La
crisis climática y la desigualdad amenazan con destruir décadas de
progreso en la lucha contra la pobreza y el hambre, según el último
informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
por
Alejandra Agudo
El
mundo no conseguirá eliminar la pobreza extrema para 2030. Al ritmo
actual de descenso, en esa fecha, todavía un 6 % de la población
vivirá con menos de 1,90 dólares al día. Tampoco se erradicará el
hambre: más millones de personas sufren hoy inseguridad alimentaria
que en 2015. Estos datos son advertencias de que los logros
conseguidos en la lucha contra ambos problemas son lentos o van en la
dirección contraria de la que deberían. Y no son los únicos
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU que experimentan
tendencias para el pesimismo, según el último informe global de seguimiento. El documento, presentado este martes en la jornada
inaugural del Foro Político de Alto Nivel que se celebra anualmente
en Nueva York para evaluar los progresos en la implementación de
esta agenda internacional, señala dos culpables de que los avances
no sean los adecuados para alcanzar en tiempo las metas marcadas: el
cambio climático y la persistente desigualdad.
La
euforia optimista que se produjo tras la aprobación de los ODS en
2015, el mayor consenso internacional para lograr un mundo más
justo, pacífico y un planeta habitable en 2030, ha dado paso a la
cruda realidad que muestran los datos. La ONU, que se afanaba en
destacar los logros conseguidos en la etapa anterior de los Objetivos
del Milenio (2000-2015) para alentar mayores esfuerzos, se ha visto
arrastrada por la fuerza de las estadísticas a un cambio de
estrategia. Han pasado cuatro años desde que los 193 países
miembros de las Naciones Unidas aprobaron esta agenda y ya se dispone
de cifras que muestran tendencias. No son buenas. "Los progresos
se han ralentizado o incluso revertido, cuando se suponía que tenían
que acelerarse", remarca Francesca Perucci, jefa de la división
de servicios estadísticos de la ONU.
"Vemos
evidencias de que el cambio climático está minando los esfuerzos
para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible", ha
afirmado Liu Zhenmin, secretario general adjunto de la ONU para
asuntos económicos y sociales, en la presentación del estudio. "No
es una opción, sino una obligación de los Estados lograr un
desarrollo verde. De no hacerlo, en 2030 enfrentaremos aún más
problemas relacionados con el cambio climático", ha alertado.
El incremento de personas hambrientas, que ha pasado de 784 millones
en 2015 a 821 millones en 2017, es el ejemplo "más alarmante"
en este sentido, según Perucci. "Es una tragedia para la
comunidad internacional. El hambre aumenta principalmente en África,
donde muchas áreas se ven afectadas por el cambio climático y
enfrentan fuertes sequías", ha apuntado Zhenmin. La escasez de
agua, según las estimaciones del equipo estadístico, provocará
también el desplazamiento forzado de 700 millones de personas para
2030.
En
la fotografía del estado del planeta que presenta la ONU destaca que
2018 fue el cuarto año más cálido registrado, los niveles de las
concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera fueron
mayores en 2017 respecto a 2015 y continuaron aumentando en 2018,
también la acidez de los océanos es un 26 % más alta que en los
tiempos preindustriales. La urgencia de abordar estos problemas
volverá a ser debatida en la Cumbre por el Clima que tendrá lugar
en Nueva York el próximo septiembre auspiciada por el secretario
general de la ONU, Antonio Guterres, para ofrecer "a los líderes
de todas partes la oportunidad de volver a encauzar al mundo y de
iniciar una década de resultados positivos para las personas y el
planeta", según sus palabras. "Este el momento adecuado y
debemos actuar ahora".
La
desigualdad es el otro gran lastre para el desarrollo sostenible.
"Tres cuartas partes de los niños con déficits de crecimiento
viven en el sur de Asia y en África subsahariana. La pobreza extrema
es tres veces mayor en las áreas rurales que en las urbanas. Los
jóvenes tienen más probabilidades de estar desempleados que los
adultos. Solo una cuarta parte de las personas con discapacidades
severas cobran una pensión. Y las mujeres y las niñas aún
enfrentan barreras para lograr la igualdad", enumeran los
autores del informe.
"La
desigualdad aumenta dentro y entre países. Mucha gente se queda
atrás", ha añadido Zhenmin. "Lo que se ve es que el
crecimiento económico no es suficiente. Es bueno, pero hay algunos
segmentos de la población que no se benefician de él. Se ve cuando
miras otros indicadores que muestran que la gente no vive mejor",
ha anotado Perucci en una conversación posterior a la presentación
de informe. Ocurre lo mismo con el empleo, asegura la experta. "Tener
un trabajo no es bastante para garantizar una vida digna. De hecho,
los datos dicen que hay personas que aún estando empleadas se
encuentran en situación de pobreza".
La
falta de datos comparables, sin embargo, impide conocer quiénes son
y dónde están las personas que no se benefician de los progresos,
ya sean estos tímidos o espectaculares. Solo 13 países de África
subsahariana han presentado recientemente estadísticas sobre el
crecimiento de los ingresos de sus habitantes. Y esta región del
mundo es, de hecho, la que mayores retos enfrenta en términos de
salud, igualdad de género, seguridad alimentaria y pobreza extrema,
entre otros. Pese a que este informe no desagrega la información
sobre el estado de los ODS por países, sí analiza la velocidad o
falta de progreso en determinadas materias por regiones.
África
subsahariana se ha quedado rezagada en cuanto al acceso a transporte
público: solo el 18 % de sus habitantes lo tienen. Pese a su avance
en la proporción de residuos urbanos -ha pasado del 32 % en 2001 al
52 % en 2018- sigue a la cola en este capítulo. Junto con Asia
central y meridional, las dos regiones registraron los mayores
aumentos en las concentraciones de partículas nocivas para la salud
en el aire de sus ciudades. La mayor parte de esta pérdida de
bosques se produjo en los trópicos y los descensos más importantes
se registraron en América Latina y África subsahariana. De los 736
millones de personas en situación de pobreza extrema en 2015, 413
millones vivían en esta parte del mundo. La mortalidad infantil
(menores de cinco años) bajó a nivel global de 9,8 millones en 2000
a 5,4 millones en 2017, pero la mitad de esas muertes ocurrieron en
África subsahariana. De los que sobrevivieron, apenas un 46 % están
registrados. Todo esto, que se sepa. Pues en esta región, solo el 23
% de los planes estadísticos contaban con financiamiento pleno, en
comparación al 94 % de Europa y América del Norte.
Pero
no todas son malas noticias en esta región. La incidencia del VIH
entre adultos (de 15 a 49 años) en África subsahariana disminuyó
aproximadamente un 37 % entre 2010 y 2017. Los progresos han sido más
lentos en otros lugares, e incluso en algunas subregiones se ha
registrado un aumento de la incidencia del virus, entre ellas Asia
occidental (53 %), Asia central (51 %) y Europa (22 %). Los avances
en la lucha contra el sida han sido posibles, según la ONU, gracias
al "firme compromiso y financiación nacional e internacional".
No es el caso de España, que no ha aportado nada al Fondo Mundial
contra el sida, la tuberculosis y la malaria, uno de los principales
mecanismos para la financiación de tratamientos antirretrovirales en
países donde los presupuestos nacionales son escasos, desde 2011.
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Fuente:
Alejandra Agudo, La ONU tiene motivos para el pesimismo, 10 julio 2019, El País. Consultado 11 julio 2019.
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