por Nicholas
Casey y Clifford Krauss
REVENTADOR,
Ecuador - La presa se vislumbra al lado de un volcán activo que
desprende columnas de ceniza hacia el cielo.
Desde hace
décadas los funcionarios advierten que la construcción de la
represa es un peligro. Los geólogos dicen que un terremoto podría
acabar con ella.
Ahora, tan solo
dos años después de su inauguración, han aparecido miles de
fisuras en la presa. La reserva está obstruida por sedimentos, arena
y ramas de árboles, y la única ocasión en la que los ingenieros
trataron de regular las instalaciones para que corriera a toda su
potencia, estas se sacudieron con violencia y ocasionaron un
cortocircuito en la red eléctrica nacional.
Se suponía que
esta presa gigantesca en la selva, financiada y construida por China,
comenzaría a hacer realidad las ambiciones de Ecuador: solventar sus
necesidades de energía y ayudar a sacar al país de la pobreza.
En cambio, se ha
vuelto parte de un escándalo nacional que envuelve al país en
corrupción, cantidades peligrosas de deuda y un futuro muy ligado a
China.
Casi todos los
funcionarios ecuatorianos de alto nivel involucrados en la
construcción de la presa se encuentran en prisión o han sido
sentenciados por delitos de corrupción. Entre ellos están un exvicepresidente, un exministro de Electricidad e incluso el
excontralor general del Estado que supervisaba el proyecto y aparece
en una grabación hablando sobre sobornos chinos.
Encima está el
costo del proyecto: cerca de 19.000 millones de dólares en préstamos
chinos, no solo por esta presa -conocida como Coca Codo Sinclair-
sino también por puentes, autopistas, sistemas de irrigación,
escuelas, clínicas y media decena de otras represas; préstamos que
el gobierno tiene problemas para pagar.
No importa si
Ecuador puede costear esos proyectos: China cobrará de cualquier
modo.
Para liquidar,
China puede quedarse con el 80 por ciento de la exportación más
valiosa de Ecuador, el petróleo, porque muchos de los contratos se
liquidan con crudo y no con dólares. De hecho, China obtiene el
petróleo con descuento y luego lo vende con una ganancia adicional.
Extraer
suficiente petróleo para poder pagarle a China se ha vuelto
imperativo para Ecuador, a tal punto que está perforando pozos cada
vez más adentro de la selva amazónica, lo cual amenaza con
profundizar la deforestación.
Eso no es todo.
Amarrado por las deudas, el actual presidente Lenín Moreno ha
recortado el gasto social, los subsidios a la gasolina, varias
agencias gubernamentales y más de mil empleos públicos. La mayoría
de los economistas espera que el país caiga en una recesión, para
la indignación ciudadana.
“China se
aprovechó de Ecuador”, dijo Carlos Pérez, el actual ministro de
Energía y Recursos Naturales No Renovables. “La estrategia de
China es clara: asumir el control económico de los países”.
La historia sobre
la construcción de la presa une a dos aliados naturales, ambos
ansiosos por cambiar el curso del hemisferio y desplazar a Estados
Unidos como la mayor potencia en el continente.
China dejó
claros sus planes hace una década, cuando buscó posicionarse en
América Latina durante la crisis financiera mundial para darles a
los gobiernos una vía de escape y una promesa: “Tratarnos como
iguales”, una clara crítica al enfoque usual estadounidense.
Funcionó. China
ahora es el principal socio comercial en América del Sur; ha
sembrado infraestructura en la región y ha dejado a su paso una
cantidad relevante de préstamos. También ha cosechado beneficios
políticos, como lograr que varias naciones latinoamericanas
rompieran relaciones diplomáticas con Taiwán.
No obstante, como
lo demuestra esta enorme presa en Ecuador, las dos partes están
lejos de ser socias en igualdad de condiciones.
Ambas naciones
estuvieron dispuestas a ignorar fallas importantes en el diseño, un
estado económico dudoso para costear la construcción y advertencias
de grupos independientes de que los estudios técnicos para la presa
eran obsoletos.
