lunes, 25 de febrero de 2019

La Humanidad condenada

Campo de silos con combustible nuclear gastado de la Central Nuclear Embalse. Foto: Autoridad Regulatoria Nuclear.

Carta del lector Juan Vernieri al director del diario El Chubut.

El lunes, en el Salón Azul de su veterano matutino, tuvimos la inestimable oportunidad de escuchar al ingeniero francés Bernard Cottier, docente y experto en energía, administrador de la asociación francesa «Salir de lo Nuclear».

Durante muchos años los expertos dijeron que la mejor opción para destino de los residuos nucleares de alta radiactividad, era el enterramiento geológico profundo. Así hay tres experiencias principales en el mundo: 1) Yucca Mountain en Estados Unidos. En el 2005 se inició la construcción para habilitarlo a mediados de la década del 2010, sin embargo en marzo de ese año, por razones poco claras se abandonó el emprendimiento. 2) Carlsbad, Nueva Mexico, Estados Unidos, iniciado en 1984. Dos fugas de radiación ocurridas en febrero y marzo de 2014 potencialmente derivarían en la necesidad de una evacuación masiva de 14 millones de residentes de Nueva México, Texas y Chihuahua. Nuestro apreciado conferenciante nos informó que un incendio obligó al cierre definitivo de este depósito nuclear. 3) Onkalo, Finlandia, en construcción desde el 2004, planeado iniciar la recepción de residuos en 2020, se encuentra atrasado. Albergará apenas unas 6.000 toneladas de residuos, los producidos en el país. Hay otras experiencias como la alemana que depositaba residuos en una mina de hierro abandonada, y tuvo que desocuparla de urgencia al ser invadida por el agua.

Se concluye que a la fecha no hay forma de gestión satisfactoria, y se piensa que lo mejor es dejarlos donde se encuentran, evitando los riesgosos transportes, es decir en superficie y próximos a las centrales nucleares que los producen, y así, tendrían que quedar durante miles y miles de años.

Algunas centrales se hallan en los suburbios de grandes ciudades. Es de imaginarse la situación de tener acumulados residuos nucleares al «alcance de la mano» de millones de personas.

Cada año se generan en el mundo unas 12.000 tns. de alta radiactividad, y ya hay acumulados más de 250.000. Es así entonces que la humanidad se encuentra ante el grave problema de deshacerse de inmensas cantidades de sustancias que jamás deberían haberse fabricado.

Si bien no describo los perjuicios a los seres vivos que causa la radiación, por muy conocidos, no hay duda que estamos frente a una condena de la vida.

Fuente:
La Humanidad condenada, 20/02/19, El Chubut.

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