Tres días después del accidente nuclear en la planta soviética, la noticia llegaba a los diarios del mundo. Argentina no fue la excepción: ya el 29 de abril de 1986 el tema invadía la tapa de casi todos los medios. ¿Qué pasaba en nuestro país y cuánto importó Chernobyl? ¿Cuán fiel es la serie a lo que se contó en su momento?
por
Joaquín Sánchez Mariño
Mucho
se dice sobre el secreto. ¿Hubo realmente un silenciamiento de la
Unión Soviética respecto de la catástrofe de Chernobyl? ¿Logró
mantener al mundo al margen? Por supuesto, cualquiera que sepa la
historia (o haya visto la serie) sabe qué detalles se ocultaron,
pero si alguien cree que nadie supo lo que pasó, se equivoca.
En
la Argentina, por caso, la noticia llegó a los pocos días. Uno
podría acá mencionar que esta nota contiene spoilers, pero esos
spoilers en todo caso fueron publicados ya hace 33 años en los
medios de todo el mundo. Lea sin miedo.
Para
esta nota revisamos todos los diarios de la época, día por día
desde el 26 de abril (cuando sucedió la explosión), hasta fines de
mayo. En Clarín, por ejemplo, la primera vez que se menciona la
catástrofe es el 29 de abril de 1986, es decir, tres días después.
Hoy parece mucho, pero era un tiempo pre internet, pre redes
sociales, y pre caída del Muro de Berlín.
Además,
tres días en la tierra del secretismo no parece tanto. En el diario
la noticia decía: "Grave accidente nuclear en la URSS: podría
haber numerosas víctimas". Veinticuatro horas más tarde el
tema escala a la tapa y anuncia: "Arde aún la central atómica
soviética. Sería el más grande accidente nuclear de la historia".
En ese mismo ejemplar se dedicaban cuatro páginas completas a su
cobertura.
Mientra
tanto, La Nación hacía lo propio. Desde su primera mención, no
dejó de reportar sobre el tema durante todo mayo, con Chernobyl
varias veces en tapa. Una curiosidad -o un misterio accesorio, en una
nueva trama de la Guerra Fría-: ni en la hemeroteca de la Biblioteca
Nacional ni en la del Congreso de la Nación encontramos a
disposición los diarios La Nación del 28, 29 y 30 de abril.
Como
sea, todo indica que el 29 de abril fue el día en que se supo en
nuestro país: Clarín y La Prensa publicaron en esa fecha, y
probablemente también La Nación. Ámbito Financiero por su parte
recién lo mencionó el 30. En ninguna de las notas publicadas firma
un periodista argentino sino que los artículos fueron realizados a
partir de distintas agencias internacionales. Tiene lógica, el 30 de
abril Ámbito Financiero informa: "la Cancillería soviética
comunicó a los periodistas y diplomáticos occidentales que no
podrán viajar a Ucrania en el futuro cercano".
¿Se
tomó con miedo en la Argentina? Telam dice por entonces: "se
inició ayer un operativo de control de radioactividad en pasajeros
que llegan al Aeropuerto Internacional de Ezeiza procedentes de la
Unión Soviética y de países europeos (…) El operativo se realiza
con modernos equipos".
A
su vez, cada diario tenía especialistas hablando de radioactividad y
de las propias plantas nucleares argentinas. El presidente del Comité
de Licenciamiento de Instalaciones Nucleares de la Comisión Nacional
de Energía Atómica de la época, Dan Beninson, dijo entonces que
los reactores argentinos "poseen una estructura de contención
de la cual carecen la planta soviética accidentada" y que dicha
estructura "ofrece una barrera física apropiada para disminuir
considerablemente la probabilidad de que se libere a la atmósfera
material radioactivo". En otras palabras, que nuestras plantas
eran más seguras.
Por
supuesto, nuestra sociedad tenía la cabeza en otras cosas. Las tapas
de los diarios de todo mayo hablaban de Raúl Alfonsín, de un
intento de atentado contra su vida, de las declaraciones de un tal
funcionario "Verdura"… También en la misma fecha que el
desastre de Chernobyl, 26 de abril de 1986, Jorge Luis Borges contaba
con su característico humor: "He cometido el mejor de los
pecados, me casé". No era mentira, ese día contrajo matrimonio
con María Kodama en Paraguay. Un mes y medio después, murió en
Suiza.
