lunes, 8 de abril de 2019

Las aguas bajan turbias

Las inundaciones en Laspiur. Foto: Bomberos Voluntarios de Saturnino María Laspiur.

Toda distopia, lo saben los lectores de ciencia ficción, comienza con la miopía de algunos.

Las notables precipitaciones de los últimos días, que alcanzaron registros de hasta 260 milímetros en pocas horas en algunos lugares volvieron a encender luces de alarma sobre lo poco que se está haciendo en materia preventiva. Alarmas que no se habían apagado en los años precedentes, pero nadie parece atender: aluviones, anegamientos e inundaciones, campos arrasados por el agua, cosechas imposibles y rutas cortadas son las consecuencias de este cuadro, sin olvidar lo que la imposibilidad de desplazarse y las enormes pérdidas aparejadas significan.

Y no estamos frente a algo nuevo: se nos había advertido que marzo tendría lluvias copiosas, de la misma manera que antes se nos hizo saber del nuevo fenómeno que representan las lluvias de gran intensidad en lapsos breves, tanto como de lo que cabe esperar de un ordenamiento territorial con demasiadas materias pendientes.

La ley de bosques no es uno de esos ítems menores, mientras prosigue de manera constante el desmonte que avanza sobre áreas con distinto grado de protección y se suceden los avisos sobre las consecuencias del abuso de la soja: no de otra manera se puede calificar al hecho de que esa planta capaz de generar tanta riqueza en tiempo récord ha llevado a no pocos a la sobreexplotación de suelos que se van impermeabilizando y funcionan como una autopista para el desastre.

Claro que no puede obviarse en esta compleja trama el papel que productores e intendentes cumplen al construir canales que trasladan el problema a sus vecinos, los primeros, y al no realizar los debidos controles, los segundos. Controles que desde la Provincia deberían ser reforzados por los organismos competentes.

Es cierto que se han realizado obras de drenaje y de canalización, y que en algunos sectores la situación ha mejorado gracias a eso.

Pero la sucesión de anegamientos urbanos y rutas bajo el agua hablan de la necesidad imperiosa de un proyecto superador que se ejecute en tiempo y forma.

Huelga recordar que el cambio climático llegó hace tiempo para quedarse, y que tal hecho viene siendo advertido desde hace años, aun cuando no pocos responsables del calentamiento global se empecinen en negarlo. Pero no habrá de desaparecer sólo porque decidamos hacerlo objeto de nuestra indiferencia.

Toda distopia, lo saben los lectores de ciencia ficción, comienza con la miopía de algunos.

Las consecuencias del accionar desenfrenado de la humanidad sobre el planeta van a mayor velocidad que nuestra capacidad de comprensión del problema y la subsiguiente reacción. Urge por ello ponerse a la par de lo que estos tiempos y sus problemas exigen.

Fuente:
Las aguas bajan turbias, 05/04/19, La Voz del Interior. Consultado 08/04/19.

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