Sin embargo, con
una estrategia que ha aplicado al dar miles de millones de dólares
en préstamos en todo el mundo en desarrollo, China nunca se enfrentó
a un gran riesgo financiero.
Ecuador era el
que se estaba jugando todo, de modo que ahora el país busca nuevos
préstamos para llenar los huecos, incluido más dinero por parte de
China.
En diciembre,
Moreno viajó a China para renegociar parte de la deuda de su país y
pedir un préstamo de 900 millones de dólares adicionales.
“Los chinos
lanzaron el anzuelo”, dijo Steve Hanke, economista de la
Universidad Johns Hopkins. “A fin de cuentas, ¿qué tienen estos
países? Gato por liebre”.
‘Sabíamos que
la relación no sería fácil’
Cuando Fernando
Santos, ministro de Energía en la década de 1980, se enteró de que
la presa Coca Codo Sinclair se iba a construir, no lo podía creer.
En su época, los
funcionarios habían rechazado una versión mucho más pequeña del
proyecto. Dijo que la idea en su totalidad estaba destinada al
fracaso debido al volcán que se encuentra en las cercanías. En 1987
un terremoto de una escala considerable había diezmado la
infraestructura petrolera en el área.
“El volcán ha
estado activo desde que los españoles llegaron a Ecuador en el siglo
XVI”, comentó Santos, por lo que invertir tanto dinero “en una
ubicación de tanto riesgo era una insensatez”.
Hubo otras
señales de alarma.
The New York
Times tuvo acceso a una revisión independiente del proyecto en 2010,
elaborada por una agencia gubernamental mexicana, que advertía que
la cantidad de agua en la región para hacer funcionar la presa no se
había estudiado en casi treinta años.
Desde esa fecha,
Ecuador ha sufrido serias sequías y existía la preocupación de que
sus glaciares se estuvieran derritiendo debido al cambio climático.
Luciano Cepeda,
exgerente general de la presa, dijo que, a pesar de esas
advertencias, los altos funcionarios ecuatorianos presionaron para
avanzar con la construcción del proyecto porque “un nuevo estudio
habría tomado varios años” y no querían retrasarlo.
Hasta un
diplomático chino en Ecuador, quien pidió mantener su anonimato
porque no estaba autorizado para hacer declaraciones públicas,
mencionó que tenía dudas sobre el proyecto.
“No le
prestamos suficiente atención a los informes ambientales”,
confesó.
El historial de
China es alentador y al mismo tiempo preocupante. Su enorme presa de
las Tres Gargantas, que corta el río Yangtsé y tiene una altura de
185 metros, era el proyecto hidroeléctrico más grande en el mundo,
diseñado para producir veinte veces más energía que la enorme
presa Hoover en Estados Unidos. No obstante, medidas inadecuadas de
seguridad ocasionaron la muerte de cien trabajadores, la presa
provocó el desplazamiento forzado de más de un millón de personas
y el daño ambiental fue considerable, incluida la destrucción de
bosques.
Había en juego
fuerzas geopolíticas más poderosas que los riesgos ambientales. El
presidente de Ecuador en aquel momento, Rafael Correa, había
prometido modernizar a su país y liberarlo de la influencia de
Estados Unidos.
Correa, elegido
en 2006 gracias a una ola que llevó a la izquierda al poder en toda
América Latina, arremetió contra Estados Unidos con feroces
discursos antiimperialistas. En 2007, se negó a renovar un
arrendamiento que permitía la operación de vuelos de vigilancia
antinarcóticos desde una base de la fuerza aérea ecuatoriana.
No pasó mucho
tiempo para que las instituciones financieras occidentales estuvieran
en la mira de Correa. Denunció al Fondo Monetario Internacional con
el argumento de que imponía restricciones a su gasto. Luego, en
2008, incumplió el pago de deuda exterior de su país por un monto
de 3200 millones de dólares e invitó a China a solventar el
incumplimiento del pago.
“Correa quería
librarse de los bancos y las instituciones occidentales”, comentó
Diego Borja, quien fue ministro coordinador de la Política Económica
de ese presidente. “Sabíamos que la relación con China no sería
fácil”.
