El reptil fue
confundido durante años con una especie uruguaya muy similar. La
araña es pequeña, pero muy buena corredora y cazadora. No es
venenosa.
por Lucas Viano
Por mucho tiempo,
una lagartija que habita el sur de las sierras de Córdoba (cerca de
Achiras) fue confundida con una especie de Uruguay. Pero, gracias a
un minucioso recuento de sus escamas y a estudios genéticos,
investigadores cordobeses lograron consagrarla como especie nueva. La
llamaron Contomastix celata, que podría traducirse como “lagartija
oculta de cola corta”.
“‘Celata’
significa ‘oculta’ o ‘encubierta’. Elegimos ese nombre porque
por mucho tiempo fue confundida con una especie de Uruguay”,
asegura Mario Cabrera, investigador del Instituto de Diversidad y
Ecología Animal (Idea) del Conicet y de la Universidad Nacional de
Córdoba (UNC), que realizó el estudio.
C. celata se suma
así a las otras 71 especies de reptiles que viven en Córdoba, entre
lagartos, lagartijas, serpientes y tortugas. Cabrera explica que a
veces es muy difícil determinar si un animal corresponde a una
especie nueva. No alcanza con mirar a simple vista, sino que hay que
hacer estudios genéticos y análisis minuciosos.
Fue lo que
hicieron en este caso. Una característica que la diferencia de la
especie uruguaya y de otras del género Contomastix es la cantidad de
escamas en su dorso o espalda. Cabrera y equipo contaron las escamas
de 29 ejemplares y determinaron que en promedio tiene 179. Mientras
tanto, la uruguaya (Contomastix charrua) tiene 204.
El cuerpo de C.
celata mide seis centímetros y otros cinco centímetros su cola.
Habita en suelos rocosos y serranos. Por eso fue bautizada
vulgarmente como “lagartija del roquedal serrano”. Además de las
sierras cordobesas, también se la puede ver en las sierras de la
Ventana en Buenos Aires.
“Eso es raro
porque esa separación geográfica podría hacer pensar en dos
especies, pero no encontramos diferencias que justificaran una
separación entre ambas poblaciones”, comenta Cabrera.
Se alimenta de
insectos y su hábitat es reducido, por lo tanto es una especie
vulnerable a cualquier impacto que puedan recibir estos ambientes.
“La principal amenaza es el fuego. Los incendios impactan fuerte en
los reptiles pequeños porque no tienen mucha posibilidad de escape”,
dice Cabrera.
Análisis
filogenéticos también ayudarán a categorizarla como especie nueva.
Sobre la
importancia de descubrir nuevas especies, el biólogo explica: “Cada
una tiene un stock genético único y nunca se sabe qué potenciales
aplicaciones puede tener para los seres humanos”.
Y agrega: “Cuando
perdemos biodiversidad, también se pierde paisaje, lo cual tienen un
valor por ejemplo desde el turismo, pero también estamos atentando
contra la vida de otros seres vivos”.
Una araña en
Chancaní
Por otra parte,
Camilo Mattoni y Mónica Nime, también del Idea, participaron del
descubrimiento de un nuevo arácnido cordobés.
“Estábamos
estudiando los escorpiones en la Reserva Provincial Chancaní.
Pusimos trampas y atrapamos unos arácnidos del género solífugos.
Sospechábamos que podían ser de una especie nueva”, cuenta
Mattoni.
El colombiano
Ricardo Botero-Trujillo, experto en este género y que entonces
estaba en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino
Rivadavia, en Buenos Aires, confirmó el hallazgo.
Los solífugos
son arácnidos muy comunes en regiones áridas pero se conoce poco
sobre su biología y otros rasgos. “Son grandes predadores y buenos
corredores. Para atrapar algunas especies de las salinas hay que
trotar al lado de ellas”, comenta el biólogo cordobés.
Otras
características tranquilizadoras de estos bichos es que no son
venenosos y tampoco tienen pinzas intimidantes, aunque sí se las
ingenian para cazar.
Mattoni explica
que todos los arácnidos tienen lo que se llama “pedipalpos”, un
par de apéndices cerca de la boca que evolucionaron en pinzas en el
caso de los escorpiones y en una especie de patas para arriba en el
caso de las arañas, usadas por los machos para cortejar y copular.
“En el caso de
los solífugos, los pedipalpos tienen una especie de sopapa pegajosa
en la punta, con la que atrapan insectos”, explica Mattoni.
Botero-Trujillo
lo bautizó Gaucha ramirezi. Raro, pero tiene una explicación.
“Gaucha” es el género y se debe a que la primera especie de este
grupo se descubrió en Porto Alegre, a cuyos habitantes les dicen
“gaúchos”. “Ramirezi” es en honor al aracnólogo argentino
Martín Ramírez, del Museo Argentino de Ciencias Naturales
Bernardino Rivadavia, en Buenos Aires.
El aspecto
distintivo de G. ramirezi son unas manchas blancas en su cuerpo, que
es de color amarillo a marrón con tonalidades rojizas. Puede medir
hasta tres centímetros como máximo.
“En algunos
lugares son muchos más abundantes que las arañas. Por ejemplo, son
los bichos depredadores de astrópodos dominantes en las salinas”,
dice Mattoni.
Y agrega:
“Encontrar estas especies y darlas a conocer sirve para conocer la
biodiversidad. Quizás la gente de la ciudad no conoce estos
arácnidos o los puede confundir con una araña, pero en Chancaní y
en las salinas saben que no son venenosos e incluso les ponen otros
nombres”.
Fuente:
Lucas Viano, Descubren nuevas especies de lagartija y de arácnido en Córdoba, 02/04/19, La Voz del Interior. Consultado 03/04/19.
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