Por
la época, el caso del secuestro del empresario Osvaldo Sivak
conmovía a la sociedad y era tapa de revistas y diarios. El deporte
también tenía sus novedades: se anunciaba la venta de Enzo
Francescoli por 5 millones de dólares de River al Racing de París;
y en los primeros días de mayo todos los periódicos anunciaban que
la Selección ya estaba en México. Eran los días previos al gran
Mundial de Diego Maradona.
Pero
entonces, ¿qué se decía de Chernobyl? ¿Había en nuestros medios
algo de lo que ahora se cuenta en la serie? Una primera pregunta con
la que llegamos al archivo es qué registros había de Valery
Legásov, el científico protagonista de la serie interpretado por
Jared Harris. Según la producción de HBO, Legásov fue el hombre
encargado de arreglar el desastre, bajo la supervisión de Boris
Shcherbina (interpretado por Stellan Skarsgard).
La
respuesta se divide. Legásov (que se suicidó dos años después y
dejó grabada una cinta en la que contaba secretos de lo sucedido),
no aparece ni una vez en los diarios argentinos. Figura en cambio
otro científico que no está en la serie pero existe y tiene una
larga trayectoria. Se trata de Yevgeny Velikhov, que aparece en los
reportes de la época como "el científico que encabeza la
limpieza de la zona".
Boris
en cambio sí figura con nombre y apellido. El diario La Prensa lo
menciona ya el 30 de abril: "Una comisión investigadora
integrada por científicos y especialistas encabezada por Boris
Shcherbina, vicepresidente del Consejo de Ministros, fue establecida
por el gobierno soviético". Luego, vuelve a aparecer varios
días más adelante: "Boris Shcherbina ha declarado que
funcionarios locales inicialmente subestimaron la magnitud del
accidente". Se refiere, claro, al director de la central Viktor
Bryukhanov, y al ingeniero jefe de la planta Nikolai Fomin.
Muchos
otros eventos de la miniserie aparecen en las páginas periodísticas
de 1986. "Todavía emanaban pequeñas cantidades de radiación
de la planta, pese a un 'escudo' de arena y otros materiales
arrojados por helicópteros sobre el reactor". Después: "Los
soviéticos cubrirán el reactor con cemento para un proceso de
enfriado de un año".
Sobre
el secretismo, escribe La Nación el miércoles 14 de mayo: "Uno
de los diseñadores del reactor averiado ratificó hoy que la Unión
Soviética seguirá construyendo más centrales atómicas del mismo
tipo. 'Es un tipo de reactor muy confiable… mi opinión no ha
cambiado', declaró Iván Yemilianov, subdirector del Instituto
Soviético de Equipos Energéticos". Se veía ya lo que bien
retrata la serie: desde el Kremlin no querían asumir la falla en el
diseño de la central. Ese mismo día también el tal Yevgeny
Velikhov -que pareciera ser el mismo Legásov- declara que "los
esfuerzos por encapsular el reactor se vieron complicados por la
presencia de agua debajo de las bases", tal cual se muestra en
uno de los capítulos.
Otros
de los títulos que aparecen son el miedo en Europa a la nube
radioactiva, una prohibición del resto de los países europeos
(salvo Italia) para comprar verdura soviética, una evacuación
urgente de animales, y varias declaraciones de Mijaíl Gorbachov, el
entonces secretario general del Comité Central Partido Comunista de
la Unión Soviética.
De
los perros, nada. Del bombero, nada (aunque sí se habla de más de
100 policías heridos). Del suicidio de Legásov dos años después
(en los diarios de abril de 1988), nada. De la mujer, Ulana Khomyuk,
nada (pero está bien, porque es el único personaje de ficción).
La
sensación después de leer las noticias como si fueran las de hoy,
es de casi absoluta fidelidad. En un tiempo en que toda la
información es puesta en duda, es un buen ejercicio el de mirar cómo
se contó la historia cuando todavía estaba sucediendo. Los medios
más prudentes tardaron varios días en hablar de miles de muertos,
los más aventurados pocos. Al día de hoy dar un número cerrado de
víctimas resulta una tarea polémica.
¿Por
qué nos genera esta atracción un desastre humano y nuclear de hace
33 años? Algunos dirán que es simplemente el poder de la narrativa,
que contar la historia es construir la historia. Difícil saber qué
nos conmueve. Por el momento, habrá que conformarse con saber cosas
más concretas. Habrá que conformarse, por ejemplo, con saber que el
sarcófago no enterró la información.
Fuente:
Joaquín Sánchez Mariño, ¿Logró la URSS ocultar el desastre de Chernobyl en 1986?: qué sabían los medios argentinos y la misteriosa omisión del científico Legásov, 28 junio 2019, Infobae. Consultado 29 junio 2019.
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