Borja y otros
funcionarios quedaron estupefactos ante los términos de los
préstamos chinos. La mayoría provenía de un prestamista propiedad
del Estado, el Banco de Exportaciones e Importaciones de China, que
tenía tasas de interés elevadas y exigía a Ecuador usar empresas
chinas en la construcción, con lo cual eliminaba a la posible
competencia.
China parecía
especialmente interesada en el petróleo de Ecuador, uno de los
miembros más pequeños de la OPEP. En un acuerdo de 2009, China le
prestó a Ecuador mil millones de dólares, que se pagarían con
envíos de petróleo a la empresa petrolera propiedad del Estado,
PetroChina.
“Pero no
teníamos otras opciones”, recordó Borja. “Nos habían cerrado
las puertas de Occidente”.
De manera
repentina, Correa tuvo acceso a dinero, pero surgió una nueva
crisis: el país se estaba quedando sin energía. Una sequía estaba
acabando con las reservas del país y estaba paralizando sus presas.
En lugar de buscar otra fuente, Correa dobló la apuesta en la
energía hidroeléctrica.
Los funcionarios
mencionaron que el entonces ministro de Electricidad Alecksey
Mosquera fue el primero en mencionar Coca Codo Sinclair: un
megaproyecto que se suponía proveería una tercera parte de la
electricidad del país y representaría la inversión única más
grande en la historia de Ecuador.
Acabó
construyéndose junto a las laderas del volcán Reventador y casi con
el doble de tamaño de la presa propuesta que se había rechazado
décadas antes.
Cuando finalmente
se inauguró, a finales de 2016, el presidente de China, Xi Jinping,
visitó Ecuador para celebrar.
Sin embargo,
apenas dos días antes de la visita, ya reinaba el caos en la presa.
Los ingenieros
habían tratado de generar la totalidad de los 1500 megavatios de
energía del proyecto, pero ni las instalaciones ni la red eléctrica
de Ecuador podían con esa cantidad de energía. El equipo se
estremecía peligrosamente y hubo apagones por todo el país, de
acuerdo con los funcionarios.
A los
ecuatorianos nunca se les mencionó la falla y desde entonces no se
ha intentado hacer una prueba con la energía a toda su capacidad.
Ahora la presa,
en general, funciona a media capacidad. Los expertos dicen que dado
su diseño -y el ciclo de estaciones secas y de lluvia de Ecuador-
podría generar la cantidad de energía a su máxima capacidad solo
durante unas cuantas horas al día, seis meses del año.
Solo si todo
funciona a la perfección.
No obstante,
Ecuador todavía tiene que pagar la deuda. El préstamo de 1700
millones de dólares del Banco de Exportaciones e Importaciones de
China es lucrativo para ese país: tiene una tasa de interés del
siete por ciento a lo largo de quince años. Tan solo en intereses,
Ecuador debe 125 millones de dólares al año.
Ahora, muchos
ecuatorianos dicen que la carga recae en ellos.
Bajo el zumbido
constante de las torres de transmisión de la presa, a los residentes
del pequeño poblado de Cucuja ahora les preocupa que las torres se
derrumben con los constantes deslaves que caen por las laderas. Los
geólogos dicen que los chinos no construyeron cimientos sólidos
para las torres.
Otra queja es la
factura de luz. María Esther Tello pagó 60 dólares en noviembre
para mantener encendidas las luces de su casa, un precio
impresionante dadas las promesas del gobierno de que los precios de
la electricidad disminuirían.
“¿Dónde
quedaron los impuestos de mi madre?”, preguntó la hija de María
Esther, Isbela Nole, mientras ayudaba a cosechar y pelar habas y
frijoles para pagarle al gobierno.
Evidencias de
posibles sobornos
A la entrada de
la estación de turbinas de la presa hay una inscripción grabada en
mármol.
“Jorge Glas
Espinel, vicepresidente de la república”, dice la placa, después
de mencionar el nombre de Correa. “Por ser los verdaderos
forjadores y visionarios de hacer esta monumental obra”.
