por Daniel Gutman
LOS BLANCOS,
Argentina, 5 dic 2018 (IPS) - En la provincia de Salta, en el norte
de Argentina, está Los Blancos, un pueblo de 1.100 habitantes en
cuyos alrededores viven comunidades rurales, tanto indígenas como
criollas, que sobreviven sobre todo de la pequeña actividad
agropecuaria.
Es una de las
zonas más pobres de Argentina y forma parte del llamado Chaco
americano, una ecorregión de más de un millón de kilómetros
cuadrados que comparten también Bolivia y Paraguay, además de en
menor proporción Brasil.
Aquí, sus
habitantes deben lidiar cada año con unos seis meses de sequía: no
llueve entre mayo y octubre, cuando las temperaturas llegan a
alcanzar los 50 grados centígrados.
Los pozos en Los
Blancos, que forma parte del municipio de Rivadavia Banda Norte, no
son una solución para acceder a agua potable durante esos períodos,
porque las napas están naturalmente contaminadas con arsénico y
otras sustancias nocivas.
Durante muchos
años, un tren pasaba una vez por semana por esta zona y dejaba agua
potable a los pobladores.
Sin embargos, en
los años 90, el servicio ferroviario se interrumpió y desde
entonces la única solución que encontraron muchas comunidades
rurales fue construir lo que llaman “represas”: estanques o pozas
donde se acopia agua de lluvia.
Esa agua de
lluvia, en la que los animales se abrevaban y hasta hacían sus
necesidades, era también utilizada por las personas para beber y
cocinar, con graves consecuencias sanitarias.
Pero en los
últimos tres años, la Fundación para el Desarrollo en Paz y
Justicia (Fundapaz) capacitó a indígenas y criollos para construir
un sistema de cisternas de acopio de agua de lluvia que ha
transformado sus vidas.
Sobre sus
viviendas y otras edificaciones instalan techos de latón,
recolectores de agua de lluvia.
Ese agua es
canalizada por una cañería hasta una cisterna de cemento, que está
cerrada herméticamente y que almacena 16.000 litros, la cantidad que
se estima que necesita una familia de cinco personas para consumir
durante los seis meses de sequía.
Las cisternas son
construidas por equipos de tres personas, con la colaboración de las
familias beneficiarias, que también deben brindar a los trabajadores
alojamiento durante la semana que demora la construcción.
Se trata de una
tecnología que Fundapaz “importó” de Brasil, en particular de
la ecorregión del Semiárido, en el Nordeste del país, donde se han
instalado cientos de miles de esas cisternas, apoyadas por
organizaciones sociales con las que la fundación argentina mantiene
continuos intercambios.
Las familias de
Los Blancos y de otras localidades de Rivadavia Banda Norte que
accedieron a las cisternas dejaron de depender para sus necesidades
domésticas de las entregas de agua de la municipalidad, muchas veces
condicionadas por las preferencias políticas de los usuarios.
Para mayor
información, visite este reportaje de IPS.
Edición:
Estrella Gutiérrez
Fuente:
Daniel Gutman, Cisternas de agua de lluvia apaciguan sed de Chaco argentino, 05/12/18, Inter Press Service.
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