Ocho años
después del accidente en Fukushima, se están llevando a cabo los
preparativos para reiniciar la central nuclear Kashiwazaki-Kariwa
operada por Tepco. Pero los residentes temen que el desastre se pueda
repetir.
por null Kiyo
Dörrer
Hace décadas, se
pensaba que la energía nuclear iba a ser la solución perfecta para
las crecientes necesidades energéticas de las economías rurales de
Japón. Y en la tranquila ciudad de Kashiwazaki, en la prefectura
vecina a Fukushima, se suponía que la solución sería la central
nuclear de Kashiwazaki-Kariwa, dirigida por la compañía eléctrica
Tepco, la empresa responsable de la accidentada en Fukushima en 2011.
Cuando está en
pleno funcionamiento, la central eléctrica Kashiwazaki-Kariwa es la
más potente del mundo, capaz de atender a 16 millones de hogares.
Pero sus siete reactores han estado inactivos desde el accidente
nuclear en Fukushima Daiichi. Esta es la única central nuclear que
le queda a Tepco, aparte de la de Fukushima. La empresa ha sido
criticada repetidamente por su negligencia y se le ha ordenado pagar
una indemnización a los residentes.
Las causas del
desastre están todavía, ocho años después, sin determinar
completamente. Pero en medio de la controversia, en 2017, la
autoridad nuclear japonesa dio el visto bueno para iniciar el largo
proceso hacia el reinicio de dos de los reactores de Tepco, que se
encuentran a unos 250 km (155 millas) al este de las plantas de
Fukushima, en la costa del mar de Japón. Los reactores implicados,
número 6 y 7, son el mismo tipo de reactor que los que se fundieron
en Fukushima.
Esta vez todo va
a ser diferente, asegura el jefe adjunto de la planta de
Kashiwazaki-Kariwa, Toshimitsu Tamai, a los visitantes un recorrido
por las instalaciones. Para desterrar los temores de un segundo
Fukushima, Tepco ha construido un muro de 15 metros que se supone que
es capaz de resistir los tsunamis más altos que se puedan imaginar.
Los edificios del reactor se reforzaron y se instalaron filtros que,
según Tepco, solo permitirían que el 0,01 por ciento de la materia
radiactiva saliera a la atmósfera en el caso de una fusión.
Dos estanques
sirven como reservorios de agua de refrigeración durante un posible
desastre, y una flota de camiones generadores de diésel aguarda
junto al sitio de 4.2 kilómetros cuadrados para proporcionar energía
de emergencia si hay un apagón como el ocurrido en Fukushima.
¿Una medida
buena para todos?
A los ojos de
Tepco, el reinicio es necesario y positivo para todos. "Tenemos,
entre otras cosas, que generar los ingresos necesarios para pagar la
clausura de la planta de Fukushima", dice Tamai. El gobierno
japonés estimó el costo de la limpieza y las compensaciones en
Fukushima en 22 billones de yenes (198.000 millones de dólares),
pero el think tank Centro de Investigación Económica de Japón lo
calcula en más del triple.
Para Tepco,
además de contribuir a la independencia energética y, con ella, a
la seguridad nacional de Japón, la central también es importante
para el empleo local: el 60 % de los 6.000 trabajadores son residentes
locales. Reiniciar los dos reactores creará más empleos e impulsará
la economía local.
Oposición de los
residentes
Sin embargo,
según las encuestas realizadas el año pasado durante las elecciones
a gobernador, más del 60 por ciento de los residentes de la
prefectura de Nigata, en la que se encuentra Kashiwazaki, están en
contra de reiniciar la planta. Una instalación que, además, ha
sufrido accidentes recientemente: en diciembre, el cableado del
reactor 7 se incendiaron y el 28 de febrero se filtró agua
radioactiva fuera de uno de los reactores inactivos.
"A decir
verdad, seguimos pensando: ¡no más! Dan un paso adelante y tres
pasos atrás", dice Tsutomu Oribe, desde su restaurante de sushi
en el centro de Kashiwazaki. "Todos hemos aprendido demasiado
bien lo que podría pasar". Igual opina Kazuyuki Takemoto,
asesor local retirado y veterano activista antinuclear: "No creo
que nadie deba confiar a Tepco el reinicio de una planta de energía
nuclear si la compañía ni siquiera sabe lo que sucedió en
Fukushima".
"Tepco solo
trata los síntomas"
Toru Hasuike, un
antiguo ingeniero de Tepco y oriundo de Kashiwazaki, también es
escéptico acerca de las medidas de seguridad. "Si vuelve a
haber un tsunami como el de Fukushima, creo que Kashiwazaki-Kariwa
podría colapsarse. Pero no es así como funciona la naturaleza. Lo
único que hace Tepco es tratar los síntomas". Además, en caso
de terremoto la cimentación tendría problemas de infiltración: "Es
un problema específico de Kashiwazaki, poner una planta de energía
nuclear en un área como esta fue un error desde el principio",
insiste Takemoto.
Y no sería la
primera vez que la planta Kashiwazaki-Kariwa sería golpeada por un
terremoto. En 2007, uno de magnitud 6,8 afectó a la zona,
provocando un incendio dentro de uno de los reactores. Otros tres
tuvieron que ser cerrados permanentemente.
El Gobierno
presiona para la energía nuclear
Pero mientras muchas otras naciones desarrolladas, incluida Alemania, están abandonando la energía nuclear, en Japón retomarla es una de las principales prioridades del gobierno. El plan presentado por el primer ministro Shinzo Abe el año pasado apunta a que el 20 % y el 22 % de la energía sea producida por energía nuclear para 2030, un 2 % más que actualmente. Mientras tanto, se supone que también la proporción de energías renovables aumentará del actual 15 % a un 22 % o 24 %.
Nueve de los
reactores nucleares del país, que se cuentan por docenas, vuelven a
estar en funcionamiento después de que todos fueran detenidos a raíz
del accidente de Fukushima. En el caso de Kashiwazaki-Kariwa, la
decisión final de reiniciar o no la planta de energía está en
manos de los políticos locales, y la próxima elección
parlamentaria en la prefectura será en abril.
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Fuente:
null Kiyo Dörrer, La japonesa Tepco lucha por volver a la energía nuclear a pesar de Fukushima, 11/03/19, Deutsche Welle. Consultado 12/03/19.
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