Los
científicos instan a la Unión Europea a tomar medidas económicas
que presionen al Gobierno brasileño para que deje de destruir la
Amazonia.
por Eliane
Brum
Más
de 600 científicos de instituciones europeas han hecho una
reivindicación crucial para enfrentar la crisis climática: que la
Unión Europea, segundo mayor socio comercial de Brasil, condicione
la compra de productos al cumplimiento de compromisos ambientales. En
el manifiesto, publicado en la prestigiosa revista Science, los
científicos exponen que, sin presión externa, el Gobierno populista
de ultraderecha de Jair Bolsonaro convertirá la selva amazónica en
materias primas de exportación producidas a partir de la
deforestación y contaminación. Si eso sucede, será imposible
afrontar el calentamiento global.
En
solo cuatro meses, Bolsonaro ya ha promovido el desmantelamiento del
sistema de protección ambiental construido durante décadas. Antes
de ser investido, pretendía eliminar el Ministerio de Medio
Ambiente. Ante la repercusión negativa, cambió de estrategia.
Mantuvo el ministerio, pero puso al mando un ministro que tiene como
principal misión debilitar la red de protección y desautorizar los
controles. Ricardo Salles fue condenado por falsificar mapas y
documentos, además de intimidar a empleados, para favorecer a
empresas mineras en detrimento de la protección ambiental. Empezó
su gestión afirmando que el debate sobre el calentamiento global es
“secundario”. Cada semana se producen nuevos actos arbitrarios.
Abrir
las áreas protegidas al ganado, la soja, la extracción minera y las
grandes obras es uno de los principales objetivos del Gobierno de
Bolsonaro. La mayoría de las áreas protegidas son tierras
indígenas. El Ejecutivo ya ha suspendido en la práctica la
demarcación de nuevas tierras indígenas y quiere revisar las que ya
existen. También quiere cambiar la Constitución para permitir que
puedan arrendarse y comercializarse. La Fundación Nacional del
Indígena ha sido trasladada del Ministerio de Justicia al de la
Mujer, Derechos Humanos y Ciudadanía, dirigido por la evangélica
fundamentalista Damares Alves. El presidente del órgano es el
general Franklimberg de Freitas. Hasta el año pasado, era consultor
de la empresa minera canadiense Belo Sun, que quiere implantar un
desastroso proyecto de extracción de oro en la Vuelta Grande del
Xingú, una de las regiones más afectadas de la Amazonia.
La
única lengua que el Gobierno de Bolsonaro todavía entiende es la de
la economía. Estudios recientes muestran que naciones y bloques
económicos deberían cargar en cuenta las emisiones causadas por la
deforestación que contienen los productos tropicales que compran de
países como Brasil. En algunos casos, estas emisiones “importadas”
sobrepasan las emisiones producidas por los países compradores.
La
UE tiene que posicionarse y asumir su responsabilidad. De los
ciudadanos europeos, además de criterio a la hora de comprar
productos brasileños, se espera que presionen a sus gobiernos y
órganos de decisión. Si no es por principios éticos fundamentales,
que sea por supervivencia.
Traducción
de Meritxell Almarza
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