Campo de silos con combustible nuclear gastado de la Central Nuclear Embalse. Foto: Autoridad Regulatoria Nuclear. |
Carta del lector Juan Vernieri al director del diario El Chubut.
El lunes, en el
Salón Azul de su veterano matutino, tuvimos la inestimable
oportunidad de escuchar al ingeniero francés Bernard Cottier,
docente y experto en energía, administrador de la asociación
francesa «Salir de lo Nuclear».
Durante muchos
años los expertos dijeron que la mejor opción para destino de los
residuos nucleares de alta radiactividad, era el enterramiento
geológico profundo. Así hay tres experiencias principales en el
mundo: 1) Yucca Mountain en Estados Unidos. En el 2005 se inició la
construcción para habilitarlo a mediados de la década del 2010, sin
embargo en marzo de ese año, por razones poco claras se abandonó el
emprendimiento. 2) Carlsbad, Nueva Mexico, Estados Unidos, iniciado
en 1984. Dos fugas de radiación ocurridas en febrero y marzo de 2014
potencialmente derivarían en la necesidad de una evacuación masiva
de 14 millones de residentes de Nueva México, Texas y Chihuahua.
Nuestro apreciado conferenciante nos informó que un incendio obligó
al cierre definitivo de este depósito nuclear. 3) Onkalo, Finlandia,
en construcción desde el 2004, planeado iniciar la recepción de
residuos en 2020, se encuentra atrasado. Albergará apenas unas 6.000
toneladas de residuos, los producidos en el país. Hay otras
experiencias como la alemana que depositaba residuos en una mina de
hierro abandonada, y tuvo que desocuparla de urgencia al ser invadida
por el agua.
Se concluye que a
la fecha no hay forma de gestión satisfactoria, y se piensa que lo
mejor es dejarlos donde se encuentran, evitando los riesgosos
transportes, es decir en superficie y próximos a las centrales
nucleares que los producen, y así, tendrían que quedar durante
miles y miles de años.
Algunas centrales
se hallan en los suburbios de grandes ciudades. Es de imaginarse la
situación de tener acumulados residuos nucleares al «alcance de la
mano» de millones de personas.
Cada año se
generan en el mundo unas 12.000 tns. de alta radiactividad, y ya hay
acumulados más de 250.000. Es así entonces que la humanidad se
encuentra ante el grave problema de deshacerse de inmensas cantidades
de sustancias que jamás deberían haberse fabricado.
Si bien no
describo los perjuicios a los seres vivos que causa la radiación,
por muy conocidos, no hay duda que estamos frente a una condena de la
vida.
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