por Mario Osava
RÍO DE JANEIRO,
28 ene 2019 (IPS) - Brasil seguirá sufriendo tsunamis mineros como
el que ha ocasionado la muerte de más de 300 personas en Brumadinho
el 25 de enero, que repite el colapso de otro dique de residuos que
provocó 19 muertes y ahogó en fango el río Doce en 2015.
Es el dramático
diagnóstico de Julio Cesar Grillo, superintendente del gubernamental
Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) en Minas Gerais, el
estado brasileño más afectado por la maldición de la minería,
grabada en su propio nombre.
Desde 2002, en
Minas Gerais, en el sureste del país, se ha roto cada dos años en
promedio una de las balsas que almacenan los relaves, los residuos
minerales mezclados con barro estéril.
Es un récord que
concentra 25 por ciento de estos accidentes a nivel mundial, que
promedia el número de dos por año, destacó Grillo a IPS.
En ese estado se
localizan 220 de las 449 presas de relave incluidas en el Programa Nacional de Seguridad de Presas de la Agencia Nacional de Minería,
órgano regulador del gobierno central. En total en el país hay 839
depósitos de relaves, pero los demás no se incluyen en el programa
por no representar un peligro.
La rotura del
embalse Fundão el 5 de noviembre de 2015 en Mariana, un municipio de
60.000 habitantes en el centro del estado, era hasta ahora la mayor
catástrofe ambiental de Brasil. El fango mineral extinguió la vida
a lo largo de los 500 kilómetros del río Doce, que transportó la
contaminación hasta el océano Atlántico.
La letalidad casi
20 veces mayor de Brumadinho, un municipio de 39.000 habitantes a 85
kilómetros de Mariana, se debe básicamente a que el centro
administrativo de la mina Feijão (frijol), explotada por la empresa
Vale, estaba a 1,6 kilómetros cuesta abajo de la represa Córrego do
Feijão (riachuelo del frijol).
El relave de
Brumadinho era de 12,7 millones de metros cúbicos, un cuarto del
volumen del de Mariana.
Los daños
ambientales serán menores, pero la tragedia humana mucho peor,
reconoció Fabio Schvartsman, el presidente de Vale, la principal
compañía minera de Brasil y la mayor exportadora mundial de hierro,
antes de conocer los datos de las pérdidas humanas.
Al estallar el
dique, poco después del mediodía del viernes 25, gran parte de los
trabajadores de la mina, estimados en 427 por la empresa, estaban
almorzando. En pocos minutos el barro sepultó todo el complejo
administrativo, incluyendo el comedor.
No sonó la
alarma prevista en caso de accidentes, según sobrevivientes.
En la mañana de
este lunes 28, hora local, el Cuerpo de Bomberos, que coordina la
búsqueda de sobrevivientes, anunció la confirmación de 60 muertos,
solo 19 identificados.
Los desaparecidos
eran 292, sepultados entre una masa de entre 15 y 20 metros de barro
tóxico, y se logró rescatar 192 personas, entre las cuales ha
decenas de heridos.
¿Cómo fue
posible construir allí el centro administrativo, una trampa en la
línea de destrucción del tsunami de fango?
“Los
empresarios mineros no admiten que pueda ocurrir lo peor, aunque
sepan que no hay riesgo cero. Ignoran el principio de la precaución,
eluden las normas y minimizan los daños. Es el capitalismo salvaje”,
resumió Grillo en su diálogo con IPS.
Su convicción de
que las tragedias se repetirán se debe a esa actitud de las firmas
mineras y la imposibilidad de aprobar una legislación adecuada, al
menos en el singular caso de Minas Gerais.
Un proyecto de
ley regional elaborado tras la tragedia de 2015, con participación
de órganos de control como Ibama y el Ministerio Público
(fiscalía), organizaciones ambientalistas y comunidades, fue
rechazada en la Asamblea Legislativa de Minas Gerais, pese al apoyo
de más de 50.000 firmas de electores, lamentó Grillo.
Las empresas
mineras presionan a los legisladores, reconoció, coincidiendo en
ello con el único diputado que votó por la propuesta, el
socialdemócrata João Vitor Xavier. Los opositores al proyecto
argumentaron que una ley tan rígida “volvería inviable la
minería”.
Evitar nuevas
tragedias mineras solo sería posible eliminando esas balsas de
relave, con “la disposición en seco de los desechos”, según
Grillo, ingeniero de 66 años volcado a innovaciones tecnológicas y
luchas ambientales.
“Hay cinco
técnicas ya comprobadas en Minas Gerais, incluso por la Vale, que le
quitan agua al relave, haciéndolo casi sólido, un residuo que se
puede aprovechar en la construcción, para hacer hormigón o base de
pavimentación de carreteras”, explicó.
