EFEverde.- Seis
años tardó en volver el bacalao a las islas donde el noruego
Bjørnar Nicolaisen llevaba pescando toda su vida por una razón más
que inquietante: el ruido de las explosiones en busca de
hidrocarburos.
por Belén
Delgado
La primera vez
que este pescador avistó un barco llevando a cabo dichas
exploraciones cerca del archipiélago de Lofoten, por encima del
círculo polar ártico, fue en 2007 y enseguida notó que “la
naturaleza estaba cambiando”.
Ese año y los
dos siguientes, la industria petrolera usó en la zona cañones de
aire comprimido, disparándolos cada pocos segundos en función de la
profundidad, con el fin de agitar el fondo del suelo y extraer datos
que le ayudasen a hallar nuevos yacimientos de crudo.
Sin pescar de
2007 a 2015
“Hicimos mucho
ruido en los medios y pusimos a la gente de nuestra parte” y se
consiguió detener esas actividades, declaró a EFEverde Nicolaisen
tras participar esta semana en la conferencia fishforum2018 en Roma
en la que advirtió de la amenaza que estuvo a punto de “destrozarle
la vida”.
El bacalao del
Atlántico Norte, esencial para la pesca de Noruega y otros muchos
países, huyó de esos “pequeños terremotos” y dejó a los
pescadores locales en tierra con pérdidas estimadas en mil millones
de euros, que se acumularon hasta que las poblaciones de peces
reaparecieron a partir de 2015.
“Tenemos que
asegurar que habrá alimentos para nosotros y las próximas
generaciones. Debemos parar la industria del petróleo, empezando por
las llamadas encuestas acústicas y terminando con el plástico”,
afirmó Nicolaisen.
Las exploraciones
sísmicas son unas de las múltiples actividades que generan intensos
sonidos bajo el agua, alterando los ecosistemas y dañando a más de
un centenar de especies de peces e invertebrados, según las
evidencias recopiladas por los científicos.
Se duplica el
ruido cada década
Se calcula que el
ruido en los océanos se ha duplicado en algunas regiones cada década
desde hace 60 años, entre otros factores por el aumento de las
maniobras militares, la construcción de plataformas lejos de la
costa, el tráfico marítimo o la pesca.
Linda Weilgart,
investigadora de la Universidad canadiense de Dalhousie, afirmó que
la mayoría de los animales marinos utilizan el sonido para
sobrevivir, por lo que el ruido les afecta gravemente “como
individuos y comunidad”.
Algunos efectos
detectados en ellos son malformaciones, daños en el oído, retrasos
en su desarrollo, menores tasas de reproducción, estrés,
desorientación y hasta la muerte.
Weilgart precisó
que los animales sienten el ruido como una “agresión” y evitan
los hábitats naturales en los que se produce, por lo que disminuyen
sus oportunidades de alimentarse.
Además, aseguró
que el sonido de los cañones de aire comprimido mata el zooplancton,
el de las máquinas perforadoras fuerza el cierre de las conchas de
los mejillones y el de los barcos sofoca a las ostras.
Algunos estudios
han demostrado que, cuando hay ruido, las capturas y la abundancia de
pescado descienden, al tiempo que crece la pesca de especies no
deseadas.
En el
Mediterráneo
En el
Mediterráneo, la experta destacó que el besugo tiende a moverse más
como signo de estrés y eso le hace tener menos energía para
alimentarse, mientras el atún actúa sin coordinación y se vuelve
agresivo.
El oeste de ese
mar, junto al Canal de Sicilia y las aguas griegas, han sido
identificados como puntos de potencial conflicto entre la
conservación de especies y la frenética actividad humana, como
ponen de manifiesto el paso cada año de 100.000 barcos comerciales
por el Estrecho de Gibraltar o las exploraciones petroleras que
impactan en áreas restringidas a la pesca.
Así lo alertó
la ONG OceanCare, cuyo consultor Nicolas Entrup reclamó más
investigación e incentivos para reducir el ruido en el océano con
innovación tecnológica.
Hélices más
silenciosas, cambios en el diseño de las embarcaciones o
limitaciones en la velocidad pueden servir de alternativa, al igual
que la protección de áreas biológicamente sensibles o la
prohibición temporal -o total- de las exploraciones petroleras,
según Entrup.
A nivel
internacional se están dando algunos pasos, como las directrices
adoptadas por la Convención sobre la Conservación de Especies
Migratorias para la evaluación de impacto ambiental de actividades
que causan ruido marino o las de la Organización Marítima
Internacional con vistas a mitigar la contaminación acústica de los
barcos comerciales.
Fuente:
Belén Delgado, El ruido que espanta la vida bajo el agua, 17/12/18, EFEverde. Consultado 21/12/18.
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