesta en cuanto a locaciones o
vestuario, elegidos cuidadosamente con el fin de recrear la vida en
la Ucrania soviética de los ochenta. Pero no todo entra por los
ojos: uno de los puntos a destacar de la aplaudida producción es su
inquietante banda sonora.
Chernobyl
fue musicalizada por Hildur Guðnadóttir, un nombre poco familiar,
aunque ligado a proyectos que sí forman parte del acervo pop.
Chelista, compositora y cantante de origen islandés, Guðnadóttir
es audible en películas como The Revenant y Sicario, así como en la
serie The Handmaid’s Tale. Donde sea que esté su firma, lo más
seguro es que nos encontremos con sonidos que, a pesar de ser
incidentales, arrebatan cuando se les presta atención. Si la idea es
generar una atmósfera sombría, opresiva y peligrosa, ella es la
artista indicada.
Guðnadóttir
se instaló en Lituania, donde se grabó la miniserie, para conocer
por dentro Ignalina, la central nuclear en desuso que sus
realizadores utilizarían como set de filmación. Decir que se
sumergió en el lugar es poco: vestida con un traje NBQ, pudo
recorrer los infinitos pasillos de la planta y conoció sus inmensos
salones llenos de vieja maquinaria. También queda corto afirmar que
se basó en la experiencia para crear los paisajes sonoros usados en
cada episodio: lo cierto es que Guðnadóttir convirtió a Ignalina
en otro instrumento musical.
El
proceso consistió en microfonear cada rincón de la central y luego
escuchar minuciosamente horas de registros hasta dar con el segundo
exacto de la aparición de vibraciones y frecuencias susceptibles de
volverse música. “Conseguimos extraer de las puertas las melodías
más delicadas y sacar los ruidos más estruendosos de las salas de
reactores y de las turbinas”, comentaría la compositora. Para la
misión, contó con la ayuda del ingeniero en sonido Chris Watson,
experto en captura de sonidos con décadas de documentales sobre la
naturaleza en el cuerpo.
Guðnadóttir
compara la metodología que usó en Chernobyl con la búsqueda de
pepitas de oro, es decir, una labor que requiere altas dosis de
paciencia y esmero. La revisión exhaustiva del material grabado en
Ignalina hace de la banda sonora un objeto fascinante, construido a
partir de los mismos elementos que primero alimentaron de energía a
la ciudad y luego causaron el desastre nuclear. La voz de
Guðnadóttir, nunca protagónica, es casi el único ingrediente
ajeno a la clausurada planta lituana, de características muy
similares a las de Chernóbil.
En
la carrera de la artista islandesa, la miniserie supone un punto de
inédita exposición mediática luego de años de intensa actividad
dividida en dos frentes: el neoclásico slash experimental y el
cinematográfico. Su trayectoria, iniciada en los albores de la
década pasada, contempla cinco discos en solitario, así como una
serie de colaboraciones con nombres de culto asociados a la tradición
vanguardista de la música. Por ejemplo, el añorable grupo múm, los
suecos de The Knife, los clásicos Throbbing Gristle, los espesos Sun
O))) y los caleidoscópicos Animal Collective.
El
año pasado, Guðnadóttir se hizo cargo de componer el score de
Sicario: day of the soldado, la segunda parte de una saga en la que
partió siendo la mano derecha del fallecido Jóhann Johannsson. El
prestigioso músico era su mejor amigo y más cercano colaborador, y
juntos asesoraron a directores como Denis Villeneuve y Garth Davis.
Tras la muerte del hombre al que consideraba su alma gemela musical,
Guðnadóttir de forma natural ha asumido la posta del dos veces
nominado al Oscar. Por ahora, prepara la banda sonora de Joker, la
película sobre el Guasón protagonizada por Joaquin Phoenix que se
lanzará en octubre próximo.
Fuente:
Andrés Panes, La planta nuclear como instrumento musical, 6 junio 2019, La Tercera. Consultado 11 julio 2019.
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