Eso incluye la
filtración y otras técnicas de tratamiento que se descartan porque
representarían costos adicionales.
“Podría
reducir utilidades en 0,5 o uno por ciento, nada excepcional. Pero
las empresas prefieren arriesgar, maximizar las ganancias”, señaló
el superintendente de Ibama, en el cargo desde diciembre de 2017.
Y tragedias más
graves están al acecho.
En Paracatu, 430
kilómetros al noroeste de Brumadinho, el depósito de relave es de
475 millones de metros cúbicos, 12 veces el de Fundão en Mariana,
realzó Grillo.
Además, sus
desechos son más letales, porque incluyen arsénico y cianuro, ya
que se trata de un yacimiento de oro, no de hierro como los de
Mariana y Brumadinho.
Esa mina es
explotada por el grupo canadiense Kinross Gold, que controla 22 por
ciento de la producción de oro en Brasil, y con presencia también
en Chile, América del Norte, África y Rusia.
“Perderíamos
el río São Francisco por más de un siglo”, si se rompe el dique
en Paracatu, advirtió Grillo. Ese río es uno de los ríos más
largos de Brasil, con una extensión total de 2.830 kilómetros, y la
mayor fuente de energía eléctrica de la región del Nordeste del
país.
Las muertes
serian incalculables, no solo porque el barro sepultaría las
poblaciones ribereñas, sino también porque se envenenaría el agua
de millones de familias, en la cuenca de 641.000 kilómetros
cuadrados.
Una mortandad más
inmediata es un riesgo para Congonhas, 50 kilómetros al sureste de
Brumadinho, donde “en cinco minutos el relave sumergiría un barrio
de más de 20.000 habitantes, ubicado a 300 metros abajo del dique”,
teme el ingeniero ambientalista.
La repetición de
esas tragedias es previsible también para Bruno Milanez, profesor de
la Universidad Federal de Juiz de Fora, la segunda mayor ciudad de
Minas Gerais, por detrás de su capital, Belo Horizonte.
“No discutimos
si habrá otros accidentes, sino cuando ocurrirán”, dijo en
entrevista al diario Folha de São Paulo del 28 de enero. Las
empresas expanden sus minas cuando sube el precio del mineral y
recortan costos de mantención en la baja, luego estallan sus presas
de relave, explicó el especialista, quien coordina un núcleo de
investigación sobre minería y ambiente.
Belo Horizonte,
con sus 2,5 millones de habitantes, está rodeada de minas que han
ido rebajando sus cerros y amenazan sus aguas.
Brumadinho, a 40
kilómetros en línea recta, integra la región metropolitana. El
depósito de relave estallado ahora ya contaminó el río Paraopeba,
una fuente que será reemplazada por otros manantiales, aseguraron
las autoridades hídricas.
El barro ahora
deberá escurrir ahora hasta ser contenido en la represa
hidroeléctrica de Retiro Baixo, a 220 kilómetros río abajo. “El
sacrificio de esa fuente de energía evitará daños ambientales más
graves”, que podrían llegar al São Francisco, comentó Grillo.
Mientras, hay
minas cuyos residuos amenazan el Parque Rola Moça y las sierras del
Curral y de Piedade, todas en las cercanías de Belo Horizonte.
Las maniobras
empresariales dificultan la prevención de accidentes. Hay empresas
que se declaran en quiebra luego de explotar los yacimientos durante
algún tiempo, dejando detrás pesados pasivos ambientales.
Vale, fundada en
1942 como estatal y privatizada en 1997, es socia de la mina
accidentada en Mariana y tiene otras 140 unidades en Brasil.
En el caso de
Brumadinho, logró autorización para expandir la mina, presentando
la propuesta junto con la desactivación del relave.
“Me abstuve en
la votación porque el paquete presentado juntó un proyecto positivo
y otro negativo”, porque profundizar la excavación minera
contaminaría la napa freática que abastece la población aledaña,
concluyó Grillo.
La tragedia
humana y ambiental de Brumadinho sucedió apenas tres días después
de que el presidente Jair Bolsonaro, de extrema derecha, se jastase
en el Foro Económico Mundial de Davos, en Suiza de que “somos el
país que más preserva el medio ambiente en el mundo”. En las
redes sociales, cientos de usuarios esperan quela catástrofe sirva,
al menos, para que su gobierno contenga su promesa de reducir las
reglas de preservación ambiental.
Edición:
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Mario Osava, Tsunamis mineros se convierten en repetidas tragedias en Brasil, 28/01/19, Inter Press Service. Consultado 09/02/19.
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