miércoles, 3 de abril de 2019

Descubren nuevas especies de lagartija y de arácnido en Córdoba

El reptil fue confundido durante años con una especie uruguaya muy similar. La araña es pequeña, pero muy buena corredora y cazadora. No es venenosa.

por Lucas Viano

Por mucho tiempo, una lagartija que habita el sur de las sierras de Córdoba (cerca de Achiras) fue confundida con una especie de Uruguay. Pero, gracias a un minucioso recuento de sus escamas y a estudios genéticos, investigadores cordobeses lograron consagrarla como especie nueva. La llamaron Contomastix celata, que podría traducirse como “lagartija oculta de cola corta”.

“‘Celata’ significa ‘oculta’ o ‘encubierta’. Elegimos ese nombre porque por mucho tiempo fue confundida con una especie de Uruguay”, asegura Mario Cabrera, investigador del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (Idea) del Conicet y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), que realizó el estudio.

C. celata se suma así a las otras 71 especies de reptiles que viven en Córdoba, entre lagartos, lagartijas, serpientes y tortugas. Cabrera explica que a veces es muy difícil determinar si un animal corresponde a una especie nueva. No alcanza con mirar a simple vista, sino que hay que hacer estudios genéticos y análisis minuciosos.

Fue lo que hicieron en este caso. Una característica que la diferencia de la especie uruguaya y de otras del género Contomastix es la cantidad de escamas en su dorso o espalda. Cabrera y equipo contaron las escamas de 29 ejemplares y determinaron que en promedio tiene 179. Mientras tanto, la uruguaya (Contomastix charrua) tiene 204.

El cuerpo de C. celata mide seis centímetros y otros cinco centímetros su cola. Habita en suelos rocosos y serranos. Por eso fue bautizada vulgarmente como “lagartija del roquedal serrano”. Además de las sierras cordobesas, también se la puede ver en las sierras de la Ventana en Buenos Aires.

Eso es raro porque esa separación geográfica podría hacer pensar en dos especies, pero no encontramos diferencias que justificaran una separación entre ambas poblaciones”, comenta Cabrera.

Se alimenta de insectos y su hábitat es reducido, por lo tanto es una especie vulnerable a cualquier impacto que puedan recibir estos ambientes. “La principal amenaza es el fuego. Los incendios impactan fuerte en los reptiles pequeños porque no tienen mucha posibilidad de escape”, dice Cabrera.

Análisis filogenéticos también ayudarán a categorizarla como especie nueva.

Sobre la importancia de descubrir nuevas especies, el biólogo explica: “Cada una tiene un stock genético único y nunca se sabe qué potenciales aplicaciones puede tener para los seres humanos”.

Y agrega: “Cuando perdemos biodiversidad, también se pierde paisaje, lo cual tienen un valor por ejemplo desde el turismo, pero también estamos atentando contra la vida de otros seres vivos”.

Una araña en Chancaní

Por otra parte, Camilo Mattoni y Mónica Nime, también del Idea, participaron del descubrimiento de un nuevo arácnido cordobés.

Estábamos estudiando los escorpiones en la Reserva Provincial Chancaní. Pusimos trampas y atrapamos unos arácnidos del género solífugos. Sospechábamos que podían ser de una especie nueva”, cuenta Mattoni.

El colombiano Ricardo Botero-Trujillo, experto en este género y que entonces estaba en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, en Buenos Aires, confirmó el hallazgo.

Los solífugos son arácnidos muy comunes en regiones áridas pero se conoce poco sobre su biología y otros rasgos. “Son grandes predadores y buenos corredores. Para atrapar algunas especies de las salinas hay que trotar al lado de ellas”, comenta el biólogo cordobés.

Otras características tranquilizadoras de estos bichos es que no son venenosos y tampoco tienen pinzas intimidantes, aunque sí se las ingenian para cazar.

Mattoni explica que todos los arácnidos tienen lo que se llama “pedipalpos”, un par de apéndices cerca de la boca que evolucionaron en pinzas en el caso de los escorpiones y en una especie de patas para arriba en el caso de las arañas, usadas por los machos para cortejar y copular.

En el caso de los solífugos, los pedipalpos tienen una especie de sopapa pegajosa en la punta, con la que atrapan insectos”, explica Mattoni.

Botero-Trujillo lo bautizó Gaucha ramirezi. Raro, pero tiene una explicación. “Gaucha” es el género y se debe a que la primera especie de este grupo se descubrió en Porto Alegre, a cuyos habitantes les dicen “gaúchos”. “Ramirezi” es en honor al aracnólogo argentino Martín Ramírez, del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, en Buenos Aires.

El aspecto distintivo de G. ramirezi son unas manchas blancas en su cuerpo, que es de color amarillo a marrón con tonalidades rojizas. Puede medir hasta tres centímetros como máximo.

En algunos lugares son muchos más abundantes que las arañas. Por ejemplo, son los bichos depredadores de astrópodos dominantes en las salinas”, dice Mattoni.

Y agrega: “Encontrar estas especies y darlas a conocer sirve para conocer la biodiversidad. Quizás la gente de la ciudad no conoce estos arácnidos o los puede confundir con una araña, pero en Chancaní y en las salinas saben que no son venenosos e incluso les ponen otros nombres”.

Fuente:
Lucas Viano, Descubren nuevas especies de lagartija y de arácnido en Córdoba, 02/04/19, La Voz del Interior. Consultado 03/04/19.

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