Las lluvias provocaron que la llamada “zona núcleo sojera”: Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y otras provincias norteñas tengan buena parte de su territorio bajo agua. Todas estas tierras tienen un denominador común: la explotación extensiva de la soja transgénica, resistente al Glifosato y otros herbicidas que son letales para el resto de los vegetales y nocivas para la vida y el ambiente en general, esterilizando y volviendo además impermeable al suelo.
por
Multisectorial Paren de Fumigarnos Santa Fe
Un investigador
del INTA, Nicolás Bertram, estudió durante diez años el tema de la
lluvia, cada vez más frecuentes y prolongadas en dicha zona núcleo
sojera donde las inundaciones, además de anegar los campos,
incomunican a los pueblos que la habitan. Rutas cortadas, caminos
rurales intransitables y grandes extensiones de campo con agua,
muchas veces estancada por meses. Más de 3000 evacuados, pérdidas
de cultivos de algodón y girasol y parajes aislados son las
consecuencias de las inundaciones provocadas por las lluvias de los
últimos días en Chaco, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, que ya
dejaron cuatro muertos.
Bertram, comparó
cifras, estadísticas y datos que le mostraron un panorama más que
evidente de cómo el modelo productivo imperante, es la principal
causa de la casi nula capacidad de absorción que tiene la tierra en
este territorio exprimido por la soja transgénica En sólo 80 años,
la provincia de Santa Fe perdió el 82 por ciento de sus bosques
nativos, un proceso feroz originado en la expansión sin control de
la frontera agropecuaria en una de las zonas con tierras más ricas
del país. El fuerte desequilibrio ecosistémico que generó
semejante mutilación del paisaje natural de la región, se expresa
hoy en inundaciones inéditas y erosión de los suelos, interpretó
Carlos Chiarulli, subdirector provincial de Recursos Naturales:
“Santa Fe pasó de tener casi 6 millones de hectáreas de bosques
en 1935 a apenas 840 mil en 2002, según datos generados por los
censos nacionales agropecuarios realizados desde Nación en esos
años”, señaló el funcionario. Estos datos ratifican que la NO
defensa del bosque nativo es una lamentable y persistente política
de Estado Nacional, ya que tanto el gobierno actual como el que lo
precedió, actuaron de idéntica manera: entre 2010 y 2017: los
bosques recibieron 2.481 millones de pesos en lugar de 27.440
millones, previstos presupuestariamente. Tan sólo un 9 % de lo
estipulado por la norma.
La pérdida del
82 % de los bosques desde 1935 repercute en lo que pasa en la
provincia respecto a inundaciones, pérdida de fertilidad del suelo y
problemas en la dinámica hídrica, todo derivado del cambio en el
uso del suelo. Sumado a ello, los pastizales naturales del sur
provincial tuvieron igual suerte que los bosques y fueron
reemplazados por cultivos: Si el pastizal evotranspiraba 10 meses al
año, un cultivo evotranspira 3 meses, lo que genera un gran
excedente hídrico que hace subir las napas: la napa freática en los
años 70 estaba a 14 metros de profundidad, hoy hay sectores en donde
ha subido a 50 centímetros y los desmontes son visibles en las áreas
urbanas con la proliferación de aves y langostas tucuras que han
perdido su hábitat.
En 2017 la
provincia de Santa Fe recibió 16 millones de pesos para planes de
manejo -reforestación, subsidios, créditos blandos, etc. que
promuevan condiciones de sustentabilidad en las franjas “amarillas”:
(zonas en las que el monte o bosque natural puede ser explotado
productivamente pero observando estrictas normas de preservación).
“Es una cifra irrisoria en relación a los bosques que habría que
conservar” dice también Chiarulli. Para muchos, la defensa de los
bosques es un “lujo que no puede darse” un país que necesita
“crecer”. Y aunque se trata de una visión completamente errada,
no es fácil cambiar la mentalidad, tanto de productores como de
profesionales, formados durante décadas, en paradigmas
exclusivamente productivistas.