Ahora Glas se
encuentra en una celda en Ecuador, sentenciado a seis años de
prisión.
Fue sentenciado
por aceptar sobornos de la empresa que es la principal competencia de
China en proyectos de infraestructura en casi toda Latinoamérica:
Odebrecht, el gigante brasileño de la construcción. Los fiscales
estadounidenses afirman que Odebrecht pagó 33,5 millones de dólares
en sobornos en Ecuador como parte de un plan a nivel mundial para
hacerse de contratos.
Ahora los
funcionarios ecuatorianos están investigando si los chinos también
sobornaron a Glas y a otros en su entorno.
“No creo que
sea una casualidad que las mismas personas gestionaran todos esos
proyectos”, comentó Pérez, actual ministro de Energía.
Los funcionarios
involucrados incluyen al exministro Mosquera, quien está cumpliendo
una sentencia de cinco años por aceptar un millón de dólares de
Odebrecht, y a Carlos Polit, excontralor general del Estado, quien
fue acusado de recibir 4 millones de dólares de la empresa
brasileña. Ricardo Rivera, otro socio cercano de Glas, también fue
sentenciado por recibir pagos de los brasileños.
No obstante, hay
evidencia que sugiere que los funcionarios también aceptaron
sobornos de China.
Los procuradores
ecuatorianos dicen que ya fue confirmada la existencia de una
grabación secreta hecha por un ejecutivo de Odebrecht, que se
entregó a los fiscales en Brasil y se filtró a los medios
brasileños. En la grabación, hecha en 2016 en la casa del
excontralor Polit, el ejecutivo y este hablan de un soborno.
En la grabación,
el empresario menciona que Glas estaba “pidiendo mucho dinero” a
través de Rivera.
Luego, el
ejecutivo explicó que le habían dicho que “era una obligación
porque los chinos ya habían pagado”.
La grabación ya
desató una investigación en Ecuador, en especial en torno a Rivera,
quien dijo ser el representante personal del vicepresidente durante
múltiples visitas a China, según los procuradores.
Los fiscales
dicen estar investigando trece transferencias bancarias por un monto
de 17,4 millones de dólares que autorizó Rivera a una cuenta de
HSBC en Hong Kong. Los fiscales ecuatorianos dicen que consideran que
las transferencias bancarias son auténticas y quieren saber cómo
fue que Rivera depositó tanto dinero en China.
Hasta hace poco,
el fiscal general del Estado, Paúl Pérez, encabezaba una
investigación sobre corrupción por parte de los chinos, y viajó a
ese país en noviembre para solicitar ayuda. Sin embargo, Pérez
renunció de manera inesperada el 13 de noviembre, poco después de
su regreso de China. No respondió a nuestras solicitudes para una
entrevista.
Un abogado de
Glas negó que su cliente hubiera estado involucrado en actos de
corrupción relacionados con Coca Coda Sinclair, y describió a Glas
como “un hombre honesto y honorable”; argumentó que los
problemas en la presa eran “imperfecciones menores”.
Correa, el
expresidente, se encuentra en el exilio en Bélgica, acusado de
organizar el secuestro de un opositor. Muchos de sus subordinados han
sido sentenciados por corrupción o también están fugitivos.
Ni Polit ni un
abogado de Rivera respondieron a nuestras solicitudes de
declaraciones. Tampoco Sinohydro, la gigantesca constructora
propiedad del Estado chino que construyó la presa.
7648 grietas
Al acercarse a
Coca Codo Sinclair por el río Quijos, no parecería que hay una
presa cerca.
Buena parte de la
reserva que contiene el suministro de agua del proyecto está llena
de pequeños árboles y arbustos que forman una barricada en la
arena. Algunas veces los barcos encallan debido a que el sedimento es
muy grueso.
Los trabajadores
de la presa dicen que la obstrucción de los sedimentos, consecuencia
de los defectos en el diseño, es tan solo el problema más reciente.
