La primatóloga Jane Goodall está de gira por España. Ayer por la mañana posó antes de la rueda de prensa en el bosque inundado de CosmoCaixa, donde por la tarde dio una conferencia en la que buena parte del auditorio eran niños y adolescentes. Como es habitual en ella, apareció con el pelo blanco recogido en una coleta, fular en los hombros y un jersey de cuello alto rodeado por un colgante con la silueta de África.
Después de su
paso por Barcelona, Goodall ofrecerá otras dos charlas más hoy y
mañana en Madrid, también con todas las entradas agotadas. El éxito
de su agenda la asemeja más a una estrella del rock que a una
científica y activista medioambiental.
"Dejadme que
empiece como siempre hago", y saludó a la audiencia en
chimpancé, una llamada a la que algunos respondieron con
onomatopeyas similares. Así comenzó su intervención en la que hizo
un repaso de su historia de vida, con reiteradas menciones al apoyo
incondicional de su madre, y propagó desde la emoción su mensaje de
preservación de las especies y de los ecosistemas.
Seis décadas de
investigaciones
"Para mí
los chimpancés tienen nombre, no son un número", recordó de
las primeras críticas que recibió por sus observaciones en la
Universidad de Cambridge (Reino Unido).
Ahora, esta
mensajera de la paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
está a punto de celebrar seis décadas de investigaciones en las
selvas tropicales africanas. A sus 84 años sigue viajando por todo
el mundo más de 300 días al año para perseguir su misión de dejar
un planeta mejor a las futuras generaciones, tal y como subrayaron
los responsables del Instituto Jane Goodall (IJG) en España, con
sede en Barcelona desde 2007, que la han traído al país.
"Es un
momento maravilloso para estudiar la inteligencia animal", dijo
a los jóvenes, que la escucharon con atención y sin moverse de la
butaca durante una hora y veinte minutos. La primatóloga lamentó no
haber podido estudiarla en su época, cuando se consideraba que no
existía en otras especies.
Con la ayuda de
los peluches que a menudo la acompañan en sus conferencias, puso
ejemplos de las capacidades cognitivas de ratas, cerdos y vacas. Ella
fue la primera en describir que los chimpancés, además de los
humanos, usaban herramientas. Denunció la dificultad de continuar
estudiando esta especie en estado salvaje, ya que muchos están
amenazados por el tráfico ilegal, así como por la deforestación y
la acidificación de los océanos que impactan en sus ecosistemas.
El tráfico de
especies es el tercer negocio ilegal más lucrativo
Fue por la
mañana, en una breve atención a medios de comunicación, cuando
advirtió a los periodistas: "Estamos viviendo la sexta
extinción masiva de especies, causada por nosotros". Su visita
a la península es un impulso para la campaña Forever Wild (Salvaje
para siempre, en inglés), que el IJG lanzó el año pasado para
denunciar el tráfico ilegal de animales salvajes, no solo
chimpancés, y concienciar a las futuras generaciones de este
problema.
Goodall se
refirió al pangolín como la especie más amenazada del planeta,
perseguido por cazadores furtivos por sus escamas, que son muy
valoradas por la medicina tradicional asiática.
Precisamente, la
primatóloga señaló un repunte del tráfico ilegal de especies
salvajes en Asia, sobre todo en China, donde los chimpancés también
se han convertido en un elemento de entretenimiento, como lo fueron -y siguen siendo- en países de Europa y los Estados Unidos. El
negocio mueve entre 8.000 y 20.000 millones de euros anuales en todo
el mundo y es el tercero más lucrativo, solo por detrás del tráfico
ilegal de drogas y armas, según un informe que presentó el pasado
mes de junio el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Esta no fue la
primera vez que Goodall visitaba Barcelona, pero muchas personas
hacían cola para tomar una buena posición en el auditorio. La
premio Príncipe de Asturias en 2003 aprovechó la cita para hacer
apología de la curiosidad.
Hacerse
preguntas, cometer errores, no desistir y tener paciencia son
habilidades que dijo haber aprendido con cuatro años durante unas
vacaciones familiares en una granja, en su primera experiencia
observando animales. Las inquietudes científicas parecían estar
bien despiertas entre el público, ya que muchos niños la
aplaudieron de pie e hicieron cola para conseguir un autógrafo y una
foto con ella.
Aparte de apelar
directamente a los más jóvenes, en su intervención no olvidó
poner en valor la implicación de las comunidades locales en la
sostenibilidad de los proyectos de conservación. Antes de terminar,
pidió a los miembros de su equipo español que subieran al escenario
y pidió voluntarios y donaciones. Su nombre es toda una marca que
cuenta con treinta oficinas en todo el mundo y más de ochenta países
que secundan su lucha.
No dio
entrevistas: "No es que yo esté cansada, es mi voz la que lo
está. Soy afortunada de tener un cuerpo fuerte y resistente",
se disculpó al finalizar.
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