Si sumamos a esto
las enfermedades que se dispararon por la exposición a agrotóxicos
(que aumentaron sus ventas en un 1000 % en los últimos 30 años) el
panorama se torna dramático. Más de 400 millones de litros de
venenos arrojados por año en una de las áreas más densamente
pobladas de nuestro país, la pampa húmeda y de esa enorme cantidad
de agro-químicos, una parte queda en el suelo, impermeabilizándolo
y reduciendo notablemente la absorción de las precipitaciones. El
resto se esparce por el aire y es transportado por los vientos a
muchos kilómetros y precipitado luego por las lluvias en los centros
poblados y en los acuíferos. La extinción, por el veneno, de
predadores naturales como lechuzas y otras aves de rapiña, afectó
negativamente el control de animales peligrosos para la vida humana,
por ejemplo, el ratón colilargo transmisor del hanta virus.
Un campo de soja
transgénica utiliza solamente una persona cada 500has y el cierre de
600 tambos en los últimos 3 años, produjo desde el punto de vista
social, la expulsión de varios millones de personas de chacras,
tambos, huertas y otros espacios de producción diversa, condenados a
vivir en asentamientos en la periferia de las ciudades, de modo
precario, expuestas muchas veces al gatillo fácil y al narcotráfico.
Así, el costo social del modelo es enorme: concentra aún más la
tierra y nos devuelve al pasado del siglo XIX, heredero de la colonia
agroexportadora de commodities, -materias primas sin elaborar- e
importador de productos con alto valor agregado, generando puestos de
trabajo en otros países.
Las inundaciones
como un hecho estructural que llegó para quedarse es consecuencia de
este modelo de producción, distribución y consumo; que también
generó el fenómeno de los canales de derivación del agua
clandestinos y falta de solidaridad por parte de inescrupulosos
productores, quienes en pos de salvarse solos, inundan a otros
pobladores. Mientras la construcción de obras hídricas es una
demanda de aquéllos, las autoridades han quedado expuestas por su
negligencia en haber permitido las irregularidades y en la ineficacia
para diseñar un modelo coherente que cubra las necesidades de toda
la población y no tan sólo de unos pocos.
Solo un modelo
agroecológico, que no sea químico dependiente será la respuesta
adecuada al actual problema de las inundaciones permanentes. La mejor
obra hidráulica es recuperar los suelos, combinando los antiguos
saberes con los más modernos: la integración heterogénea de
especies vegetales, la rotación de cultivos, el uso inteligente de
la entomología (estudio de los insectos), y el aprovechamiento de la
enorme variedad de especies disponibles en la naturaleza para
alimentarnos en lugar de las pocas, mayormente industrializadas,
utilizadas en la actualidad. Además, habrá que recuperar los montes
nativos. El estado, provincial y nacional, y los productores que
usufructuaron estas tierras, tendrán que hacerse cargo de reforestar
y que hoy se han convertido en un páramo productor de inundaciones.
La diversidad
productiva crearía muchos puestos de trabajo, siempre orientada y
acompañada de un responsable apoyo estatal y el asesoramiento
técnico a los productores, créditos adecuados para el sector y
subsidios, en algunos casos, en una primera etapa.
Pero lo primero y
más importante es resguardar la salud de los más afectados: la
población contigua a las fumigaciones. Para eso, la Multisectorial
“Paren de Fumigarnos”, durante la última década ha ingresado
repetidas veces proyectos de modificación de la ley 11273 que regula
el uso de agrotóxicos y entre sus exigencias, se encuentran la
prohibición de la fumigación aérea, cuya deriva es incontrolable y
zonas de resguardo de 1500 m como tiene actualmente la Pcia. de San
Luis. Acompañado este proyecto de dos más complementarios: de
Fomento de la agroecología y desplazando la actual ubicación de los
silos, llevándola fuera de las zonas urbanas. Es prioritario que los
legisladores asuman su responsabilidad: aprueben estas leyes.
Su puesta en
vigencia y la práctica de un modelo con diversidad, sin químicos,
recuperando forestación, será la mejor manera de reducir las
inundaciones y cuidar la salud de todos; aún más allá de un
contexto global de cambio climático referido a las emisiones de
gases invernadero y un consumo exacerbado. Es lo que se debe hacer
hoy.
Basta de agredir
a la naturaleza.!!
Queremos leyes a
favor de nuestra salud!!
Basta de
inundaciones evitables!!
Paren de
fumigarnos!!!
Multisectorial
Paren de Fumigarnos – Santa Fe
Fuentes:
Inundaciones: “La mejor obra hidráulica es recuperar los suelos”, 09/02/19, Agencia de Noticias Redacción.
La obra de arte que ilustra esta entrada es "La inundación" de Gustavo Cochet.
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