La apuesta de los sucesivos gobiernos extremeños por Almaraz ha puesto en jaque el desarrollo de la región, que ha perdido la oportunidad de subirse al carro de las energías renovables, más seguras, mayores creadores de empleos y más respetuosas con el medio ambiente. El empleo torticero de los medios de comunicación, la desinformación generalizada, las leyes hechas a medida, la entrega de recursos naturales y cuantiosas subvencionas a empresarios millonarios y el clima de represión a quien se opone a la central nuclear también reciben su denuncia.
por Obed Arnaldo
Santos Pascua y Rosa Mogollón
Han surgido
numerosos artículos en la prensa regional y digital sobre la central
nuclear en los últimos quince días; desde trabajos de investigación
hasta artículos cuya información nos pueden hacer pensar que es más
seguro bañarse en la piscina de Almaraz que en las diversas
gargantas de la geografía regional. Y si leemos lo que no se dice,
sospechamos que quizá el poder gubernamental se plantee una prórroga
a la producción de energía en la central nuclear de Almaraz, que a
su vez sería una prórroga para la incompetencia del gobierno
extremeño y estatal que durante décadas han ignorado la alternativa
de obtención de energía a partir de fuentes renovables y no
contaminantes.
Casi con toda
seguridad, la mayoría de la ciudadanía ignora que existe un
organismo europeo llamado el Pacto de las Alcaldías que persigue
desde 2008 que cualquier municipio, no solo europeo sino a nivel
mundial, se adhiera de forma voluntaria para establecer medidas que
permitan luchar contra las emisiones de CO2 y adaptarse al cambio
climático, lo que lleva implícito apostar por energías renovables,
no contaminantes y cuya gestión sea pública ya que la energía es
un derecho, no un bien para la estafa, la especulación y la pobreza
energética de millones de personas.
¿Qué razones
han permitido desaprovechar una década para poner alternativas no
solo de producción energética sino de desarrollo social y económico
en nuestros municipios? La respuesta nos hace mirar hacia quienes
ocupan cargos directivos remunerados con cantidades astronómicas
como expresidentes del gobierno estatal, por ejemplo. Sin olvidar los
enormes beneficios que las empresas energéticas obtienen de los
recursos públicos para bolsillos privados, bienes como el medio
natural y también las cuantiosas subvenciones públicas recibidas,
las cuales no abaratan el precio de la energía. Es decir, la
ciudadanía paga a las empresas dos veces, una cuando la subvenciona
y otra, cuando emiten sus recibos de consumo.
Y esto en
Extremadura es aún más sangrante: soportamos el riesgo de un
accidente nuclear, soportamos el chantaje del empleo y futuro de
Campo Arañuelo, soportamos el saqueo de nuestros recursos por
empresas que ni conocen ni les importa nuestra tierra ni sus gentes,
soportamos las mentiras que una y otra vez se argumentan para
sustentar una industria innecesaria para la región y dañina.
Soportamos la desinformación más absoluta sobre cómo actuar ante
un posible accidente nuclear, soportamos una legislación obsoleta
sobre los planes de emergencia nuclear, soportamos y casi toda la
ciudadanía calla, el miedo a represalias, el miedo a perder una
forma de vida basada en “yo más y mejor”, el miedo a un futuro
que intencionadamente se ha despojado de la sabiduría de nuestra
gente acumulada durante generaciones.
Quizá la prensa
siempre espera que algo nuevo suceda sobre un tema de interés para
sacar un titular en primera plana. Esperemos que nada nuevo haya de
ser titular sobre Almaraz, salvo su cierre definitivo pues de lo
contrario estaríamos hablando de un potencial accidente nuclear de
graves consecuencias.
Vivir Extremadura
es sentir cómo late bajo nuestros pies, cómo se adhiere a nuestra
piel, cómo disfrutar décadas de sabiduría cultural que nos regala
miles de rincones maravillosos. Vivir en Extremadura nos permite
degustar la sensación agria de haber desperdiciado lo que mejor
sabemos hacer para adaptarnos a un mundo globalizado que destruye
nuestra identidad, nuestra esencia y deja en manos de inversores sin
escrúpulos nuestra organización y desarrollo territorial. Nuestra
gente, nuestra tierra, está preparada para asumir los retos futuros,
asunción desde una óptica respetuosa con nuestro hogar, el medio
natural, pragmática, en torno a los sectores que mayor bienestar
pueden procurarnos, y sobre todo, de legado futuro, para que las
próximas generaciones pueden disfrutar de una Extremadura que
preserva su biodiversidad, que respeta el bienestar medioambiental
sin renunciar a mejorar el bienestar social e individual, que lega a
generaciones futuras una tierra donde vivir y desde donde explorar
más allá de cualquier límite impuesto.
Nuestros ríos y
sus cuencas sufren el deterioro devastador de un sistema productivo a
costa de la salud de las personas y del planeta; la cuenca del Tajo
no solo es un vertedero de residuos humanos e industriales, además
se adereza con residuos radioactivos que finalmente llegan a nuestro
país vecino, Portugal y, finalmente, el mar. Partículas
radioactivas se mezclan en el aire que respiramos, un aire cada vez
más irrespirable; si bien es cierto que dichas partículas no
producen un perjuicio inmediato, no es menos cierto que ninguna de
esas partículas es inocua y nada impide su acumulación a lo largo
del tiempo.
Quizá el poder,
conjugado por quienes lo detentan, convenzan de que el modelo
capitalista, incluido el capitalismo verde, es el único viable para
el ser humano. Quizá sus mentiras mil veces repetidas sean axiomas
mas conviene recordar que este mismo sistema está conduciendo a
nuestro planeta al colapso climático, ambiental y humano. Hemos de
decidir si vivimos aprovechando el progreso científico y respetando
no solo nuestro entorno actual sino el que hemos de preservar para
generaciones futuras, o bien preferimos someternos al consumismo
innecesario de todo lo que nos rodea, destruyendo nuestro único
hogar, si seguimos sometidas o si deseamos decidir por nosotras
mismas.
Fuente:
Obed Arnaldo Santos Pascua, Rosa Mogollón, La central nuclear de Almaraz, símbolo del capitalismo voraz y destructivo, 17/12/18, El Salto Diario.
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