Todo
el mundo habla de la eliminación del lignito, de reducir los viajes
aéreos y de la contaminación automovilística. Pero Alemania puede
reducir enormemente sus emisiones de CO2 mediante la renovación de
sus edificios.
por
Oliver Pieper
¿Es
suficiente para él un sistema fotovoltaico en el tejado que ahorra
33.000 kilogramos de CO2 al año? ¿Más los cinco sistemas de
ventilación de última generación, que cuestan 700.000 euros cada
uno, y que Steven Engler llama tiernamente "mis pequeños
Lamborghinis"? No, el propietario del City Center de Herne ha
ideado algo más: 50.000 abejas zumbarán pronto en el tejado del
centro comercial en el corazón de la región del Ruhr, en el oeste
de Alemania. "También es parte de la sostenibilidad que aquí
el techo sea verde y que las abejas produzcan buena miel", dice
Engler riendo.
Lo
que el empresario inmobiliario de 34 años hace con el City Center es
un poco como salvar a un dinosaurio de la extinción. Y de forma
sostenible. Construido la década de 1970, el City Center fue uno de
los primeros centros comerciales de Alemania. Pero poco quedaba de su
antiguo esplendor: las tiendas cerraron, no fueron ni renovadas ni
sustituidas, ni un solo rastro de ahorro de energía.
Hace
dos años, más de la mitad del centro comercial estaba vacío. Una
muerte a plazos. Steven Engler entró en juego de forma indirecta:
"Le dije a mi padre entonces que no nos metiéramos ahí…
luego me fui de vacaciones y, mientras tanto, él lo adquirió como
jefe de nuestra compañía".
El
empresario es también un científico del clima
El
hijo se puso manos a la obra. Cambió todo en los 17.000 metros
cuadrados y siempre se preocupó por la eficiencia energética:
sustituyó las viejas fachadas de pizarra por una cobertura térmica
y aisló también las ventanas. Finalmente, se sustituyó todo el
techo porque el viejo tenía goteras y renovó el aparcamiento
subterráneo.
Usaba
pequeñas lámparas LED en todas partes, que sólo se encienden
cuando el coche está en movimiento. "Fue una buena idea que yo
tuviera mi propio centro de investigación sobre energías renovables
en la universidad, así que pude diseñar e implementar todo yo
mismo", explica Engler, quien escribió su doctorado sobre
extremos climáticos.
El
City Center debería estar listo en unas semanas. Se podrá comer
helado allí, donar plasma sanguíneo o comprar en la mayor tienda
Woolworth de Alemania. El centro comercial es energéticamente
autosuficiente. "Llevamos gastados en la reforma casi 20
millones de euros", calcula el empresario. "Nos llevará de
nueve a doce años recuperar la inversión".
Por
supuesto, el objetivo de Engler es ganar dinero. Pero también
quiere, con la mayor conciencia verde posible, contribuir al
desarrollo de su región, la cuenca del Ruhr. Él nació unos
kilómetros más al oeste, en Gelsenkirchen: "Como empresario,
tengo una responsabilidad". "Y si tengo la oportunidad de
hacer las cosas como aquí en Herne, ¡tengo que hacerlo!".
El
consultor energético que también fue alcalde de Herne
El
hombre que ha conseguido que mucha gente en la región piense como
Steven Engler tiene su oficina a 20 kilómetros, en Bottrop. Burkhard
Drescher es el director general del proyecto climático
InnovationCity. De hecho, este hombre de 68 años podría estar
disfrutando desde hace tiempo de su jubilación, pero en vez de eso
lucha incansable por un desarrollo urbanístico respetuoso con el
medio ambiente. Con éxito. Bottrop, con sus 117.000 habitantes, ha
reducido las emisiones de CO2 en un 50 por ciento en los últimos
diez años.
En
Alemania, los edificios generan alrededor de un tercio de las
emisiones de CO2. Drescher quiere hacer aún más para combatir esto:
"Podemos, con medidas relativamente sencillas como el
aislamiento de las ventanas, mejorar la eficiencia energética de los
almacenes y bodegas de la región. La energía fotovoltaica sería
potencialmente suficiente para suministrar electricidad a la región
del Ruhr sin necesitar una sola tonelada de carbón".
Drescher
sabe de lo que habla. Hace 20 años, como alcalde de Oberhausen,
reconvirtió un antiguo complejo industrial convirtiéndolo en un
atractivo de la ciudad. El tranvía volvió a circular, se potenció
el transporte público. Ahora ha convertido Bottrop en una ciudad
medioambiental modelo. Un ejemplo es la empresa siderúrgica, que
anuncia su sistema fotovoltaico con el lema "el sol funde al
acero". O las coloridas viviendas sociales, que con energía
geotérmica, bombas de calor y su sistema de ventilación, genera más
energía de la que consume.
La
ciudad modelo que antes dependía del carbón
Sobre
todo, Drescher ha convencido por decenas de miles a sus conciudadanos
en Bottrop para renovar los edificios para hacerlos respetuosos con
el clima. Con pequeños pasos, subraya. Podrían renunciar a eliminar
el cien por cien del consumo de CO2 mediante el costoso aislamiento
del tejado pero, sin embargo, lograr un ahorro del 90% con medidas
mucho más baratas.
"Se
construyeron 300.000 nuevas edificaciones en Alemania el año pasado,
pero son muchos más los 20 millones de edificios que hay. Hasta
ahora no hemos logrado incentivar lo suficiente el ahorro de CO2 en
los edificios existentes".
Pero
quizá sí se esté avanzando. La ministra federal de Medio Ambiente,
Svenja Schulze, estuvo esta semana en Bottrop. Consiera a
InnovationCity como un modelo para otras ciudades de Alemania. Y
algunas de ellas ya han empezado a moverse: el Senado de Berlín
quiere conceptos energéticos para la capital. Y Hamburgo y Osnabrück
también se han sumado.
A
sólo un kilómetro de la mina de lignito de Prosper-Haniel, la
última mina de carbón de la región del Ruhr, que cerró en 2018,
Burkhard Drescher espera que esto sirva de impulso para toda
Alemania.
(lg/cp)
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Fuente:
Oliver Pieper, Construcción con conciencia ecológica en la cuenca del Ruhr, 4 julio 2019, Deutsche Welle. Consultado 6 julio 2019.
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