Es inexplicable
que por esta explosiva combinación de deterioro ambiental e inacción
estatal la calidad de vida y la salud de muchos nosotros esté en
riesgo.
El lago Los
Molinos continúa en situación de emergencia ambiental. El cuadro no
es nuevo, y se agrava ante la morosidad del Estado, que sabe lo que
ocurre y promete acciones, pero no cumple con los planes trazados.
Hace dos años,
cuando aparecieron algas verdeazuladas -o cianobacterias-, se
creó la Mesa Perilago Los Molinos, una comisión integrada por
organismos del Estado provincial, las comunas emplazadas en el borde
costero, entidades ambientalistas y representantes de los vecinos,
entre otros actores.
Por entonces,
además, en la zona de la ensenada de Potrero de Garay, donde
funcionaba un viejo club de pescadores que fue desalojado, el agua se
había vuelto turbia y hedionda, junto a una margen del lago cubierta
de desperdicios.
Dos años
después, no hay medidas concretas para frenar la contaminación y
poner en marcha un plan de saneamiento.
Por el contrario,
la situación se ha agravado, no sólo por la inercia implícita de
estos fenómenos, sino también por el crecimiento de los cuatro
pueblos costeros: Villa Ciudad Parque, Los Reartes, Villa Ciudad de
América y Potrero de Garay.
Ninguna de estas
localidades tiene red cloacal. A mayor cantidad de habitantes y de
visitantes, más sustancias orgánicas que terminan en el lago.
El problema se
extiende a lo largo de toda la cuenca de Los Molinos. No sólo los
seres humanos hacen su aporte: también hay que tener presente la
ganadería regional.
El alto contenido
de fósforo y nitrógeno que llegan al lago por esas vías nutre y
multiplica las algas.
El Estado había
anunciado que a mediados de 2018 iniciaría la construcción de las
imprescindibles plantas de tratamiento para las aguas cloacales.
Pasada esa fecha, la realidad es que ni siquiera se ha definido la
ubicación de los terrenos aptos para construirlas.
De ello se deriva
que aún faltan varios años para que las aguas servidas dejen de
llegar a Los Molinos.
¿Están los
gobiernos locales en condiciones de exigir a los vecinos medidas
domésticas de tratamiento para frenar el impacto? De ser así, es
difícil pensar que haya un alto acatamiento, acaso no por falta de
conciencia ambiental sino por cuestiones económicas.
Por supuesto, la
zona en general y el lago en particular tienen un alto valor
recreativo y turístico. Pero, además, no hay que olvidar que un
tercio de los habitantes de la ciudad de Córdoba recibe agua que
viene de Los Molinos.
Por todo ello, es
inexplicable que, por esta explosiva combinación de deterioro
ambiental e inacción estatal, la calidad de vida y la salud de
muchos de nosotros esté en riesgo.
Fuente:
La contaminación del lago Los Molinos, 22/03/19, La Voz del Interior.
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