Queridos amigos:
Como ustedes
saben, vivimos en la única cultura de la historia humana que intenta
desarrollarse dando la espalda al medio natural que nos sustenta. No
es un acto ignorante sino el resultado de una operación
cuidadosamente planeada: los que lucran con la degradación del
ambiente son los mismos que intentan hacernos creer que la tecnología
(en particular, aquella tecnología que ellos mismos venden) puede
reemplazar los mecanismos de la naturaleza.
Una de las
situaciones más trágicas es la de las escuelas fumigadas, ya que
los niños son los que corren mayores riesgos al absorber
agrotóxicos.
La red de
escuelas rurales fue el resultado de un exitoso proyecto social, que
trataba de equiparar las oportunidades de los habitantes del campo
con los de las ciudades. Mientras que en otros países de América
Latina el analfabetismo rural era lo más frecuente, en Argentina se
acercó la escuela a las zonas de donde estaba la población rural.
El lugar de residencia no debía ser un obstáculo para el
aprendizaje. Eso requería que las escuelas estuvieran en las mismas
zonas de producción porque el país necesitaba de trabajadores
alfabetizados.
En los últimos
años se consolidó un modelo productivo que reemplaza a la mayor
parte de las personas que antes trabajaban en el campo por
maquinarias y agrotóxicos. Eso es coherente con un modelo social en
el que sobran millones de seres humanos y para los cuales no sólo no
hay ninguna propuesta sino que no hay ningún interés de crearla.
En la mayor parte
de los sitios, los seres humanos descartables son simplemente
abandonados por el sistema institucional. Hay otras situaciones, sin
embargo, en que las personas descartables están en un lugar
codiciado. Es el caso de las escuelas rurales, que se encuentran
junto a campos codiciados por el agronegocio. La pulverización con
agrotóxicos de las escuelas rurales no es un error. Es un acto
consciente para expulsar a los seres humanos y reemplazarlos por el
mar de soja.
Son conductas que
deben ser denunciadas, y ante la indiferencia de las autoridades de
la Provincia de Buenos Aires, las ONG´s han preparado un Protocolo
de actuación que va como documento adjunto de este mensaje. No sólo
hay que denunciar estas agresiones ambientales sino que hay que saber
cómo hacerlo. La Provincia de La Pampa lo incorporó para el
tratamiento de las emergencias en escuelas. La de Buenos Aires hasta
ahora se ha negado a hacerlo.
Este tipo de
conductas se mantienen impunes por la existencia de una sociedad que
olvida nuestra pertenencia a la Tierra. Por eso nuestra insistencia
en recordar los ritmos de la naturaleza.
En esta entrega
ustedes reciben:
El protocolo propuesto por las ONG´s para denunciar fumigaciones a las escuelas. Lo bajan de aquí:
Una serpiente de luz. En los equinoccios, cuando los días y las noches tienen la misma duración y el sol sale por el este exacto, un juego de luces y sombras forma una ilusoria serpiente de luz que desciende por la pirámide de Kukulcán, en Chichén Itzá, México.
Una canción de María Elena Walsh, titulada: “El señor Otoño”.
El recordatorio de mi libro “Educación ambiental, la utopía en la escuela”, y el contacto con el editor para quienes tengan interés en tenerlo.
Quiero saludarlos
en el comienzo del otoño (y el de la primavera, para los amigos del
Hemisferio Norte)
Un gran abrazo a
todos.
Antonio Elio
Brailovsky
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En una oxidada
cafetera
ha llegado un
señor,
un señor de
galera
en una cafetera
Ford.
Con peluca de
fideo fino,
guantes patito,
traje de papel,
va dejando por
todo el camino
una luz parecida
a la miel.
El señor se para
en una esquina
y del bolsillo de
su pantalón
saca banderitas
de neblina
y un incendio
color de limón.
Con sus tijeritas
amarillas
pasa por el
jardín:
le cortó las
patillas
y los bigotes al
jazmín.
A los arbolitos
de la plaza
un sobretodo de
oro les compró,
y pintó la tarde
con mostaza
aunque el sol le
decía que no.
Dicen que el
señor tiene en el cielo
un enorme taller
donde hará
caramelos
de azúcar del
atardecer.
Canta dulcemente
con sordina
y se pasea como
un inspector.
Prueba la primera
mandarina
y se lleva la
última flor.
María Elena
Walsh: “El señor Otoño”
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"La utopía
en la escuela"
Los datos del
editor son:
Av. Corrientes
4345
C.A.B.A. -
Argentina
C1195AAC
(54 11) 5278-2200
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El protocolo para denunciar escuelas fumigadas:
Fuente:
Antonio Elio Brailovsky, Los ritmos de la naturaleza y las escuelas fumigadas, 20/03/19, Defensoría Ecológca.
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