sábado, 23 de marzo de 2019

La contaminación del lago Los Molinos

Es inexplicable que por esta explosiva combinación de deterioro ambiental e inacción estatal la calidad de vida y la salud de muchos nosotros esté en riesgo.

El lago Los Molinos continúa en situación de emergencia ambiental. El cuadro no es nuevo, y se agrava ante la morosidad del Estado, que sabe lo que ocurre y promete acciones, pero no cumple con los planes trazados.

Hace dos años, cuando aparecieron algas verdeazuladas -o cianobacterias-, se creó la Mesa Perilago Los Molinos, una comisión integrada por organismos del Estado provincial, las comunas emplazadas en el borde costero, entidades ambientalistas y representantes de los vecinos, entre otros actores.

Por entonces, además, en la zona de la ensenada de Potrero de Garay, donde funcionaba un viejo club de pescadores que fue desalojado, el agua se había vuelto turbia y hedionda, junto a una margen del lago cubierta de desperdicios.

Dos años después, no hay medidas concretas para frenar la contaminación y poner en marcha un plan de saneamiento.

Por el contrario, la situación se ha agravado, no sólo por la inercia implícita de estos fenómenos, sino también por el crecimiento de los cuatro pueblos costeros: Villa Ciudad Parque, Los Reartes, Villa Ciudad de América y Potrero de Garay.

Ninguna de estas localidades tiene red cloacal. A mayor cantidad de habitantes y de visitantes, más sustancias orgánicas que terminan en el lago.

El problema se extiende a lo largo de toda la cuenca de Los Molinos. No sólo los seres humanos hacen su aporte: también hay que tener presente la ganadería regional.

El alto contenido de fósforo y nitrógeno que llegan al lago por esas vías nutre y multiplica las algas.

El Estado había anunciado que a mediados de 2018 iniciaría la construcción de las imprescindibles plantas de tratamiento para las aguas cloacales. Pasada esa fecha, la realidad es que ni siquiera se ha definido la ubicación de los terrenos aptos para construirlas.

De ello se deriva que aún faltan varios años para que las aguas servidas dejen de llegar a Los Molinos.

¿Están los gobiernos locales en condiciones de exigir a los vecinos medidas domésticas de tratamiento para frenar el impacto? De ser así, es difícil pensar que haya un alto acatamiento, acaso no por falta de conciencia ambiental sino por cuestiones económicas.

Por supuesto, la zona en general y el lago en particular tienen un alto valor recreativo y turístico. Pero, además, no hay que olvidar que un tercio de los habitantes de la ciudad de Córdoba recibe agua que viene de Los Molinos.

Por todo ello, es inexplicable que, por esta explosiva combinación de deterioro ambiental e inacción estatal, la calidad de vida y la salud de muchos de nosotros esté en riesgo.

Fuente:
La contaminación del lago Los Molinos, 22/03/19, La Voz del Interior.

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