Desde 2014 los
técnicos observaron grietas en los distribuidores chinos de acero
inoxidable que inyectan agua a las turbinas. En diciembre de ese año,
trece trabajadores chinos y ecuatorianos murieron cuando un túnel se
inundó y colapsó.
Un ingeniero
veterano envió en secreto documentos al entonces presidente Correa
para informarle sobre los problemas, según los documentos a los que
tuvo acceso el Times. El ingeniero fue despedido días después,
según exfuncionarios.
Polit, el
excontralor general, llevó a cabo auditorías entre 2012 y 2015,
pero solo mencionaron críticas menores sobre retrasos laborales y
subcontrataciones no autorizadas, que derivaron en multas
insignificantes para los chinos.
Los funcionarios
judiciales ecuatorianos dijeron que están investigando si los chinos
pagaron sobornos a Polit y otros funcionarios para que hicieran caso
omiso de los problemas. Dicen que esto fue parte de la investigación
de Pérez antes de su renuncia.
Se han
desarrollado 7648 fisuras en la maquinaria de la presa, según un
informe gubernamental, debido al uso de acero de calidad inferior y
soldadura inadecuada por parte de Sinohydro. La arena y los
sedimentos también son preocupaciones mayores, debido a que pueden
dañar equipo fundamental.
En una visita
reciente, un ingeniero miraba nervioso mientras las lecturas
provenientes de la computadora mostraban el flujo de arena hacia la
presa. No obstante, los trabajadores dicen que algunas veces se
confunden debido a las traducciones de mala calidad.
En un letrero en
chino está escrito: “Grupo de Bombeo de Corriente Continua (CD)”.
En español dice
otra cosa: “Grupo de presión de Washington, D. C.”.
Los problemas de
comunicación se extienden río abajo.
La fuerte
sedimentación significa que los ingenieros liberan esporádicamente
enormes cantidades de agua para limpiar el sistema, lo que ocasiona
inundaciones rápidas donde habita Carlos Usamá, un agricultor de
caña de azúcar. Usamá se queja de que nadie informa nada.
Dijo que en
diciembre, su hermano y un amigo estaban pescando cerca de otra presa
de construcción china cuando una inundación los arrastró río
abajo.
Sus cadáveres
fueron encontrados dos días después.
‘Adictos a los
préstamos’
El cúmulo de
deuda ha motivado que los nuevos gobernantes del país despotriquen
contra China, tanto como lo hicieron contra Estados Unidos.
“No vamos a
pagar”, dijo Pérez, el actual ministro de Energía, en referencia
al posible costo multimillonario que implica arreglar la presa Coca
Codo Sinclair.
Sin embargo,
escapar de la órbita de China será difícil, comentó Risa
Grais-Targow, analista de la consultora Eurasia Group.
“Saben que no
tienen muchas fuentes de financiamiento, así que van a regresar a
tocar a la puerta de China”, afirmó.
China ya ha hecho
algunas concesiones con Ecuador, como pagar 92 centavos de dólar más
por barril de petróleo. La porción del petróleo de Ecuador con
destino a China también ha disminuido, de un 90 a un 80 por ciento.
No obstante, el
gobierno todavía necesita 11.700 millones de dólares para financiar
su deuda y, según los analistas, todavía no tiene miles de
millones.
Además de China,
el nuevo gobierno está acudiendo a las instituciones que Correa
satanizó: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, pero
algunos están preocupados de que Ecuador simplemente esté buscando
a otro grupo de dueños financieros.
“Somos adictos
a los préstamos”, dijo Santos, el exministro de Energía.
Leopoldo Gómez,
quien trabaja en unas instalaciones de tratamiento de agua
construidas durante el gobierno de Correa, concuerda.
“Ahora nos
damos cuenta de que hay cosas que no necesitábamos… como la
presa”, manifestó.
Nicholas Casey
deportó desde Reventador y Clifford Krauss, desde Quito. Jose María
León Cabrera colaboró con el reportaje desde Quito.
Fuente:
Nicholas Casey, Clifford Krauss, El gobierno ecuatoriano apostó por China para una represa que ahora se resquebraja, 24/12/18, The New York Times.
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